Simplemente terror
16 de septiembre de 2008Para algunos, se trató de un grupo que luchó por causas justas; para otros, fue una banda de crueles asesinos que mantuvieron en vilo a la sociedad alemana. Ambas opiniones han chocado desde hace décadas, cuando hizo su aparición en tierras germanas el llamado Ejército Rojo, o Rote Armee Fraktion.
¿Suicidio o crimen de Estado?
El mito encontró su punto más alto el 18 de octubre de 1977, cuando algunos de los principales líderes de la organización terrorista de extrema izquierda, Jan-Carl Raspe, Andreas Baader y Gudrun Ensslin, fueron encontrados muertos en sus celdas de la prisión de máxima seguridad en Stuttgart-Stammheim.
Desde entonces, el debate no ha cesado en cuanto a los métodos del Ejército Rojo, y también sobre el proceder del Estado alemán en el juicio contra los dirigentes de la guerrilla urbana.
La película El complejo Baader-Meinhof, que será estrenada en cines alemanes el próximo día 25 de septiembre, propone un retrato inequívoco: el de un conjunto de jóvenes fanáticos, dispuestos a matar a sangre fría a civiles que consideraban enemigos de la clase trabajadora.
Atentados con bombas, robos a mano armada y asesinatos constituyen un saldo que ni el guionista Bernd Eichinger, ni el director de la película, Uli Edel, ni el autor del libro que sirvió como base al filme, Stefan Aust, desean relativizar.
“Desmitificar al Ejército Rojo”, reza la consigna, y para ello los cineastas han recurrido a técnicas que permiten al público percibir en toda su dimensión la violencia ejercida por la RAF en su “lucha por la libertad”.
De pacifista a terrorista
Raspe y Ensslin, así como Brigitte Monhaupt, son personajes relevantes en la historia. También lo son Baader y Ulrike Meinhof, mujer que comenzó luchando por causas pacifistas y que luego pasó a formar parte activa del terrorismo de la RAF.
Meinhof también murió en una celda de Stuttgart Stammheim. Familiares y simpatizantes sostienen que se trató de un crimen propiciado por el Estado alemán, mientras que dos investigaciones periciales llegaron a una misma conclusión: Ulrike Meinhof se suicidó.
El protagonista, sin embargo, no es ninguno de los terroristas de la RAF, sino un hombre para muchos desconocido: Horst Herold, entonces presidente de a Oficina Federal para la Investigación Criminal, Bundeskriminalamt. El personaje es encarnado por el actor Bruno Ganz, quien interpretó a Adolf Hitler en la cinta Der Untergang, dirigida por Eichinger.
El complejo Baader-Meinhof persigue una meta ambiciosa, que quizá no alcanzará: cambiar por completo el debate público acerca de la RAF y el trauma que dejó en la sociedad alemana.
Pero por lo menos hará que muchos jóvenes alemanes conozcan de cerca un capítulo importante en la historia reciente de su país y se cuestionen los alcances de las luchas armadas que no reconocen límite alguno. No en balde, la cinta concluye con una demanda: “Dejen de verlos como no fueron”.