¿Son apolíticos los jóvenes alemanes?
12 de agosto de 2012Una investigación del Centro Federal de Educación Política (BpB por sus siglas en alemán) y del Instituto Sinus de Heidelberg revela que el grupo de jóvenes comprendido entre los 14 y los 19 años de edad de origen migratorio y con entornos sociales desfavorecidos lo ignora prácticamente todo sobre las instituciones más importantes de la democracia: partidos, políticos y parlamento. “Casi el 20% de estos jóvenes considera que existe una enorme distancia entre ellos y los partidos, y cuestionan la democracia como forma de vida y de gobierno”, confirmó a Deutsche Welle Klaus Hurrelmann, coeditor del estudio.
A menor formación, menor interés en la política
Marc Calmbach, investigador del Instituto Sinus de Heidelberg, explica que ello se puede deber en parte a que muchos de estos jóvenes de entornos sociales desfavorecidos cuentan con una menor base educativa y, por ello, tienden a estar políticamente desconectados. “Solo cuando sus ídolos de la música, como los raperos, dan voz a sus problemas en un lenguaje que ellos pueden comprender, comienzan a escuchar”, dice Calmbach.
“En cualquier caso, es difícil determinar qué es exactamente el compromiso político”, continúa Calmbach. Muchos no creen que ser activo implique perseguir puestos en los partidos políticos. “Los jóvenes tienden cada vez más a implicarse en proyectos de duración determinada en los que puedan observar los beneficios de su actuación”, dice el investigador. No sacrifican el poco tiempo libre del que disponen en reuniones de partido locales o municipales.
Otras formas de hacer política
Pero, aunque el interés por el trabajo de partido haya disminuido, de ningún modo puede afirmarse que sean políticamente menos activos que la generación de sus padres. Muchos de ellos, al igual que se hacía en los años 60 y 70, defienden sus posturas con vehemencia fuera del Parlamento. Así ocurre con el movimiento juvenil de ámbito mundial “Occupy”, que protesta contra el poder sin límites de los mercados financieros, así como con las manifestaciones anti-ACTA.
Ambos son ejemplos de nuevos movimientos políticos. El interés y el compromiso político buscan nuevos caminos, impulsados por un sentimiento común. “Los jóvenes piensan que los representantes públicos no son capaces de entender muchos asuntos y que necesitan consejeros continuamente”, afirma Calmbach.
El ascenso del Partido Pirata y su plataforma para impulsar entre los partidos tradicionales más transparencia y una democracia directa es otro ejemplo que demuestra que los jóvenes desean otras formas de hacer política.
Klaus Hurrelmann considera esto como una advertencia para todos los partidos, sea cual sea su signo. “Hay desencanto con los partidos, pero no con la política”, concluye.
Autor: Richard Fuchs/MS
Editora: Emilia Rojas