1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Trump 2.0 se dirige hacia una presidencia desbocada

21 de enero de 2025

Günther Maihold desvela en su columna las claves del segundo mandato de Donald Trump.

https://p.dw.com/p/4pQnF

La segunda administración de Donald Trump será muy diferente a su primera presidencia, ya que se basa en tres elementos nuevos y tres estrategias hasta ahora desconocidas en la labor presidencial de EE. UU.

En primer lugar, Trump 2.0 se siente animado por una llamada divina para cumplir la misión histórica de volver a hacer de Estados Unidos un país grande de nuevo, es decir, aspira a dejar huella en los libros de historia, por lo que no mostrará ningún tipo de consideración a la hora de alcanzar sus objetivos.

Segundo, toda su actuación Trump la está legitimando con las expectativas de gran parte del electorado, que proyecta su futuro en que Estados Unidos vuelva a ser grande, fuerte y mucho más excepcional gracias a la efectividad y la voluntad de su nuevo presidente.

En tercer lugar, nos encontramos ante una estrategia geopolítica "à la carte" que incluye la recuperación del Canal de Panamá, pero también abarca otros espacios donde el presidente siente estimulado su apetito por ejercer mayor presión y dominancia militar y política con el objetivo de ampliar el territorio nacional.

En cuanto a las estrategias que empleará, se encuentra en primer lugar todo el instrumental de una guerra cultural contra la "ideología de género", con el fin de devolver la libertad a los ciudadanos, entendida como un proceso de liberación a través de la eliminación de límites regulatorios y de la supresión de regulaciones en los ámbitos del medio ambiente, la salud y la libertad de expresión. Todo ello se facilitará con la alianza estratégica de los "tecno-oligarcas" Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg con Trump, quienes se han convertido en el apoyo directo de sus planes o han aceptado de antemano las prioridades del presidente.

Nunca antes en la historia de EE. UU. se había aglomerado tanta fuerza económica, política y mediática alrededor de un presidente. Finalmente, a nivel estratégico, se vislumbra la retirada de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el Acuerdo de París sobre cambio climático. Estas medidas son expresiones de una política nacionalista, que se alimenta de una nueva alianza multilateral con Gobiernos de derecha, como Milei, Meloni, Orban y otros, y movimientos de ultraderecha. Ellos se sentirán fortalecidos para unir fuerzas y difundir sus posiciones ideológicas a escala internacional. Se está formando una poderosa "derecha internacional" que proclama el retorno a tiempos pasados y que quiere así abrirse su acceso al poder en otras partes del mundo. Ser "amigo de Trump” podría convertirse en el lema de muchos de ellos para legitimar desmanes en materia de democracia y DD.HH.

La construcción del enemigo

Desde el primer día de su mandato, Trump ha ido desplegando un alud de órdenes ejecutivas con las que ha dejado claras sus prioridades: declarar enemigos y adversarios, no exento de un subtono explícito de carácter vengativo.

El bloqueo migratorio y su interés por adelantar deportaciones para "devolver a millones y millones de extranjeros delincuentes a los lugares de los que procedían" marcan una actitud de criminalización de los migrantes, que incluye la caza de personas en situación irregular en plena calle, una caza que no respeta los derechos humanos ni la unidad familiar.

Declarar a los actores del crimen organizado y del narcotráfico como "terroristas" podría generar acciones inmediatas de intervención en otros países de la región. Y, naturalmente, en lo interno, tiene una larga lista de personas del Gobierno de Joe Biden que, en su opinión, han demostrado ser responsables de persecución en su situación personal, especialmente en el aparato judicial. Todos ellos serán objeto de acciones de ajuste de cuentas con el fin de restaurar el Estado de derecho "imparcial".

Esta dinámica se extiende más allá de las fronteras del país: así, se ha declarado una pausa de 90 días en la ayuda al desarrollo exterior de Estados Unidos para evaluar la eficiencia programática y la coherencia con la nueva política exterior de Estados Unidos, suspendiendo inmediatamente nuevas obligaciones y desembolsos de fondos de ayuda al desarrollo.

¿Cómo poner límites a una presidencia desbocada?

Marcado por su tradicional grandilocuencia, que no admite comparación, Trump se está empeñando en crear escenarios de amenaza para relanzar su estilo transaccional de políticas de presión e intimidación.

Mientras los Gobiernos latinoamericanos busquen cómo evitar ser amedrentados por el nuevo inquilino de la Casa Blanca, este ya ha declarado sobre la futura relación con los países de América Latina que "no los necesitamos", relegándolos a una situación marginal dentro sus planes de gobierno.

Pero también se está haciendo evidente la falta de unidad y de criterio entre los países de la Unión Europea con respecto a las exigencias, la presión arancelaria y los gestos políticos indeseados con Putin por parte de Trump.

De hecho, no serán los Gobiernos los que pondrán límites efectivos a la presidencia de Trump, sino los mercados, los niveles de inflación y endeudamiento y la desorganización interna de un Gobierno que no sabrá definir prioridades ni acciones coherentes en su gestión.

El afán de apropiarse del futuro, formulado por Trump en su discurso inaugural, no solo aspira a una época dorada para EE. UU., sino que también excluye a muchos otros países de mejorar su bienestar y sus opciones de futuro, lo que será una carga histórica que este Gobierno tendrá que soportar más allá de su discurso actual.

(ms)