¿Fin del Pacto Solidario?
26 de marzo de 2012Caroline y Fabian observan la puerta de entrada de la nueva piscina comunal de la ciudad de Waltrop, en la Cuenca del Ruhr. El natatorio es muy pequeño y sólo está abierto a las asociaciones de natación. En esa ciudad de 30.000 habitantes no hay otra posibilidad para que los niños puedan nadar. Hace un par de años cerró la última piscina pública, la Luther Bad. “Allí tomaba clases de natación, y no me parece bien que ya no tengamos un natatorio público. Ojalá que eso cambie”, dice Fabian, de once años.
Pero la mayoría de los habitantes de Waltrop no cree que eso vaya a mejorar, ya que la ciudad está en quiebra. El presupuesto municipal tiene un déficit de casi 164 millones de euros, más del doble que su presupuesto anual. Ya en el año 2008, el gobierno del distrito estaba muy preocupado por la situación de Waltrop y envió a un asesor financiero para que creara un concepto de ahorro y saneamiento en conjunto con su intendente, Anne Heck-Guthe. “Queremos lograr un presupuesto equilibrado, y eso no significa pagar las deudas que tenemos, sino, en primer lugar, no tomar nuevas deudas”, dijo la intendente, y añadió que eso sólo se puede lograr a través de medidas como, por ejemplo, el cierre de las piscinas públicas y la venta de instalaciones deportivas.
Créditos para el Este de Alemania
Lo que está pasando en la ciudad de Waltrop sucede en varios municipios del Oeste de Alemania. Luego de la quiebra de la industria carbonífera y del acero –que una vez constituyeron la mayor riqueza de la región de la Cuenca del Ruhr- la tasa de desempleo llega en algunas comunas a casi un 20 por ciento, con lo cual es tres veces más alta que el promedio general alemán.
Las ciudades occidentales cierran sus teatros, sus centros para la juventud y los natatorios públicos e instituciones deportivas, y todavía no saben cómo pagar los intereses de su deuda, por no hablar de la deuda misma. Las ciudades Oberhausen y Dortmund, de la Cuenta del Ruhr, poseen el índice más alto de deuda de toda Alemania, con casi 2.000 millones de euros. “Ya no sabemos cómo seguir”, dice el alcalde mayor de Oberhausen, Klaus Wehling, del Partido Socialdemócrata (SPD). Junto con varios colegas de la región, Wehling da la señal de alarma y exige que se termine el “Pacto Solidario” de ayuda a los municipios del Este alemán.
En el marco del Pacto Solidario, las ciudades y comunas del Oeste de Alemania se comprometieron en 1995 a donar alrededor de 10.000 millones de euros anuales para que la calidad de vida en la ex República Democrática Alemana se equiparara a la de Alemania Occidental. El dinero en el Este se invierte, sobre todo, en la construcción de calles y vías de ferrocarril.
Cuando en 2004 se perfilaba que iba a pasar mucho tiempo antes de que el rendimiento económico en el Este llegara al nivel que tenía el del Oeste alemán, el Gobierno alemán acordó con los municipios prolongarlo hasta el 2019, por una suma de 156.000 millones de euros. Y ese es el dinero que varias comunas del Oeste necesitan para seguir sobreviviendo, dice el secretario del ayuntamiento de la ciudad de Dortmund, Jörg Stüdemann, quien califica al Pacto Solidario de “sistema absurdo”. Según él, Dortmund sólo podría pagar los 30 millones de euros, que la ciudad abona anualmente al pacto, a través de créditos. “Para nosotros, el pacto no termina en el 2019 porque tendremos que seguir pagando los créditos durante décadas”, lamenta Stüdemann. “Necesitamos un debate político acerca de la financiación de ciudades y municipios, también en la Cuenca del Ruhr. Muchos natatorios ya cerraron, y las calles siguen en estado lamentable, ya que no se las puede reparar. ¿A dónde iremos a parar?”, se pregunta.
El Este de Alemania, con excedentes
En realidad, las cifras hablan por sí mismas. Mientras muchos municipios alemanes se endeudan año tras año cada vez más, las arcas de las comunas en el Este de Alemania están bien llenas. La Oficina Federal de Estadísticas determinó que en 2010 hubo un excedente total de 393 millones de euros en los presupuestos de las comunas germanoorientales.
La ciudad de Jena, en el Estado de Turingia, anunció incluso recientemente que calcula saldar sus deudas por completo hasta el año 2025. “Ya no necesitamos el Pacto Solidario”, confesó abiertamente el superintendente de Jena, Albrecht Schröter. “Aquí, la reconstrucción del Este alemán ha dado sus frutos”, dice el tesorero, Götz Blankenburg. “En Jena se ha puesto el foco en el área científica, con la Universidad Friedrich Schiller, por ejemplo. Además, entretanto hay muchas empresas medianas que aportan lo suyo a las arcas de la ciudad”, explica.
Negativa de Berlín
Pero no a todas las ciudades del Este de Alemania les va tan bien como a Jena, por lo que los ministros presidentes de varios Estados germanoorientales reaccionaron con indignación a la campaña de los municipios endeudados del Oeste. “El desempleo es aquí, en promedio, todavía dos veces más alto que en el Oeste, y la capacidad impositiva llega a un 55 del nivel germanoocidental. La verdad es que no nadamos precisamente en dinero”, dice el ministro presidente del Estado de Sajonia-Anhalt, Reiner Haseloff. Su colega de Mecklenburgo-Pomerania Occidental, Erwin Sellering, subraya por su parte que “no hay motivo para terminar con el Pacto Solidario”.
No es demasiado probable que las ciudades germanoocidentales de la Cuenca del Ruhr tengan éxito en su intento. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), se negó a renunciar anticipadamente al Pacto Solidario. “El pacto está vigente hasta el 2019”, dijo el ministro para terminar el debate. Y también son pocas las probabilidades de que se logre una mayoría en el Parlamento para una reforma de ley, dado que también los socialdemócratas (SPD), el mayor partido de oposición a nivel nacional, rechaza finalizar el pacto. “No sería correcto que el Oeste de Alemania fuera en contra de los intereses del Este”, opina Sigmar Gabriel, del SPD.
Autora: Friederike Schulz/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López