En Cuetzalan del Progreso, Puebla, se encuentra la cooperativa indígena más antigua de México, que surgió para eliminar a los intermediarios y defender los derechos de los pequeños agricultores. Entre tanto, la mayoría de sus 38 mil socios son productores orgánicos y, por primera vez, Tosepan es presidida por una mujer. Paulina Garrido habla náhuatl y su elección es una señal hacia la equidad de género. La agencia de cooperación alemana GiZ apoya a Tosepan mediante talleres de formación, donde los miembros de la cooperativa aprenden a manejar mejor su negocio para que puedan vender a mejores precios. Y es que los campesinos de la región, como en casi todo el país, sufren la falta de políticas del Estado y de créditos. Además, las comunidades indígenas del noroeste de Puebla tienen que defenderse de las concesiones mineras e hidroeléctricas, cuya llegada significaría destrucción medioambiental y desplazamiento de sus tierras. El círculo productivo de la cooperativa Tosepan se cierra en Wuppertal, Alemania, donde se encuentra la sede de la empresa de comercio justo más antigua y grande de Europa. La GEPA fue fundada hace 45 años para promover la cooperación con pequeños productores como los de la cooperativa Tosepan, que exportan hasta aquí su café orgánico, que se vende luego en las tiendas llamadas "Weltladen”. Las comunidades indígenas son las tradicionales guardianas de la tierra. Tosepan Titataniske, que en náhuatl significa "Unidos Venceremos”, se ha convertido en una organización de referencia en la producción agrícola y en un modo de vida sustentable.