Terapia para pedófilos
5 de abril de 2007Fueron cajas de cartón enteras llenas de fotografías pornográficas de niños las que policías se llevaron en octubre de 2006 del apartamento de un hombre de 47 años en Magdeburgo, Alemania. En discos fijos de laptops y computadoras había almacenado además miles de fotos de niños violados, bajadas de Internet. Fue uno de los primeros de 332 pedófilos que la Policía detuvo en el marco de la operación “Mikado”.
Tras las huellas de los pedófilos llegaron los investigadores con ayuda de una evaluación de pagos con tarjetas de crédito que prueban contactos con las redes de pedófilos en Internet. Descubrirlos en la red no es fácil. Las páginas de Internet son gestionadas por empresas fantasmas que cambian a menudo una vez por mes su dirección, para borrar huellas.
“Pedófilos” son designadas personas que se sienten sexualmente atraídas por niños en edad prepubertaria. Uno de cada cien hombres tiene fantasías pedófilas, estiman expertos. Y uno de cada tres de esos hombres –mujeres con tendencias pedófilas prácticamente no existen– violan niños. El resto se abstiene o trata de abstenerse.
En Alemania se identifican por año unos 12.000 sospechosos a los que se los acusa de pedofilia. De éstos, la mitad tiene realmente impusos de ese tipo. Los demás utilizan a los niños como sustitutos de parejas sexuales adultas, a las que realmente desean.
“La pedofilia no es curable”
En el Hospital Charité de Berlín se desarrolla desde junio del 2005 el primer proyecto en Alemania en cuyo marco se intenta prestar asistencia a pedófilos. Éstos pueden registrase y solicitar ayuda. El objetivo es evitar violaciones a través de una terapia. Hasta ahora han recurrido al servicio unas 500 personas, de las cuales 100 fueron incluidas en el programa. Algunos pacientes comenzaron por experimentar un “shock”.
“La pedofilia no es curable”, dice Klaus Beier, profesor de medicina sexual y fundador del proyecto, que lleva el nombre de “Evitar ser violador”. En conversaciones personales y terapias de grupo, Beier y su equipo intentan enseñarles a los pacientes que pueden hacer algo contra el temor a violar un niño, pero no contra los propios impulsos pedófilos. “Aceptarlo es para muchos como un diagnóstico de cáncer”, agrega Beier.
Con el programa no se propone proteger a violadores de condenas, sino proteger a los niños de abusos sexuales. Quien se halla en medio de un proceso por pedofilia no es aceptado. Y quien no observa las reglas, vuela.
Autocontrol y medicamentos
A los demás, el equipo de Beier intenta entrenarlos para que sepan diferenciar entre lo que se pueden imaginar, todo, y lo que pueden llevar a la práctica: nada. O sea, un entrenamiento para desarrollar el autocontrol. El paciente que asume en forma responsable su pedofilia evita realizar actos que lo exciten, películas pornográficas y el contacto incontrolado con niños. Quienes en casa no pueden controlarse reciben medicamentos que reducen los impulsos sexuales. No obstante, la tentación siempre permanece, dice Beier.
¿De qué sirve entonces la terapia, si la tentación continúa? Uno de los afectados dice: “la presión de seguir adelante se reduce. Hoy no me siento completamente seguro de mí mismo, pero sí más seguro que antes”. También porque ha contado del problema a su familia y amigos. Todos lo aceptaron, menos el padre.
Qué influencia tiene la difusión rápida y mundial de imágenes pornográficas con niños a través de Internet es difícil de evaluar. “Pero no se puede excluir que ello haga crecer el número de pedófilos”, dice Beier. Muchos adolescentes navegan mucho en Internet y pueden descubrir imágenes y filmes pornográficos con niños. Como a esa edad son definidas también las preferencias sexuales, esas imágenes pueden influir sin duda negativamente sobre la estructura sexual.