¿Podrán los Halligen desafiar el aumento del nivel del mar?
10 de enero de 2020Desde lejos, los montículos entre la niebla que se elevan sobre la superficie azul grisácea del Mar de Frisia, en Alemania, bien podrían parecer sombras en el horizonte. Pero de cerca, los islotes Halligen, o Hallig, son muy reales. A diferencia de las "auténticas islas”, estos diez pequeños islotes de marisma, en medio del Mar del Norte, están situados a tan solo unos pocos metros sobre el nivel del mar y formados por capas de lodo similares a las que se encuentran en las regiones costeras. Los Hallig han resistido repetidamente la ira del mar y los caprichos del tiempo. Tanto las olas como el clima pueden llegar a ser extremos aquí.
Apenas hay diques de protección en los Halligen. Gran Bretaña está cerca de aquí, cruzando el Mar del Norte. Siempre que se forma una marea viva alrededor de los Hallig, el mar puede devorarlo todo fácilmente. En casos extremos, solo se asoman los llamados "Warften” por fuera del agua, elevaciones artificiales sobre las que se erigen las casas. Los lugareños emplean la expresión "Land unter”, literalmente "tierra abajo”, para describir a este fenómeno.
Aunque el término "tierra hundida” suena amenazador, es una experiencia increíble observar con los propios ojos cómo el Mar del Norte inunda los islotes, según Sandra Wendt. Ella creció en el Hallig Hooge, el segundo islote más grande de los diez Halligen. Wendt nos cuenta que la gente viene a Hallig Hooge para experimentar el espectáculo natural por sí misma.
"Es realmente increíble porque sabes que el agua vendrá, y sabes que se irá y no hará daño. Al contrario”, dice. "Es importante para los Halligen”.
Inundaciones necesarias
Durante siglos, se han ido depositando sedimentos a través de las inundaciones y formando estos islotes de marisma en el Mar del Norte. En los Halligen con diques bajos se suceden de cuatro a cinco inundaciones al año. Mientras que en los islotes sin protección costera pueden ocurrir entre 40 o 50 inundaciones. Como consecuencia de la sedimentación, los islotes crecen de forma regular.
Eso no solo es importante para la vida en los Halligen, sino también para la protección de la costa noroeste de Alemania, que en gran parte se encuentra por debajo del nivel del mar. Los Hallig actúan como un rompeolas para el continente, protegiéndolo de las inundaciones.
"Los Halligen y otras islas del continente forman una especie de barrera frente a las olas altas”, explica a DW Hans-Ulrich Rösner, director de la oficina local del grupo conservacionista WWF en el Mar de Frisia. "Su existencia hace que el nivel del agua sea menor en los diques principales. De modo que los diques no tienen por qué ser tan robustos para ofrecer la misma protección”, aclara.
Existe un gran interés en preservar este entorno. Con una superficie de casi diez kilómetros cuadrados, Langeness es el mayor de los Hallig. Pero en tiempos de cambio climático, la conservación de estos islotes podría resultar difícil.
En Hooge, además de una esclusa, que se emplea para drenar el islote, se construyó un dique bajo en la década de 1930 para reducir el número de inundaciones durante los meses de verano, cuando las vacas y ovejas todavía pastan en tierras saladas. Sin embargo, como consecuencia, llegan menos sedimentos a tierra procedentes de la marea, lo que significa que el islote no puede crecer al mismo ritmo que antes. Por el contrario, el nivel del mar aumenta de forma alarmante y eso está generando un grave problema.
"Necesitamos "Land unter” para que la tierra pueda crecer. Estamos considerando dejar regularmente abiertas las compuertas de las esclusas para que pueda entrar más agua, y cerrarlas después para que el agua permanezca más tiempo en el Hallig”, explica Katja Just, alcaldesa de Hooge, nacida en Baviera.
La Agencia Estatal para la Protección Costera, el Parque Nacional y Conservación Marina de Schleswig-Holstein (LKN, por sus siglas en alemán) está examinando el concepto para una serie de islotes Hallig, pero aún pasarán varios años antes de que se tome una decisión final.
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Refugiándose de la tormenta
Hasta entonces, se está planeando aumentar la altura exterior de las "Warften” en Hooge, de modo que las casas queden enclavadas dentro de un anillo protector y mejor resguardadas de las mareas. La medida fue una respuesta a Christian y Xaver, dos ciclones que azotaron el norte de Europa uno tras otro a finales de 2013.
"Se preveía un aumento de tres metros y medio por encima del nivel del mar, pero afortunadamente solo fueron tres”, recuerda Jan Dell Missier, vecino de Hallig Hooge. "A esa altura, el mar alcanzó la cima de la "Warft”. Si hubieran sido olas de tres metros y medio, habría inundado las casas”.
Tras ese suceso, los habitantes de Hooge se dirigieron a la LKN en tierra firme. Pidieron a las autoridades que tomaran las medidas oportunas para proteger a los Halligen. "Dijeron que las olas nunca habían sido tan fuertes”, cuenta Thomas Langmaack, responsable de la gestión del agua en la LKN. "La gente estaba preocupada, tenía miedo”.
Sandra Wendt recuerda el ciclón Xaver como una "experiencia realmente terrible”. La mujer, que creció en Hooge, dice que por primera vez en su vida tuvo miedo de estar en la pequeña isla. "Nunca antes había oído aullar así a una tormenta o visto vientos tan rápidos que pudieran doblar los cristales de las ventanas”.
Pasó aquella noche en casa, encerrada en un "cuarto de refugio”, construido sobre sus propios cimientos y lo suficientemente resistente como para soportar incluso las tormentas más violentas. Las autoridades de protección costera están planeando asegurarse de que cada montículo de vivienda tenga al menos un refugio de tales características, que permanezca de pie incluso si el resto de la casa es arrastrada por el agua. Cada "Warft” alberga generalmente varias casas.
"A simple vista se parece a cualquier otra habitación normal, pero si tratas de colgar fotos te das cuenta de que es diferente. Las paredes son de hormigón armado”, explica Wendt sobre su cuarto de refugio.
Aprendiendo a vivir con el agua
Dell Missier cuenta que no se asustó con los ciclones, pero admite que los vientos sin precedentes que soplaron son un indicador de que algo ha cambiado, y se cuestiona la viabilidad de su vida tal y como la conoce.
"Me pregunto cómo sería si el Hallig se inundara con cada marea”, dice Dell Missier. "¿Qué haríamos aquí? Todo lo que nos quedaría serían las "Warften””.
Varios estudios calculan que al menos algunos de los diez Halligen desaparecerán durante los próximos cincuenta a cien años. Según la alcaldesa Katja Just, aunque la mayoría de los vecinos toma precauciones, por lo general no se muestran preocupados por el futuro.
"Vivir en un lugar con el temor de que va a desaparecer sería un suicidio emocional”, dice. "Si siempre estuviéramos pensando en lo que podría ocurrir durante la próxima tormenta, con dimensiones como las de Christian o Xaver, tendríamos que mudarnos”, admite.
Y eso es impensable, según Sandra Wendt, nativa de Hooge, quien nos habla observando el mar azul grisáceo y las formas cubiertas de neblina de los otros Halligen.
"Este es nuestro mundo. Esta es nuestra vida. La gente puede mudarse por otras razones, pero no por miedo al agua. No si ha nacido aquí”, concluye.
(ar/cp)
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