Terremoto electoral en Baviera
15 de octubre de 2018Estas elecciones cambian muchas cosas. Y no solo en Baviera. Lo que funcionó durante décadas, es decir una Unión Cristianosocial (CSU) como un partido creíble, de base cristiana, conservadora y al mismo tiempo social, a partir de ahora ya no existe. La caída de casi el 48 al 37 por ciento no puede maquillarse de ninguna forma: es una debacle histórica.
Una cosa debe ser dicha: este fiasco del partido popular bávaro no es un efecto colateral. No es el éxito de otros lo que llevó a la derrota de la CSU. Son los líderes del partido los responsables del derrumbe. Nadie más.
Ganadores en todo el espectro
La verdadera sorpresa de esta elección es el éxito de Los Verdes. Con casi el 19 por ciento, los ecologistas doblaron su respaldo en Baviera y están en buen camino para convertirse en el nuevo partido de masas. A nivel local y también a nivel federal.
En Baviera, muchos electores de la CSU optaron esta vez por Los Verdes, porque se toman lo de "cristiano", que los conservadores llevan en el nombre, más en serio. Esto parece haberlo olvidado especialmente el líder del partido conservador, Horst Seehofer. Todo indica que no son pocas las personas que no se quieren dejar atrapar por el discurso de que el temor a la islamización debe ser mayor que la razón y la caridad.
Los otros ganadores -los populistas de derecha de AfD- no pueden ser ya calificados como sorpresa. Su ingreso a 15 de los 16 parlamentos regionales alemanes habla de una tendencia generalizada en el país. Que alcanzara "solo" el 11 por ciento y no el temido 20 por ciento no debe llevarnos a error: esa cifra es ya suficientemente mala, aunque no implica necesariamente un giro hacia la derecha. Es un resultado atribuible a un voto de protesta y como respuesta a los errores de la CSU.
El mayor error: el quiebre del tabú del flanco derecho. Durante décadas, el partido bávaro siguió las premisas de su mentor Franz-Josef Strauß y no dejó espacios a la derecha para el surgimiento de otras fuerzas. Esto era importante también a nivel federal: en la Unión, la CSU cumplía el papel de ser la fuerza más conservadora y eso fue así hasta que en 2018 los líderes del partido entraron en pánico y empezaron a imitar a AfD. Cuando se detectó el error, su presidente -un sabelotodo y enemigo de Merkel- ya había causado demasiado daño. Señor Seehofer, usted apostó, y hoy es el responsable y el perdedor.
El terremoto llega a Berlín
El efecto de la apuesta de Seehofer es la erosión de toda la Unión. Y sin mencionar siquiera el drama de los socialdemócratas. El SPD cayó del 20 por ciento de 2013 al 10 por ciento de estas elecciones, haciendo con ello aún más evidente su crisis. Cuando un partido que cogobierna en Berlín sufre semejante descalabro en una elección regional importante, difícilmente eso puede quedar sin provocar consecuencias.
El SPD no sale de su rol de comparsa. Los socialdemócratas deberían mantener la calma y empezar a ganar puntos en sus temas fuertes. Claro, es más fácil decirlo que hacerlo, porque sus líderes tienen también detractores dentro del partido, especialmente aquellos que piden poner fin a la Gran Coalición. Las peleas y fricciones no son solo a nivel interno, sino que también son claras dentro del Gobierno de Merkel.
Ahora Alemania se concentra en las próximas regionales, que tendrán lugar dentro de dos semanas en Hessen. Para los partidos de Gobierno podría ser una elección fatídica. Si ambos, la Unión y el SPD, sufren pérdidas muy cuantiosas, la coalición podría empezar a tambalearse de verdad. Solo unas semanas más tarde será la elección para confirmar a Angela Merkel como jefa de la CDU. Convengamos que lo sucedido en Baviera no ayuda en nada a fortalecer la posición de la canciller y de su Gobierno.
Autora: Rosalia Romaniec (DZC/LGC)
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