Schengen y la UE: el costo de controlar las fronteras
22 de enero de 2016“Su pasaporte, por favor”. Esta frase es cada vez más común en Europa, un continente que se acostumbró hace ya muchos años a viajar sin fronteras. Pero no se trata sólo de viajar. Una gran parte de la actividad económica se adaptó a Europa como si se tratase de un solo Estado. Por toda la UE abundan las cadenas de suministro y trabajadores habituados a desplazarse de un país a otro todos los días. El libre intercambio de personas, bienes y servicios ya existía antes de Schengen. Pero fue el Tratado de Schengen el que facilitó y aceleró, enormemente, la libre circulación en Europa.
A medida que se siga erosionando la situación aflorarán las graves consecuencias económicas de este cierre de fronteras, advierten muchos políticos y expertos. Aumentarán los atascos en las fronteras y los gastos de administración y, para mantener el ritmo de producción, se tendrán que volver a construir almacenes nacionales para sustituir al modelo de producción “just-in-time” (justo a tiempo) que ahora mismo predomina en el continente. Los grupos de presión –lobbies- y los sindicatos anuncian ya que el cambio de modelo podría suponer un gasto adicional de por lo menos 10.000 millones de euros anuales para el mercado de trabajo alemán en concepto de impuestos y sistemas sociales.
El dinero se escapa por el desagüe
“Si fracasa el sistema Schengen, toda Europa se verá amenazada, política y económicamente”, alertó el ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble en una entrevista con “Spiegel Online”. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, avisó incluso: “En última instancia quien acabe con Schengen acabará y enterrará el mercado interior europeo”.
Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, advirtió en el diario “Passauer Neue Presse” sobre el impacto del cierre de fronteras, que calificó de “catastrófico”. Si los camiones tienen que esperar horas en las fronteras interiores europeas, “será el fin de muchas cadenas de producción”.
Juncker calcula que la situación actual supondrá alrededor de 3.000 millones de euros de costos adicionales para las empresas de transporte. Si se vuelven a establecer controles fronterizos en todos los países de Europa, la Cámara de Comercio e Industria alemana eleva las predicciones a aproximadamente 10.000 millones de euros anuales.
Aún más dramático es el escenario que plantea Anton Börner, presidente de BGA, la mayor federación de mayoristas, comercio y servicios exteriores de Alemania: “Sin un tratado de Schengen y un mercado interior común basado en la libre circulación de mercancías, ni siquiera Alemania podrá mantener su modelo de negocio”, dijo a la agencia dpa. Además, el euro se devaluaría enormemente, una opinión que comparten, entre otros, Juncker y la canciller alemana Angela Merkel.
El fin de Schengen, sin embargo, no tiene porqué llevar implícito el fin del mercado interior. Reino Unido, por ejemplo, ya forma parte del mercado interior pero no pertenece al espacio Schengen. En lo que sí coinciden muchos líderes europeos es en la temporalidad de los controles. La mayoría cree que Schengen aún tiene futuro. Además, los opositores son los primeros en reconocer que mantener cerradas tanto las fronteras exteriores como las interiores es insostenible a largo plazo.