Siria, entrevista a Volker Perthes
19 de julio de 2012DW: Nadie se esperaba el espectacular ataque a la cúpula del régimen de Assad en el cual perdieron la vida el ministro de Defensa y el cuñado del presidente. ¿Significa esto que los rebeldes ganan fuerza?
Volker Perthes: En los últimos días se ha podido percibir cierta degradación en el núcleo del régimen. Un atentado como éste no habría sido posible antes, en todo el año y medio que lleva la revolución. Aunque los analistas opinan, desde el principio, que el régimen está acabado, él mismo no lo había querido reconocer.
El atentado fue acompañado de renuncias de estrechos colaboradores de Assad. ¿Cómo evalúa usted estos hechos?
En realidad, hasta hace poco, ningún diplomático de alto nivel había dimitido. Tampoco lo habían hecho generales. Al parecer esto ha cambiado en los últimos días. Del círculo más cercano al régimen ha renunciado Manaf Tlass, un amigo de Assad. El padre de Tlass había sido ministro de Defensa del gobierno de Hafiz al-Assad. Tlass le da la espalda para colaborar en la creación de un nuevo gobierno. El embajador en Irak ha cambiado de bando también. Esto, sumado al vacío en la cúpula de seguridad, representa un símbolo de éxito para los rebeldes.
¿Qué consecuencias tendrá a corto plazo esto?
La violencia, en todo caso, va a aumentar y de ambos lados. El régimen ha estado convencido hasta ahora de que empleando la mayor violencia va a poder vencer o controlar el levantamiento. Y los rebeldes cada vez están más seguros de poder vencer. Los éxitos de los últimos días fortalecen esta idea. Pero eso significa que nadie querrá entrar ahora a buscar una solución negociada. Para ello por lo menos una parte debe estar convencida de que no va a poder ganar por el camino de la fuerza.
¿Significa esto que el conflicto no va a poder ser resuelto, a corto plazo, en términos políticos?
Dado que ambos bandos creen en la posibilidad de una victoria, las probabilidades de una transición ordenada son limitadas. Además ninguno quiere ceder y poder imponer sólo parte de su agenda. El régimen no quiere renunciar al presidente; para éste significaría perder el poder sin haber vislumbrado un camino de salida para sí y los suyos. Por otra parte, los rebeldes tendrían que aceptar partes del mismo régimen que han combatido.
La guerra en Siria alcanzó hace ya rato dimensiones internacionales. Ambos bandos son apoyados por otros Estados. ¿Este apoyo ha llevado al éxito actual de los rebeldes?
Por supuesto que el apoyo a los rebeldes ha dado frutos, sobre todo el financiero que viene de Catar y Arabia Saudí. Esos fondos los han podido utilizar de manera efectiva. Han podido comprar armas en Líbano y también, al parecer, al ejército sirio. Es sólo una cuestión de precio; si éste es suficientemente alto, algunos oficiales están dispuestos a abrir las puertas de los depósitos de armamento.
Si el triunfo de los rebeldes se prevé, ¿no cree que Baschar al-Assad ha tenido malos asesores?
Baschar al-Assad cuenta con los asesores que él mismo se ha buscado. En parte los que heredó de su padre, en parte los que ha nombrado durante su decenio de gobierno. Sin embargo, la mala asesoría o la percepción errada de la realidad es sólo una parte del problema. La principal dificultad es el modelo mismo que heredó de su padre. En el pasado tuvo muchas oportunidades de llegar a un acuerdo con una oposición civil que pedía reformas políticas. Pudo haber logrado una transición suave hacia un régimen menos autoritario y más pluralista. Pero se ha negado sistemáticamente, pues sabe que las reformas políticas sustanciales minarían su posición al mando del Estado.
¿Cómo valora usted el papel de Kofi Annan teniendo en cuenta los últimos sucesos? ¿Le parece que tiene sentido?
El propósito de Kofi Annan –llegar a una solución política- sigue siendo correcto. Pues a medida que se alarga el conflicto, más sangre se derrama y más difícil se vuelve conjugar al Estado y a la sociedad sirios. La situación de violencia dificulta también conservar un Estado y evitar su fragmentación. Esto no les interesa ni a los sirios ni a los Estados vecinos. En esta medida, la misión de Annan –en la que cada día se cifran menos esperanzas- sigue siendo correcta. Ahora pone a discusión propuestas que nadie quiere oír, pero que uno o dos años más tarde tendrán que ser puestas en práctica.
Autora: Kersten Knipp/mb
Editora: Emilia Rojas