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Siria y la retirada involuntaria de Riad

4 de abril de 2018

Arabia Saudita pierde presencia en Siria mientras Rusia, Irán y Turquía aumentan su influencia. Los hombres fuertes de Moscú y Teherán han sido recibidos por el de Ankara para definir el futuro del Gobierno de Damasco.

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Russland | Präsidenten Erdogan, Putin und Rouhani
Imagen: picture-alliance/AP Images/K. Ozer

Pocos días después de que el presidente estadounidense sopesara en voz alta la posibilidad de retirar a sus tropas de Siria, otros tres actores de peso en su conflicto interno –los jefes de Estado de Rusia, Irán y Turquía– decidieron reunirse en Ankara para superar sus diferencias y definir el futuro del Gobierno de Bashar al Assad, el hombre fuerte de Damasco: al contrario de Recep Tayyip Erdogan, anfitrión del encuentro, tanto Vladimir Putin como Hasán Rohaní son aliados de Al Assad en la contienda, pero a los tres les interesa poner fin a la guerra civil siria e impedir que la Casa Blanca gane más influencia en el Cercano Oriente de la que ya tiene.

A los ojos de Damasco, Moscú y Teherán, la presencia militar turca en Siria es tan ilegítima como la estadounidense. No obstante, el rechazo que estas cuatro instancias comparten hacia la injerencia de Washington en esa región puede llevarlas a sellar un acuerdo. Aunque nadie olvida que Putin y Rohaní buscan mantener a Al Assad en el poder ni que Erdogan quiere contribuir a derrocarlo desde hace años, los hechos son los hechos: en este momento, los mandamases de Rusia e Irán están reunidos con el de Turquía para hablar sobre las zonas de atenuación del conflicto, la ayuda humanitaria y la nueva Constitución para Siria.

Arabia Saudita pierde perfil

Pero, ¿qué hay de Arabia Saudita, otro coprotagonista del drama bélico sirio? Independientemente de si los militares estadounidenses se quedan o no en el atribulado país mediterráneo, ya es evidente que Riad, principal aliado de Washington en ese rincón del mundo, perdió la capacidad para dirigir el curso de los acontecimientos en Siria. Mientras tanto, su archirrival, Irán, ha fortalecido su músculo militar, político y económico en esa nación; no es obra de la casualidad que Teherán tenga un puesto en la mesa donde se está redactando la nueva Carta Magna siria. Desde luego, es poco probable que esta situación se perpetúe.

Según Sebastian Sons, de la Sociedad Alemana para la Política Exterior (DGAP), la creciente influencia de Irán en el mundo musulmán es percibida por Arabia Saudita como una amenaza para sus intereses en el Cercano Oriente y para su propia seguridad. "De ahí que, desde la perspectiva del príncipe heredero Mohámed bin Salmán, el reino deba defenderse", acota el especialista en entrevista con DW. "Toda la política exterior saudí ha sido calibrada para obligar a Irán a dar marcha atrás", subraya Sons, a pesar de que, en este instante, Riad da la impresión de estar fracasando con sus intentos. Su alianza con Estados Unidos no parece servir de mucho.

Redistribución de fuerzas

De hecho, la pérdida de poder de los saudíes de cara a Siria podría acentuarse si Trump retira a sus tropas de ese país. Después de todo, con apoyo de Putin y Rohaní, Al Assad está consiguiendo ahuyentar a los grupos yihadistas que pretendían derrocarlo. Damasco está reforzando su control sobre Guta Oriental, uno de los últimos bastiones de los islamistas radicales. Poco antes de la cita en Ankara, el presidente ruso dio por derrotado al autoproclamado Estado Islámico, aun cuando la organización terrorista conserva un potencial destructivo nada despreciable. Riad apostó a algunos de los grupos islamistas que hoy pierden perfil.

El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohámed bin Salmán.
El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohámed bin Salmán.Imagen: picture-alliance/dpa/SPA

Arabia Saudita no cuenta con otros interlocutores en Siria ni tampoco con aliados occidentales aparte de Estados Unidos; tanto la intervención militar en Yemen dirigida por Riad –con sus catastróficas consecuencias humanitarias– como la severidad de sus sanciones contra el vecino emirato de Qatar han sido blanco de condena internacional. En otras palabras, tiene razones de peso para tomar en serio las críticas en su contra y replantear su política exterior e interior. Sin cambios concretos tangibles, es poco probable que la comunidad internacional cambie su postura frente al reino. ¿Es eso lo que procura hacer el joven aspirante al trono?

"No podemos decir que Mohámed bin Salmán sea un reformador político con intenciones de iniciar una apertura en su país, pero él está cambiando el discurso de la nación y, en consecuencia, su imagen. Esa es su meta principal", sostiene Sons, de la DGAP. 

Kersten Knipp (ERC/VT)