Tres minutos de fútbol: Turquía va contra Alemania.
20 de junio de 2008Los comentaristas alemanes lo calificaron como „el juego de la pasión“. En realidad era un partido de marcada raigambre teutona, con siete jugadores de la Bundesliga: los croatas Robert Kovac, Josip Simunic, Ivan Rakitic, Ivica Olic, Mladen Petric e Ivan Klasnic, más el turco Hamit Altintop. El técnico Slaven Bilic, de Croacia, en sus tiempos de jugador militó para el Karlsruher SC.
Además, Alemania se mantenía pendiente, pues de este duelo saldría el próximo rival del seleccionado germano en las semifinales de la Eurocopa.
Encuentro aplomado
Croacia y Turquía se encontraban en el estadio de Viena, ciudad que alguna vez fue sitiada por las fuerzas turcas dando origen al imperio otomano.
En la cancha del Ernst Happel, el primer sablazo turco corrió a cargo de Altintop, jugador nacido en Gelsenkirchen pero turco de corazón y de pasaporte.
Turquía, en efecto, tomó la iniciativa con arrebatados avances por el costado derecho, sin poder mellar el arco de Pletikosa. Poseídos por la obsesión del marcaje "al balón", los contingentes azules y rojos se amontonaban a media cancha, en muchedumbres que recordaban a las inmensas praderas del fútbol amateur. La pasión, después de todo, implica desorden. El desequilibrio venía del 22 turco, que insistió con disparos a mdia distancia.
Ni Olic, del Hamburgo, ni Rakitic, del Schalke 04, lograron armar jugadas ofensivas en los primeros 17 minutos del encuentro. Pero al 18, el zurdo Olic estrelló de lleno un remate de cabeza en el travesaño y Kovac ya no pudo clavar el balón en la red.
La vía croata hacia el gol se abría claramente por la parcela derecha a cargo de Sabri. Luego, también el sector izquierdo comenzó a hacer agua. En unos cuantos minutos, Turquía había perdido a la inicativa del partido. La habilidad de los croatas se fue imponiendo gradualmente y, sin embargo, el partido se hundió en la especulación, la aglomeración y la inconsistencia.
Sin cambios en la segunda mitad
Así sucedió también durante la segunda parte, cuando hubo algunas sustituciones pero, de manera increíble, nula variación estratégica. El fútbol elemental siguió imponiéndose.
El cuadro croata tuvo dos enormes oportunidades al principio del segundo tiempo, pero no supieron o no pudieron inaugurar el marcador, que seguía registrando roscas. Turquía, desde el punto de vista de la ofensiva, había desaparecido a estas alturas del partido.
La indefinición se prolongó hasta el tiempo complementario, ante la incapacidad croata de concretar varias oportunidades que se le presentaron hacia finales de los 90 minutos reglamentarios. Era de esperarse que en esta continuación, los cuadros se lanzarían con todo a buscar la semifinal.
Y cuando parecía que el partido se iba a los penales, ante el agotamiento de los croatas y la insistencia turca, llegó Ivan Klasnic, que había entrado en sustitución de Olic, para rematar de cabeza con el arco abierto y poner el 1 a 0.
De repente, el alarido
Segundos más tarde, lo increíble: minuto 120, un despeje errático de la defensiva croata, y tiro de Semih, que de ahora en adelante será un semidiós en Turquía, al ángulo izquierdo de la portería de Pletikosa. 1 a 1 tras dos horas de tensión y poco fútbol.
La ronda de penales empezó tan errática como el partido, con Croacia fallando a manos de Modric. Rakitic continuó el suicidio croata en un partido que los azules tenían ganado. Otro de la Bundesliga, Mladen Petric, entregó el encuentro con el tercer penal fracasado.
Será Turquía la que se enfrentará a Alemania en las semifinales de la Eurocopa. No fue un triunfo merecido sino un prodigio de la suerte y de la generosidad croata.
Las metrópolis alemanas, nutridas de la vehemente comunidad turca, se preparan ya para vivir el miércoles una noche sin fin, pase lo que pase en la semifinal.