“Tratado nuclear, sí; pero no a cualquier precio”
7 de julio de 2015“Las negociaciones de Viena en torno al programa nuclear iraní son el principal tema de discusión aquí”, comenta Shahryar, uno de varios jóvenes persas que estuvieron dispuestos a conversar con Deutsche Welle en Teherán sobre los estragos que las sanciones internacionales han causado en ese país asiático.
A Irán se le impusieron varias formas de aislamiento hace más de una década para presionar a su Gobierno a autorizar las inspecciones de sus centrales atómicas. Y es que las potencias occidentales sospechan que allí se genera energía nuclear con fines bélicos. Los entrevistados hablaron con DW bajo condición de anonimato.
“Las sanciones nos golpean duramente”, asegura Shahryar mientras busca novedades sobre la cita de Austria en Twitter, una red informativa oficialmente prohibida en su país. El joven de 29 años habla de altos índices de inflación y desempleo. Pardis, su novia, acota que hasta la importación de medicamentos se ve limitada.
Compromisos de parte y parte
Shahryar y Pardis dan por sentado que la suscripción de un acuerdo en la capital austríaca pondría fin a esta situación de inmediato. Otros tienen sus dudas: “Tratado nuclear, sí; pero no a cualquier precio”, aclara el empresario Reza, ávido de que se restablezcan las relaciones comerciales entre Irán y Occidente.
“Estamos dispuestos a reducir nuestro programa nuclear y a someternos a controles estrictos, pero sólo si se comprometen a levantar por completo todas las sanciones”, agrega Reza, alegando que algunos de los posibles sucesores del presidente estadounidense, Barack Obama, han jurado no reconocer tratado atómico alguno.
Reza lamenta que, debido a las sanciones vigentes, los iraníes deban tomar caminos excepcionalmente largos –atravesando Rusia o China– para poder hacer negocios con Europa y Estados Unidos. No obstante, el empresario se cuenta entre los optimistas y cree que la firma de un convenio es inminente.
¿Esperar o intentar emigrar?
Hamid espera que así sea: “Quizás vengan más turistas a Irán cuando terminen las discusiones. Aquí hay mucho que conocer, y los iraníes somos personas muy cordiales”, subraya el joven de 32 años, dueño de una agencia de viajes. Por su parte, Niloufar, que acaba de cumplir 21 años, quiere más que la firma de un pacto en Viena.
Aunque el de la política es un tema sobre el que pocos se atreven a discutir abiertamente –y muchos menos con extraños–, Niloufar señala sin reservas: “En Irán son sobre todo las mujeres quienes no pueden vivir libremente. Quizás cambie la situación cuando se resuelvan los problemas de política exterior iraníes”, dice.
Niloufar cuenta que, poco antes de ser entrevistada, la Policía Religiosa la persiguió por llevar un manto más corto de lo estipulado por los vigilantes de las buenas costumbres islámicas. Nazanin, de 31 años, conoce ese problema, pero ella preferiría emigrar a tener que esperar a que las circunstancias cambien en Irán.
Nazanin quisiera hacer un doctorado en una universidad élite de Estados Unidos con miras a elevar sus probabilidades de éxito en el mercado laboral. De momento, el obstáculo más grande es la dificultad para conseguir una visa para viajar a ese u otros países occidentales. Nazanin cuenta con que la suscripción de un acuerdo en Austria le volverá a abrir las puertas del mundo a los estudiantes iraníes.