Schulz ataca… ¡despacito!
17 de julio de 2017Martin Schulz tiene que reaccionar. No tiene más remedio, porque el SPD sigue a mucha distancia de la CDU/CSU con casi 15 puntos porcentuales por detrás de la canciller Angela Merkel. En parte, porque el tema central de los socialdemócratas, la justicia social, todavía no ha prendido. Pero también porque la canciller llega mejor al electorado. Incluso a los de fuera de la Unión. Por eso sigue puntuando en las encuestas, que la ven como el contrapunto a Trump, a Putin y a Erdogan, como anfitriona del G20 y como "Madre de Europa".
Gastar dinero como deber del Gobierno
En el gran escenario internacional, Schulz no puede aspirar a retar a Merkel. Tiene que ofrecer contenidos. Hace tres semanas, presentó su programa de campaña y ahora propuso un plan de diez puntos para una "Alemania moderna". Su principal medida: el Estado tiene que gastar más dinero. Esta medida, que podría parecer una vieja versión del SPD en cuanto a la redistribución de la riqueza, se presenta más bien como una obligación de reinvertir los excedentes. Por ejemplo, en infraestructuras y educación. Alemania está económicamente bien y ahora es tiempo de invertir. Sin embargo, el apoyo del elector tiene sus límites.
Schulz propone una "obligación de inversión" similar al "límite de deuda", habla de "velocidad mínima" en cuanto a gasto público en infraestructura. Sin embargo, la canciller contraatacó diciendo que no se trata de dinero: "Por ahora, no podemos gastar lo que tenemos", respondió Merkel. Más bien hay que impulsar la planificación de proyectos preferentes. Además, los expertos economicos apoyan a Merkel, algo que tampoco es favorable para su oponente.
Pocas diferencias
Schulz pretende imponer también su ritmo en cuanto al desarrollo de internet. Alemania necesita un portal digital fuerte para que los ciudadanos puedan hacer sus trámites burocráticos a través de internet. Una idea que podría parecer innovadora, pero que no es precisamente original. Sus adversarios ya trataron anteriormente ese tema, y el gobierno y los Estados federados se comprometieron el año pasado a conseguir este objetivo. El ex presidente del Parlamento Europeo ni siquiera suma puntos en cuanto a política europea, frente a una Ángela Merkel que salió reforzada tras muchos meses de crisis y trabaja con Macron para reformar el antiguo eje París-Berlín.
La justicia social no vende
La justicia social de la campaña de Schulz parece ser el último producto en la estantería del supermercado. Es un clásico de la socialdemocracia, pero no termina de convencer. Aunque Schulz anunciase al presentar su candidatura, que aspiraba corregir ciertos temas de la Agenda 2010 de Schröder, entretanto el letargo ha vuelto a la bases del partido. No hay movilizaciones ni ilusión por el nuevo candidato, ni tampoco ideas para adelantar con éxito a los rivales.
Además, no son solo los votantes del SPD los que se muestran poco inspirados con este programa electoral. También los economistas advierten de un giro a la economía social. El 90% de los economistas de la república considera que aquella agenda del canciller Schröder tan odiada en las filas del SPD fue uno de los motores para impulsar el empleo. Los socialdemócratas no niegan que las cifras de desempleo sean las más bajas desde hace años, pero ni ellos ni su candidato han podido convertir en tema de campaña el hecho de que los trabajos con sueldos más bajos no alcancen para vivir.
Merkel puntúa también fuera de la Unión
El problema principal para Martin Schulz sigue siendo Angela Merkel. Ella no vende mucho contenido, pero se vende a sí misma. Su gesto particular del rombo representa precisamente lo que desean los alemanes: tranquilidad y pocos cambios. Incluso en temas en los que se atrevió a emprender grandes cambios, como en política de refugiados, terminó recibiendo alabanzas y reconocimiento incluso desde las filas socialdemócratas. Angela Merkel está considerada como contraria a Trump, Putin y Erdogan, y Schulz ni siquiera aparece. Lo único bueno fue su comienzo, pero después quedó rezagado y, por regla general, pocos consiguen recuperar la distancia.