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San Valentín, misterioso como el amor

14 de febrero de 2003

Todos lo veneran como el Santo Patrono de los enamorados. En su fiesta, caracterizada hoy por la avalancha de postales y obsequios que impone el comercio, buscamos la huella del verdadero San Valentín.

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El amor, el amor, el amor...Imagen: BilderBox

El amor es uno, uno y nada más... pero no sucede lo mismo con San Valentín, elevado a la categoría de Patrono de los enamorados. Seguirle la pista es tan difícil como dar con el verdadero gran amor de la vida. De partida, habría que dejar sentada la existencia de varios tocayos, de diversos orígenes. Entre ellos destacan, por ejemplo, un mártir africano, un obispo de Raetien y Valentín de Terni. Este último es, a todas luces, el personaje que buscábamos.

Historia y mito

Valentín, obispo de la localidad italiana de Terni, vivió en el siglo III después de Cristo. Se cuenta que, en tiempos del emperador Claudio II, se rebeló a su manera contra las normas de la época, que prohibían contraer matrimonio a los esclavos y a los soldados. Con un corazón de oro, el prelado celebraba bodas en secreto y dicen que hasta casaba a jóvenes parejas en contra de la voluntad de sus padres. Tales desacatos le valieron al obispo la persecución oficial. En cambio, se ganó la estima de los enamorados, que lo veneran hasta el día de hoy, aunque más no sea recordando su nombre cada 14 de febrero, día en que fue decapitado.

Los restos mortales de San Valentín descansan, presuntamente, en un pueblito alemán. Claro está que nadie se atreve a jurar que realmente sea suyo el esqueleto, ricamente ataviado, que reposa en un sarcófago de cristal en la parroquia de San Miguel de la localidad sueva de Krumbach. No obstante, los documentos del siglo XVIII que se conservan en el archivo parroquial, confirman que el cuerpo de San Valentín fue trasladado hasta este lugar en 1735. La reliquia fue donada por el noble veneciano Johannes Delphin, por razones que se desconocen.

Las múltiples sedes del amor

Cuenta la crónica parroquial que el cuerpo de San Valentín fue recibido en el pueblo con una gran fiesta, de varios días de duración. Pero, con el paso de las décadas, el entusiasmo fue decayendo y casi llegó a olvidarse que allí se albergaba supuestamente la reliquia del patrono de los enamorados. Pero la historia tiene sus ciclos y ahora que la fiesta de San Valentín se ha convertido en un magno evento sentimental-comercial, Krumbach vuelve a recobrar protagonismo en la zona. Desde hace un par de años, numerosas parejas peregrinan al lugar para jurarse amor eterno.

Más partido sacan de esta festividades otros lugares, que llevan directamente el nombre de San Valentín. Por ejemplo, una localidad austríaca, que celebra por estas fechas un festival de bodas y ha intentado incluso conquistar un lugar en el libro de los Récords de Guiness, con el corso matrimonial más largo del mundo. Poco importa, en este caso, que el pueblo deba su apelativo a San Valentín de Raetien, que fue un eremita. También en Francia existe un San Valentín, que se presenta a los turistas como "el pueblo de los enamorados", pese a no tener reliquia alguna. A fin de cuentas, San Valentín no es patrimonio exclusivo de nadie, como tampoco el amor.