Soberana y perseverante, España tuerce la historia
22 de junio de 2008
El fiel de la balanza era un alemán: el árbitro Herbert Fandel, pianista de profesión y considerado el mejor juez central que hay en este país. Por lo demás, la Bundesliga estuvo poco representada en el último encuentro de Cuartos de Final de la Copa Euro 2008, con la única presencia de Luca Toni, campeón goleador del torneo alemán.
Muralla infranqueable
Al minuto de juego, Zambrotta ya jaloneaba la camisola a David Villa. Quizá era un presagio de lo que vendría. Italia salió en pleno catenaccio: en grueso bloque defensivo y buscando la oportunidad de desplegarse a la ofensiva.
La estrategia, totalmente predecible, sin embargo pareció desconcertar al cuadro español, que o bien se lanzó también en bloque, muy en corto, o en balonazos demasiado largos a Villa, sin arriesgar demasiado los espacios atrás. En todo caso, Silva, coequipero de Timo Hildebrandt en el Valencia, fungió como pivote creativo.
El encuentro cambió de ritmo a los 15 minutos, cuando España pareció encontrar terreno prometedor por el lado izquierdo. Ahí fue donde Silva logró colar un pase entre seis defensores italianos para tiro que salió desviado de la portería de Buffon.
Al minuto 23, Villa fue derribado en los linderos del área por de Rossi. El disparo ulterior, raso, salió del botín derecho del propio delantero y fue contenido por el arquero italiano en buena forma.
Toni, por lo sobrehumano
Los bianchi veían la fórmula única de ataque en balones elevadísimos que implicaban una misión imposible para Luca Toni. Éste por fin pudo alzarse en el minuto 35 y rematar con la testa, pero la esférica se estrelló en la espalda de Marchena.
Apenas hubo espacio, creado con heroismo por Torres, se produjo el peligro un minuto más tarde. Ello generó disparo del propio atacante y contrarremate de Silva, desde fuera del área, en una acción sin trascendencia numérica pero con gran importancia táctica y anímica.
España dominó
España salió alegre a la segunda mitad, encontrando espacios por derecha, cosa que hicieron tanto Torres como Silva. Por parte de los italianos, Toni jugó más por tierra que por aire, mordiendo el pasto en la mayoría de las ocasiones.
Comenzaron los cambios: a cargo del cuadro ibérico, Santiago Cazorla por Iniesta, y Cesc Fabregas por Xavi Hernández (que poco había pesado). Por los italianos, Mauro Camoranesi entró para encontrarse con un balón frente al arco abierto al minuto 60. Cuando ya se coreaba el gol, apareció la pierna milagrosa de Casillas para conjurar el peligro.
Con Camoranesi, Italia adquirió nueva dinámica y la media cancha italiana volvió a existir. España dominaba el partido, pero en esta Eurocopa, imperio del fútbol real, no se trata de conducir el partido sino de meter el balón al arco más veces que el contrario.
Hacia el minuto 75, Aragonés mandó a Torres por la zona central de la delantera, acompañando de cerca a Villa. No fue la manera de vulnerar la meta de Buffon, que sin embargo escupió un obús de Senna. Con frialidad de forense, el arquero observó cómo la pelota se dirigía lentamente hasta el poste izquierdo y regresaba hacia su humanidad, tras pegar en la vertical.
Otro tiempo extra
Otro partido de la Copa Euro se iba a tiempo extra. Y peor aún, a tiros penales, donde todo puede suceder. Y pasó que Iker Casillas se vistió de héroe, parando dos tiros penales con una soberanía insuperable.
Nunca entendimos el cambio de Guiza por Fernando Torres. Y menos cuando el primero iba a causar una nueva zozobra española al fallar en su turno. Casillas, y sobre todo, Cesc Fabregas, los salvaron.
Hay que admitirlo: el partido transcurrió como se esperaba. Una Italia frígida, especulativa e incómoda frente al empuje español. Ambos cuadros hicieron lo suyo, y ninguno se impuso sino hasta la ronda penal.
Por una vez en la Eurocopa, la soberanía se impuso a la especulación. España llegó a semifinales y no por su tradicional furia sino porque, al final, supo administrar la frialdad mejor que el incontinente cuadro italiano.
España, como dijo su entrenador Luis Aragonés, salió a sufrir y a ganar. Y supo hacer ambas cosas.