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Sea Island: La isla de la fantasía

Emilia Rojas8 de junio de 2004

Con la luz verde general para la nueva resolución sobre Irak, el encuentro del Grupo de los 8 en Sea Island comienza bajo un signo de unidad. Pero eso no implica que todo esté resuelto, ni en Irak ni en el Medio Oriente.

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Con gran despliege de seguridad recibe Sea Island al G-8.Imagen: AP

Feliz debe encontrarse el anfitrión de esta cumbre, el presidente estadounidense, George W. Bush, pese a que no escasean los problemas en la agenda del Grupo de los 8 (G-8). Por ejemplo, el estratosférico nivel alcanzado en el último tiempo por el precio del petróleo, que amenaza con ahogar los incipientes repuntes económicos en algunos de los países integrantes del selecto club. Pero hace tiempo que la economía, tema originalmente central de estos encuentros, ha dejado de ser un asunto protagónico. La política se viene robando la película desde hace años y también ocurre esta vez, en la reunión de Sea Island.

Amistad germano-estadounidense

Poco importa que, dentro de Irak, la crisis continúe. Para Bush, lo fundamental en estos tiempos de campaña electoral es haber logrado restablecer la armonía con sus aliados tradicionales, tras las discrepancias en torno a la guerra. Una muestra visible, sin ir más lejos, es el hecho de haber programado su reunión con el canciller alemán, Gerhard Schröder, para los momentos previos al inicio de la cumbre grupal. Eso habla del buen estado de las relaciones, que el ministro de Relaciones Exteriores germano, Joschka Fischer, se encargó de subrayar.

"Ya no hay tensión en nuestras relaciones", afirmó Fischer en una entrevista, puntualizando que "los problemas que hubo han quedado atrás". Eso no implica, desde luego, que entre aliados democráticos no pueda haber discrepancias. Por ejemplo, Alemania sigue sin estar dispuesta a enviar tropas a Irak, pese a haber dado su consentimiento a la nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre ese país. Pero esto último es lo que vale para la Casa Blanca, esmerada en rebatir las críticas que le valió su conducta unilateral de los meses pasados.

Problemáticas ausencias

¿Marcha pues todo sobre ruedas para Bush? A primera vista podría dar esa impresión. Sin embargo, una mirada más atenta comienza a dejar en evidencia las dificultades. La principal se relaciona con la nueva iniciativa de reformas en el Medio Oriente que Estados Unidos se dispone a presentar en la cumbre. Con tal fin fueron convocados para mañana a Sea Island los países de la región. Pero dos de los más importantes aliados de Washington en el área, Egipto y Arabia Saudita, declinaron la invitación, al igual que Marruecos.

Tales ausencias dan qué pensar y, sobre todo, la razón que las motiva: la impresión de que la iniciativa estadounidense constituye una intromisión en los asuntos del mundo árabe. Sin el apoyo de Egipto y Arabia Saudita, difícilmente puedan prosperar los planes de Bush. Y, en el trasfondo de estos resquemores también sigue penando la desconfianza contra Estados Unidos en la región, acrecentada por el caso de Irak. Y en esto no cambia nada, pese a que las principales potencias del mundo hayan resuelto dejar atrás sus diferencias.