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Terrorismo made in Germany: del sofá a la Yihad

4 de marzo de 2010

En 2007 se planeó en Alemania una ola de sangrientos atentados terroristas. Los responsables, condenados hoy a penas de entre 5 y 12 años, no llegaron de otros países, sino que crecieron y se radicalizaron en Alemania.

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El acusado Daniel Schneider podría pasar 13 años en la cárcel.Imagen: picture-alliance/dpa

El peróxido de hidrógeno es un material que se utiliza para construir bombas, y ellos, los cuatro detenidos por la unidad especial alemana GSG9 el 4 de septiembre de 2007 en la región de Sauerland, al oeste de Alemania, pensaban detonarlas en discotecas, bares, aeropuertos y cuarteles. Un asesinato en masa.

El Tribunal Superior de la ciudad de Düsseldorf pronunció este 4 de marzo el veredicto en el caso de los cuatro jóvenes acusados. Daniel Schneider y Fritz Gelowick tendrán que cumplir una condena de 12 años de prisión. Adem Yilmaz, una de once años, y Atilla Selek deberá pasar cinco años en la cárcel. Se los acusa de haber planeado asesinatos múltiples y de ser miembros de la organización terrorista Unión de la Yihad Islámica.

La sorpresa para muchos al ser arrestados los entonces presuntos terroristas, fue que dos de ellos son alemanes que, luego de una crisis personal, se habían convertido al islam. Los otros dos son de origen turco, viven hace años en Alemania y se los considera bien integrados. Con esto queda claro que los mayores peligros terroristas no llegan a Alemania desde otros países, sino que crecen jugando en el jardín del vecino. Son alemanes y su vida, en algún momento, da un vuelco que los hace tomar el camino de la violencia.


Miles de terroristas islámicos se ‘hicieron' en Alemania

Las autoridades alemanas consideran que hay miles de terroristas fundamentalistas islámicos que se han radicalizado en Alemania. Al terrorismo ‘made in Germany' o, como lo llaman los expertos en el tema, ‘Homegrown terrorism', se llega por dos vías posibles: a través del Internet y a través de quienes predican el terrorismo. Estos buscan en los grandes círculos fundamentalistas islámicos a los posibles candidatos de la autodeclarada ‘guerra santa'.

En Internet existen páginas web con títulos como ‘Tiempo de mártires', en las que cualquiera tiene acceso a videos que glorifican la lucha contra los infieles, o que llaman a apoyarla. Los videos transmiten a los jóvenes, en su mayoría hombres, una sensación de poder, de una fortaleza que, parecería, no encuentran en su vida cotidiana en Alemania, según opinan expertos de los servicios de inteligencia.

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Los acusados: Daniel Schneider, Atilla Selek, Fritz Gelowicz y Adem Yilmaz.Imagen: AP

La web, caldo de cultivo terrorista

Al-Qaida y otras agrupaciones terroristas ya hace tiempo que reconocieron lo que pueden lograr con este tipo de propaganda, y el espectro humano que pueden llegar a cubrir. Para el fiscal federal Rainer Griesbaum, director del departamento de Terrorismo de la Fiscalía Federal alemana, las operaciones de Al-Qaida se basan en dos aspectos básicos: “En primer lugar, una columna operativa, es decir, la responsable de los ataques, luego, una columna logística, es decir, la de la financiación y reclutamiento, y, por último, la columna propagandística, principalmente a través de Internet”, explica el fiscal.

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Idilio en Renania del Norte-Westfalia, en donde prepararon el atentado terrorista.Imagen: AP

Los videos en la red muestran una mezcla de supuestos versos del Corán, escenas de luchas en Irak o Afganistán e imágenes de Abu-Ghraib y Guantánamo, y enaltecen a los ‘guerreros de Alá'. Este videomensaje de 2009, que glorifica los atentados del 11 de septiembre lo ejemplifica: “Un 11 de septiembre, 19 hombres virtuosos destruyeron a los infieles”, reza el texto.

Integración, igual a traición al Islam

Tanto Al-Qaida como otros grupos tratan hábilmente de malograr la integración, muchas veces ya bien lograda, de familias de inmigrantes o descendientes de inmigrantes. El mensaje, dirigido a los jóvenes musulmanes de la segunda o tercera generación, es que sus padres, en su esfuerzo por pertenecer a la sociedad alemana, han traicionado al ‘verdadero' islam, y les ofrecen a ellos, los hijos, una alternativa radical. Es común que los jóvenes caigan en un conflicto familiar. Una característica de los núcleos familiares de sospechosos de terrorismo en Alemania es que viven de acuerdo con las normas occidentales y ya casi no practican su religión.

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Contenedores de peróxido de hidrógeno confiscados en la vivienda de Sauerland.Imagen: AP

A esto se suma otro aspecto: el trasfondo social de un pequeño grupo de alemanes radicales convertidos al islam es típicamente burgués. Como en el caso de Fritz Gelowick y Daniel Schneider, acusados de la célula de Sauerland. Ambos descubrieron el islam en un momento difícil de su adolescencia, lo que no representa en sí un problema. Pero pronto cayeron en manos de personas que predican la violencia, y que los convencieron de que era su deber sagrado combatir a los no creyentes. Así sea en la República Checa, en Irak o en Afganistán, ellos estaban dispuestos a pelear. Y cuando sus líderes les ordenaron que debían hacerlo en su propio país, en Alemania, no dudaron ni un instante en aceptar el plan. Durante el juicio en su contra se constató que, justamente por no poseer conocimientos fundados de la religión musulmana, fue muy sencillo convencerlos de su obligación hacia la ‘guerra santa'.

Los ‘yihadistas de sofá' están en todos lados

Hay un tercer grupo que les da severos dolores de cabeza a los investigadores: los llamados ‘yihadistas de sofá' o ‘lobos solitarios', gente que se autoperfila como radical en Internet, sin tener contacto con otros fundamentalistas islámicos. En la web pueden encontrar todo lo que necesitan para un ataque terrorista: las instrucciones para construir bombas y la Fatwa -el pronunciamiento legal del Islam que aprueba el atentado.

En julio de 2006, dos jóvenes estudiantes libaneses intentaron de ese modo hacer estallar dos bombas caseras en trenes regionales alemanes. El atentado falló a causa de errores en la construcción. Pero para los expertos, el caso fue especialmente relevante, ya que demostraba que los hombres eran dos desconocidos hasta el momento en que colocaron la carga explosiva en los trenes. La conclusión a la que llegaron es amarga, pero real: nadie está a salvo de este tipo de delincuentes.

Autor: Holger Schmidt/ Cristina Papaleo
Editor: Pablo Kummetz