Tras júbilo de Merkel, los euroescépticos también cantan victoria
24 de junio de 2007Aunque Polonia se consagró como “la niña rebelde y de nunca satisfacer” de la Unión, lo cierto es que el Reino Unido logró que se eliminara el título de “ministro de Exteriores” - minando así su fuerza ejecutiva - y obtuvo una autoexclusión voluntaria sobre la Carta de Derechos Fundamentales, que no será jurídicamente vinculante en su territorio, además de conseguir la figura del presidente estable del Consejo.
¿Y qué aporta Polonia a la Unión Europea?
Polonia, que desde que se sumó al bloque, en 2004, parece sólo estar interesada en las prebendas tanto de europeístas como de atlantistas, también arrancó una importante concesión: mantener hasta 2017 la cuota de poder que le otorgaba el Tratado de Niza, (2001), con 27 votos en el Consejo.
Con esto, Varsovia logró, en realidad, nada menos que doblegar a la canciller alemana, Angela Merkel, presidenta interina del Consejo de la UE, que buscaba la aplicación inmediata del sistema de doble mayoría (55 por ciento de Estados y 65 por ciento de población), mecanismo que dará más poder a los socios demográficamente “poderosos”.
España salió bien librada
España, que en principio no quería reabrir la sensible cuestión del reparto de poder, salió beneficiada –por una pura carambola inesperada- de la tenacidad negociadora del presidente polaco, Lech Kaczynski, pues mantiene -con la mitad de población que Alemania- la misma capacidad de bloquear una decisión que con el Tratado de Niza, cuando la UE contaba con sólo 15 socios.
España además logró que Javier Solana, actual Alto Representante para Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), que ahora se llamará “Alto Representante para Exteriores de la UE”, pase a ser vicepresidente de la Comisión Europea, además de tener bajo su mando al servicio exterior comunitario.
El acuerdo supone un mandato para una Conferencia Intergubernamental (CIG), probablemente el próximo otoño, que daría formato jurídico final al modelo básico trazado por los jefes de Estado y Gobierno en la cumbre de Bruselas.
Gordon Brown: ¿otro primer ministro británico que quiere dinero?
Después de silenciados los gritos de victoria de Merkel y Sarkozy, se podría decir que muchos de los laureles han sido para el frente “euroescéptico”, encarnado por el saliente primer ministro británico, Tony Blair, como fiel heraldo de su sucesor, Gordon Brown (ex ministro de Hacienda), conocido por su “eurofobia” a toda concesión de Gran Bretaña a Bruselas.
En realidad, Londres quiere un gran supermercado desprovisto de corazón político, lo más alejado posible de una eventual Europa federal, o confederal, como propugnaba a mitad de los años 80 el fallecido federalista italiano Altiero Spinelli, que soñaba con unos “Estados Unidos de Europa”.
Inolvidable es la habilidad negociadora británica cuando se gestaron -en otro parto con complicaciones- las últimas Perspectivas Financieras 2007-2013. En 1984 la isla británica recibió el jugoso “cheque británico”, cerca de 5.000 millones de euros anuales (al cambio actual) que Margaret Thatcher arrancó para compensar los reembolsos a Londres por la Política Agrícola Común (PAC)- en el Consejo europeo de Fontainebleau con su célebre diatriba: “I want my money back!” (¡Quiero que me devuelvan mi dinero!).