El paraíso perdido de México
3 de abril de 2018Los ecologistas Darío Ferreira Piña, Carlos Meade y Michelle Cuervo expresan su desaprobación ante las nuevas construcciones, mientras conducen a lo largo de la costa de Tulum.
"Cada día se construyen nuevos edificios. Y cada día se destruyen áreas protegidas”, lamenta Carlos Meade, director de Yaxché, Árbol de la Vida, una ONG que trabaja para proteger el medio ambiente en Tulum.
Hace veinte años, Tulum, ubicada a 130 km al sur de Cancún, en la península mexicana de Yucatán, era todavía un paraíso escondido con sólo unos pocos hoteles pequeños y casas frente al mar. Hoy en día, su estrecha carretera a lo largo de la playa está repleta de más de un centenar de hoteles y restaurantes. En temporada alta, se llena tanto que llegar al centro de la ciudad, situado a tan sólo seis kilómetros de distancia, puede llevar hasta dos horas.
Con 2,4 millones de visitantes en 2017 (400.000 más que en 2016), Tulum está creciendo a un ritmo vertiginoso. Irónicamente, muchos promotores se anuncian como respetuosos con el medio ambiente, aprovechando la imagen general de la ciudad como retiro relajado, bohemio y ecológico. No obstante, la construcción desenfrenada de nuevos hoteles, restaurantes y clubes de playa está destruyendo el entorno natural de la zona.
Por si no fuera poco, el suministro eléctrico de la región se interrumpe una y otra vez. Para solventar el problema, se emplean generadores diésel para alimentar los acondicionadores de aire y otros electrodomésticos que consumen mucha energía.
"Todas ellas son construcciones ilegales”, critica el ingeniero ambiental Darío Ferreira Piña, que trabaja para Razonatura, otra organización ecologista de la zona. "Todo comienza con una construcción pequeña y finalmente se convierte en un gran proyecto. Poco a poco van ganando terreno a la selva”, dice señalando por la ventana mientras conduce a través del Parque Nacional Tulum.
"El problema es la corrupción”
El parque natural, que se extiende entre Tulum y la playa, es el hogar de varias especies en peligro de extinción, como jaguares y tortugas marinas. En 1981, fue declarada área protegida por decreto presidencial. Sin embargo, año tras año, se construyen nuevos hoteles y restaurantes. A algunos de ellos se les ha prohibido seguir operando. Enormes pancartas colgadas de sus fachadas indican el cierre. Sin embargo, los edificios permanecen abiertos.
En 2015, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) cerró nueve proyectos turísticos ubicados dentro del Parque Nacional Tulum por haber destruido ilegalmente vegetación de tierras bajas, matorrales y dunas costeras. A veces, los propietarios se ven incluso obligados a derribar los edificios, pero aún así, esas medidas esporádicas no son suficientes para impedir que surjan nuevos proyectos.
"México tiene todas las leyes y regulaciones necesarias para proteger el medio ambiente”, afirma Ferreira Piña. "El problema es la corrupción. La gente quiere avanzar lo más rápido posible, y tenemos un gobierno corrupto que lo permite”, critica.
En 2017, México ocupó el puesto 135 del Índice de Percepción de la Corrupción de una lista de 180 países con un puntaje de 29, siendo cero muy corrupto y 100 muy limpio.
Vertedero al aire libre
"No sólo continúan construyendo en el parque, lo que está prohibido, sino que también construyen sobre dunas de arena, cuya función es evitar la erosión y estabilizar el suelo”, señala Carlos Meade. "Esto afecta a todo el ecosistema costero”, añade.
El ecosistema de la península de Yucatán es particularmente frágil por sus cenotes (famosos sumideros naturales en la selva), su sistema de aguas subterráneas, sus manglares y la selva densa. Pero la falta de infraestructura en Tulum dificulta su conservación.
La ciudad no tiene una gestión adecuada de residuos, ni un sistema de drenaje. Hasta hace poco, la basura se arrojaba en medio de la selva en lo que los lugareños llaman el "vertedero al aire libre", a sólo nueve kilómetros de Tulum.
"Esto es una emergencia sanitaria”
"No podremos hacer frente al turismo masivo, que estamos experimentando actualmente”, afirma Darío Ferreira Piña, mientras camina entre la basura. Y añade que a medida que se descompone, la basura se filtra al sistema de agua subterránea y eventualmente al agua potable.
De hecho, un estudio delInstituto para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-INWEH) detectó contaminantes en las aguas subterráneas del área de Cancún y la llamada Riviera Maya. Entre ellos, se encuentran productos farmacéuticos, residuos de cocaína, champú, pasta de dientes, pesticidas y otros productos químicos.
"El ciclo del agua en esta región es muy rápido. En tan sólo siete días el agua superficial contaminada se filtra al sistema de agua subterránea y finalmente al océano”, explica Paul Sánchez Navarro, director de la Organización Mexicana para la Conservación del Medio Ambiente (OMCA).
Colapso de los arrecifes de coral
Según Navarro, esta contaminación tiene un impacto directo en el Sistema de Arrecifes Mesoamericano de la región, el segundo más grande del mundo después de la Gran Barrera de Coral australiana. "El arrecife de coral se ha degradado en un 80 por ciento en los últimos 30 años en la Riviera Maya y el Caribe mexicano. La proliferación de algas, debido al exceso de nutrientes y contaminantes en el agua, están sofocando el arrecife de coral”, explica.
Sam Meacham, instructor de buceo en la región desde 1984, ha sido testigo de los cambios en el paisaje coralino. "Hay mucha menos vida, el arrecife está muerto”, declara.
"Hacer de Tulum un destino sostenible es un gran desafío. Debemos establecer reglas estrictas para evitar que Tulum se convierta en un destino turístico masivo como Playa del Carmen y Cancún”, reconoce Claudio Cortés Méndez, director de turismo de la ciudad.
"Desafortunadamente, sólo unas pocas personas están interesadas en temas ambientales aquí”, se lamenta Carlos Meade. "La gente ya tiene suficiente con preocuparse por cómo ganarse la vida. Pero nuestro grupo de activistas está creciendo y tenemos que seguir concienciando y denunciando los problemas que vemos. No dejaremos de pelear”, concluye.
Autora: Andréane Williams
Editora: Viola Träder