Sirios en Líbano: inseguro quedarse, inseguro irse
2 de junio de 2024Tras una brutal golpiza que le costó la vida a su hijo, Walid Muhammad Abdel-Baqi finalmente decidió dejar Líbano y regresar a Siria. "Mi hijo iba a Beirut a casa de su hermana", dijo a DW Abdel-Baqi, refugiado sirio cuya familia ha estado en Líbano desde 2012. "Pero cuando llegó estaba oscuro, se perdió y no pudo encontrar la casa".
Tras ello, la familia perdió contacto con Walid, de 30 años, por dos semanas. Luego descubrieron que una pandilla lo había golpeado tan brutalmente que le habían fracturado el cráneo, varias costillas y provocado una hemorragia interna. Abdel-Baqi, de 50 años, no duda de que su hijo fue atacado por ser sirio.
Líbano se enfrenta a una creciente oleada de sentimiento antisirio. Con una población de poco más de 5,2 millones de habitantes, el país alberga a 1,5 millones de sirios, la mayoría de los cuales huyeron de su país durante la guerra civil que comenzó en 2011. Las crisis política y económica de Líbano han azuzado las tensiones.
Las Fuerzas Armadas libanesas han estado deportando a la fuerza a sirios al otro lado de la frontera, a pesar de que sus vidas allá corren peligro. Los cambios recientes en la política migratoria de la Unión Europea solo han empeorado las cosas, dicen organizaciones de derechos humanos.
La familia Abdel-Baqi huyó a Líbano hace 12 años, cuando estalló la violencia por la brutal represión del régimen sirio a las protestas en su contra. Pero ahora sienten que no tienen alternativa: regresarían a Siria, pero no a las zonas controladas por el Gobierno, sino a Idlib, en el norte, que es controlada por grupos opositores.
"Hay sirios que intentan escapar de Líbano por mar, saliendo de Trípoli (para llegar a Europa). Pero podrían ahogarse y tienen que venderlo todo para recaudar el dinero que deben pagar a los traficantes de personas", dice Abdel-Baqi, explicando por qué Idlib es su única opción.
Riesgo de muerte, tortura y prisión
En el viaje de regreso también existe el peligro constante de toparse con las fuerzas del Gobierno sirio, que ven a los repatriados como enemigos del dictador Bashar al Assad. El periódico Al Modoin, de Beirut, informó en 2023 que los jóvenes que emprenden este viaje suelen desaparecer. Se cree que están encarcelados, enlistados a la fuerza en el Ejército o muertos.
La ruta que se tome hasta Idlib depende de si el régimen considera o no a los viajeros como enemigos. Para volver a Idlib, la mayoría debe cruzar brevemente por territorio controlado por Damasco, y a menudo es necesario sobornar a los guardias en los puntos de control. Los que son conocidos por las autoridades hacen un viaje más difícil por caminos secundarios y senderos de montaña, generalmente pagando a los traficantes de personas alrededor de 650 dólares por ello.
Las autoridades de Idlib declararon a DW que el número de familias que regresó en mayo fue el doble que en abril, y aseguraron estar preparando tiendas de campaña para recibir a los recién llegados. Pero ocuparse de ellos no es tarea sencilla.
Se estima que 4,5 millones de personas viven en el noroeste de Siria, en las provincias de Idlib y Alepo, dominadas principalmente por grupos opositores islamistas. De ellos, "4,1 millones necesitan algún tipo de ayuda humanitaria, 3,7 millones padecen inseguridad alimentaria, 2,9 millones son desplazados internos y 2 millones viven en campamentos", reportó a comienzos de este año la agrupación británica Syria Relief.
Al mismo tiempo, la ayuda que llega a la zona ha ido disminuyendo. A principios de 2024, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas fue obligado a reducir las entregas de ayuda debido a recortes de fondos.
No es seguro volver a Siria
"Es profundamente inquietante que algunos refugiados sean obligados a volver a una zona de guerra para evitar el acoso y el miedo, como ocurre a los sirios en Líbano", dice a DW Ranim Ahmed, de la ONG The Syria Campaign. Siria no es un lugar seguro para volver, dice Ahmed, haciéndose eco de lo que señalaron a fines de mayo algunos diplomáticos de la UE. El problema, según muchos sirios, es que Líbano tampoco es un lugar seguro.
Ramzi al-Youssef trabajó en Líbano desde 2009, al comienzo cruzando a diario la frontera, como hacían tantos otros sirios. Tras el estallido de la guerra, decidió emigrar a Líbano. Pero ahora este hombre de 43 años también volvió a Idlib. Hay numerosas razones, explica a DW. "Primero por el racismo en Líbano. Segundo, la inseguridad. Y tercero, porque tienes prohibido trabajar", relata.
La mitad de los sirios que viven en Líbano están registrados oficialmente como refugiados, pero con ese estatus no se les permite trabajar. "Entonces, o tienes documentos válidos y no puedes trabajar o eres un mendigo o un criminal".
Llegar a Idlib no fue nada fácil y la familia Al Youssef además tuvo mala suerte. Fueron arrestados por soldados sirios en un punto de control. La esposa y los hijos de Al Youssef estuvieron presos durante una semana, mientras él era torturado. "No tengo nada que ver con las protestas antigubernamentales, en ese tiempo estaba trabajando en Líbano. Pero de todos modos te hacen responsable. Te torturan, tienes que confesar", cuenta Al Youssef.
Luego fue reclutado a la fuerza en el Ejército, pero tras dos semanas consiguió escapar y llegar a Idlib. "Ahora solo agradezco a Dios haber llegado hasta acá", dice.
(dzc/rr)