“Somos un pueblo”: el camino a la reunificación de Alemania
29 de septiembre de 2020La reunificación de Alemania fue una sorpresa para muchos. Cuando el presidente estadounidense Ronald Reagan visitó Berlín Occidental en junio de 1987 y se dirigió con tono solemne a Mijaíl Gorbachov, entonces Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), pidiéndole que derribara el muro que atravesaba la ciudad, pocos tenían la esperanza de que sus palabras fueran oídas. Para ese momento, Alemania llevaba casi cuarenta años dividida en dos bloques aparentemente irreconciliables.
Aunque en la propia Unión Soviética y en los países de Europa Oriental, vecinos de la República Democrática Alemana (RDA), ya se venían sintiendo los efectos de la democratización y la apertura política, Erich Honecker, jefe del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED, son sus siglas en alemán), se negaba a aplicar reformas como las propuestas por Gorbachov. “El Muro de Berlín seguirá de pie en los próximos cincuenta o cien años, si no se superan las razones por las cuales se erigió”, amenazó Honecker en enero de 1989.
Un suceso inesperado
En el mismo año, solo 3 por ciento de los alemanes occidentales creían que llegarían a ver la reunificación de Alemania con sus propios ojos. Fue entonces cuando la Historia pareció haber decidido avanzar en cámara rápida. Una ola de salidas hacia el extranjero y masivas protestas callejeras pusieron bajo presión a los líderes de la RDA; a principios de noviembre el Gobierno de Alemania Oriental redactó precipitadamente regulaciones que, aunque propiciaban la libertad de viaje, seguían imponiendo restricciones al desplazamiento hacia el exterior.
En una memorable conferencia de prensa que tuvo lugar en la tarde del 9 de noviembre de 1989, Günter Schabowski, miembro del Politburó, dio a conocer prematuramente un comunicado alusivo a las posibilidades de viajar al extranjero, que interpretó erróneamente. “Hemos decidido establecer una regulación que le permita a cada ciudadano de la República Democrática Alemana salir del país a través de los pasos fronterizos”, anunció Schabowski.
El poder simbólico del Muro
Esa misma noche, sin que sonara un solo disparo, el régimen fronterizo de la RDA en el Muro de Berlín cedió ante la masa de personas que cruzaron la frontera. Por aquellos días, dramáticas escenas se desarrollaban en la sede principal del SED. Bernhard Quandt, un viejo comunista y miembro del Comité Central del partido, exigió que se aplicara la pena de muerte a aquellos líderes del SED que permitieron el derrumbamiento de la RDA.
La caída del Muro de Berlín es símbolo del inesperado triunfo de quienes protestaban en las calles de Leipzig, Berlín y Dresde, animados por el éxito del movimiento Solidaridad en Polonia, por las reformas introducidas en Hungría y por Gorbachov. Este suceso también allanó el camino que llevó a la reunificación de Alemania. Sin el Muro de Berlín como punto de apoyo, el Estado de Alemania Oriental se desmoronó y la opción de crear una República Democrática Alemana independiente y realmente democrática fue desestimada por el pueblo que en la calle clamaba: “Somos un pueblo, somos un pueblo…”.
A favor de la reunificación
Tras celebrarse las primeras elecciones libres en la Cámara del Pueblo de la RDA, triunfó la Alianza para Alemania, que se pronuncia a favor de la reunificación de los territorios divididos tras de la Segunda Guerra Mundial lo antes posible. En Alemania occidental, el canciller democristiano Helmut Kohl, apoyado por todos los partidos representados en el Bundestag, negocia con el nuevo Gobierno de Alemania oriental y paralelamente con las potencias aliadas de la Segunda Guerra Mundial para firmar los acuerdos que restauran la unidad de Alemania.
En los tratados con la Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia se regulan los aspectos jurídicos de la reunificación de Alemania. De esta manera, y tras cumplir con una de las condiciones más importantes –la de reconocer formalmente la línea de los ríos Oder y Neisse como frontera polaco-alemana–, Alemania recupera su soberanía plena.
Una Alemania, no dos
En el verano de 1990, pese a los resquemores de algunos expertos, el marco alemán comienza a circular en la Alemania oriental y se cristaliza la unidad en materia económica y monetaria. En agosto de 1990, la Cámara del Pueblo de la República Democrática Alemana decide que ésta debe entrar a formar parte de la República Federal de Alemania y, poco después, en la noche del 3 de octubre de 1990, la gente celebra la reunificación de Alemania. En torno a ese suceso se pronunció con talante profético el entonces Presidente Federal, Richard von Weizsäcker: “Ningún tratado entre gobiernos, ninguna Constitución, ninguna decisión tomada por los legisladores podrá determinar la calidad de la unidad que consigamos como personas. Eso depende del comportamiento de cada uno de nosotros”.
Autor: Bernd Gräßler/ Evan Romero
Editora: Emilia Rojas