Sobrevivir para contarlo: la vida de Irena Veisaite
24 de agosto de 2012Creció leyendo a los grandes escritores alemanes, y su pasión por la literatura alemana la ha acompañado en todas las etapas de su vida. A la edad de 13 años se dedicó a leer las baladas clásicas de Schiller. “Sus palabras me reconfortaban en aquellos días”, recuerda hoy. Le dieron la fuerza para sobrevivir en tiempos inhumanos. Irena las leía en una escuela clandestina en el gueto de Kovno (Kaunas), en la región central de Lituania.
La vida en el gueto
No era una escuela como las demás, según cuenta esta escritora de 84 años a DW. Como los niños y jóvenes también tenían que trabajar, no había tiempo para una enseñanza regular. Los nazis los obligaban a hacer trabajos extremamente pesados, dentro y fuera del gueto. “Fueron tiempos muy duros. Tenía mucho miedo de que me mataran", cuenta. “Al mismo tiempo, quería sobrevivir para poder contarle al mundo todo lo que me ocurría.” Y pudo hacerlo.
Luego de la invasión de Lituania por parte de la Wehrmacht y de las SS, hace 71 años, los nazis transportaron a la joven judía al gueto de Kovno. Su padre ya vivía en Europa occidental, y a su madre la detuvieron después de haber sido sometida a una difícil operación en un hospital. “La pude ver solo una vez más”, cuenta Irena. Algunos días después, desapareció. Fue deportada y asesinada en uno de los fuertes históricos que rodeaban a esa ciudad, convertidos en grandes campos de concentración donde el régimen nazi asesinó a decenas de miles de judíos. Finalmente, amigos de sus padres encontraron a Irena en el gueto y la ayudaron a huir.
La hostilidad continúa
Con la invasión del ejército soviético, en el verano de 1944, acabó la cruenta dictadura nazi. “Para mí, ese momento fue una gran liberación”, recuerda Irena Veisaite. Pudo volver al colegio, y a su pasión, la lectura, pero bajo el régimen de Stalin comenzó una nueva forma del antisemitismo: se perseguía a los judíos cosmopolitas, a científicos e intelectuales. Cuando Irena comenzó estudiar en la universidad de Moscú sacaba las mejores notas hasta que los docentes se enteraron de su origen judío. Le quitaron la beca, y sus notas empeoraron. “Los soviéticos eran muy malos. Diferentes de los nazis, pero no mejores”, dice. Sin embargo, Irena permaneció en la universidad, terminó su carrera e incluso se doctoró en Literatura e Historia del Teatro.
Un homenaje merecido
Pasó mucho tiempo hasta que logró contar su historia. Para Irena, lo importante es que la gente sepa lo que sucedió, que conozca los horrendos crímenes que cometieron los nazis, a fin de que eso nunca más se repita. Por eso, la elaboración del pasado nacionalsocialista en Alemania le parece un ejemplo a seguir. “Ya no se buscan justificaciones, sino que se reconocen todos los crímenes", dice. Los alemanes le rinden homenaje: el 28 de agosto Irena Veisaite recibirá la Medalla Goethe por su coraje político, su espíritu independiente y su creatividad. Y, sobre todo, por la vida excepcional que le tocó vivir.
Autora: Cornelia Rabitz / Julia Luhnau
Editora: Cristina Papaleo