Samanta Schweblin: "Me interesa lo extraño en lo cotidiano"
13 de noviembre de 2015Deutsche Welle: ¿Cuál piensa que es la clave del éxito que está teniendo con sus libros?
Samanta Schweblin: No tengo la menor idea (risas). Es difícil responder eso porque a veces es suerte; son momentos que se dan o no se dan, y no dependen siempre de uno. Estuve a la expectativa de qué iba a pasar cuando escribiera una novela, como si la novela fuera la consagración del escritor, y el cuento fuera una especie de período de aprendizaje, y para mí es muy gratificante ver que no hace falta todo eso. “Pájaros en la boca”, mi libro más traducido, ya tiene 16 traducciones y fue una instancia a la que llegué como cuentista, no como novelista. Ante ese éxito lo que siento es sorpresa, felicidad, y eso también crea un compromiso.
Sus libros exploran lo siniestro, en alemán “unheimlich”, es decir, lo que no es familiar, lo ominoso de las relaciones familiares. ¿Qué la lleva a elegir esos temas, y qué quiere provocar en el lector?
No sé si los elijo. Esos son los temas en los que yo me muevo. Siento que uno escribe siempre sobre su propio mundo. Y tal vez eso sea extraño para los demás. Y sí me interesa mucho todo lo extraño que hay en lo cotidiano. Las cosas que pertenecen a nuestro universo aunque no pertenezcan al mundo con el que lidiamos todos los días. Ese es el espacio que me gusta, el espacio de lo extraño, de lo que se conoce poco, y a veces no es un espacio que busco afuera, sino adentro mío.
Otro de sus temas es la muerte, pero antes, como en el cuento “La respiración cavernaria“, del libro “Siete casas vacías”, la pérdida de las capacidades mentales. ¿Qué piensa sobre el tratamiento que se le da a la muerte en nuestra sociedad, especialmente en el marco del debate sobre la muerte digna?
Tengo tías abuelas en mi familia, y bisabuelas que han muerto con Alzheimer, y es una muerte que yo he visto y es espantosa. Todo tipo de muerte implica ir perdiendo poco a poco el cuerpo, pero el Alzheimer es perder la memoria, que es como ir perdiendo de a poco la conciencia de quién es uno. Eso es morir, en realidad. Son muertos vivos, muertos que siguen circulando y siguen intentando circular sin tener una conciencia propia de lo que está pasando. Siempre me llamó la atención, también esto que estamos creando como sociedad. Vivimos 20 años más de lo que vivíamos antes, pero en realidad no estamos viviendo esos años, sino que nos está tomando 20 años más morirnos. Este tema me parece tan terrible que me interesó investigarlo.
En el cuento "Un hombre sin suerte", que ganó el Premio Juan Rulfo, trata un tema delicado de manera muy sutil: el de un hombre que seduce a una niña, y que a la vez es seducido por ella. ¿Cuál es tu visión de ese tema?
Creo que hay mucha trampa, mucha seducción del lector en ese cuento. Es un cuento muy perverso, pero la perversión no está en el texto sino en la cabeza del lector. Si el lector no es perverso, el cuento no funciona. Quería que el texto fuera limpio, puro, pero que fueran los propios prejuicios del lector los que estén poniendo freno todo el tiempo y despertando así el miedo.
Hace poco presentó en México su novela “Distancia de rescate”. ¿Cómo fue recibida allí?
En México la novela fue leída como un capricho fantástico mío para construir escenas de terror. Pero no es eso. Se trata de la terrible situación medioambiental y de salud humana que causa el glifosato en el campo argentino. En comunidades de 1.200 personas hay 200 chicos que nacieron con deformaciones. La mayoría de los embarazos terminan con abortos espontáneos. La gente toca el glifosato y se muere a las 48 horas. Los animales caen muertos a los costados del camino. Eso no es literatura fantástica, es algo que está pasando en el campo argentino hoy. Y la editorial Suhrkamp se decidió por un título que capta más el hecho real: “El Veneno” (Das Gift).
¿Cómo es su vida en Berlín? ¿En qué cambió su literatura desde que está en Alemania?
Hace tres años y medio que vivo en Berlín. No sé si vivir en Berlín afecta ya lo que escribo porque soy de digestión lenta. Necesito más tiempo para que aparezca Berlín en mi literatura. Pero sí debe influir en mi manera de escribir. Para mí Berlín funciona como una suerte de estudio, un lugar silencioso, alejado de la familia, de los amigos, donde uno se puede concentrar, pero también es un lugar donde es difícil reconectar con el material con el que uno escribe. Es un espacio ideal pero con fecha de caducidad, no siento que pueda vivir en Berlín el resto de mi vida. De algún modo, Berlín me ha acercado a Latinoamérica. Argentina está muy lejos de todo, y en Berlín vivo rodeada de una comunidad con mexicanos, colombianos, chilenos. Y quizás es la distancia que me permite mirar con más claridad lo que tenés en frente. Eso hace que cambie la mirada.
Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978. Su primer libro, "El núcleo del disturbio" (2002), obtuvo los premios del Fondo Nacional de las Artes y el Concurso Nacional Haroldo Conti. En 2008 le otorgaron el premio Casa de las Américas por su libro de cuentos "Pájaros en la boca" (2009), traducido a trece lenguas y publicado en más de veinte países. En 2012 obtuvo el premio francés Juan Rulfo de cuento, y en 2014 publicó su primera novela, "Distancia de rescate". Ha obtenido becas de residencias de escritura en México, Italia, China y Alemania, y actualmente reside en Berlín, donde escribe y dicta talleres literarios en español.