Rumanos en Tönnies: salarios bajos, amenazas y explotación
2 de julio de 2020"Trabajamos en Tönnies, estamos en cuarentena y nadie se preocupa por nosotros". Desde hace días, la redacción rumana de DW se ha visto inundada con llamados como este procedentes de la región renana de Gütersloh. Desde que la cobertura mediática comenzara a ocuparse ampliamente de la precaria situación de vivienda y trabajo de los empleados de Tönnies, nuestra redacción se ha convertido en el principal punto de contacto de muchos hombres y mujeres que se sienten abandonados a su suerte tanto por el más grande productor cárnico alemán, Tönnies, como por las empresas rumanas que los subcontrataron.
Nos relatan sus historias por teléfono: el exigente trabajo en el matadero, el duro ambiente de trabajo, la falta de medidas de seguridad y las a menudo indignas condiciones de vida de sus viviendas. También sobre la súbita cuarentena en la que se han visto inmersos. Nos confirman todo aquello sobre lo que los medios llevan días informando. Lentamente se eleva el oscuro velo que cubre las miserias que van desde amenazas y bajos salarios hasta la explotación.
Una táctica sencilla
Algunos de nuestros interlocutores describen la situación con tranquilidad, otros son más emocionales. Muchas veces, durante sus llamadas telefónicas, se escuchan voces de fondo, voces de personas que también quieren hablarnos. Muchos de ellos trabajan para Tönnies desde hace años, otros desde hace tan solo unos meses. Nos cuentan que fueron subcontratados para Tönnies a través de empresas rumanas que reclutan empleados baratos tanto en Rumania como también aquí en Alemania. La técnica es sencilla: ponen anuncios buscando trabajadores para la cosecha de espárragos y fresas o para mataderos. El contrato se firma en el país de origen. Eso le cuesta habitualmente 100 euros al nuevo empleado, que también debe abonar el transporte hasta Alemania (240 euros por el viaje de ida y vuelta).
Los anuncios aseguran que se les garantiza un salario mínimo de 9,35 euros por hora. En realidad, se les cobra 7 euros al día (unos 200 euros al mes) por una cama en un alojamiento compartido con otros empleados, además de otros gastos adicionales. Aunque el contrato les promete que se les pagarán las horas extraordinarias, estas no quedan siempre reflejadas en la nómina mensual. En algunos casos, parte de esas horas extra les son abonadas en mano y en metálico, es decir, fuera del control fiscal alemán.
Enviar dinero a casa
A pesar de la precarias condiciones en matadero y alojamientos, algunas de las personas con las que hablamos no estaban del todo descontentas con su salario, aunque siempre tuvieron "la sensación" de que se les defraudaba parte del mismo. A pesar de ello, aseguran que es "el doble" de lo que ganan en casa, si es que allí logran encontrar empleo. Sus familias dependen de lo que ellos envían mensualmente a casa.
Muy pocos tienen valor para preguntar si son correctos los detalles de sus nóminas salariales. En caso de hacerlo, el capataz, el jefe de turno, el personal de la subcontrata, todos rumanos, tienen preparada la misma explicación. Llegar hasta los jefes alemanes, por no decir al "gran jefe", es imposible. Hay un refrán rumano que dice: "Antes de llegar a Dios, te devoran los santos". Es una frase que surge una y otra vez durante nuestras conversaciones con los empleados de Tönnies.
Y otra cosa nos queda clara: no todas las empresas que subcontratan actúan mal, pero hay que parar los pies a las muchas "ovejas negras" que sí lo hacen. Hay una empresa concreta que muchos mencionan: MGM, una agencia, cuyo propietario se llama Dumitru Miculescu.
Un hombre de negocios bien relacionado
Las investigaciones en Rumania muestran que Miculescu controla varias firmas en Alemania y Rumania, empresas que van desde el reclutamiento de personal hasta los negocios inmobiliarios. Su carrera comenzó en el sur de Rumania con la cría de aves y cerdos. Varios medios informan que en 2011 fue condenado a año y medio de prisión condicional en el marco de una proceso por corrupción. Pero esto no ha supuesto obstáculo alguno para los negocios de Miculescu. Muy bien relacionado, consiguió colocar a miembros de su familia y amigos en importantes puestos públicos para controlar su entramado de empresas, medios locales y autoridades estatales.
Miculescu también fue activo en la política. Según sus intereses en cada región, cambiaba radicalmente de filiación, de izquierda a derecha. Según nuestras pesquisas, llegó a presionar y amenazar a oponentes políticos incómodos, aunque, finalmente, de nada le sirvió, porque abandonó la política para concentrarse en su emergente red de empresas en Alemania. También aquí le acompaña la fama de amenazar a críticos y amedrentar a empleados y ha aparecido en diversos medios por sus prácticas dudosas.
Siempre hay gente que quiere trabajar en Alemania
En pocos días, se levantará la cuarentena de Tönnies y la empresa podrá retomar la producción. Algunos de los empleados con los que hemos hablado volvieron a Rumania antes de las restricciones y no quieren trabajar más para Tönnies. Los que se han quedado desean lograr mejores condiciones laborales y vitales gracias a la inmensa cobertura mediática sobre su situación. Mientras, vuelven a aparecer anuncios buscando empleados en los habituales portales de Internet.
Siempre habrá gente que quiera venir a trabajar a Alemania, mujeres y hombres rumanos que no encuentran un empleo bien pagado en su país. Muchos con los que hemos hablado desean ser contratados directamente por las empresas alemanas si, como está previsto, la ley alemana comienza a prohibir los contratos por obra en la industria cárnica. El ministro de Trabajo, el socialdemócrata Hubertus Heil, dice que desea que la ley se aplique a partir del 1 de enero de 2021. Todavía se debate sobre si deben aplicarse regulaciones similares en las áreas de agricultura, obras y servicios de mensajería, sectores en los que también se dan circunstancias escandalosas desde hace tiempo.
(ms/vt)
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