Rusia - Ucrania: la "guerra del gas"
2 de enero de 2006Die Presse, de Viena, opina: "En la 'guerra del gas' de seguro está en juego el dinero, pero sobre todo se trata de política. Pero si la intención de Rusia es inducir al actual gobierno de Kiev a renunciar a sus ambiciones occidentales -ingreso a la OTAN y la Unión Europea- y si al cerrar la llave del gas pretende fortalecer a las fuerzas pro-rusas ante las elecciones parlamentarias ucranianas de marzo, las cuentas podrían salirle mal. Porque con una política de extorsión difícilmente se puedan incrementar las simpatías por Rusia en la población ucraniana."
Los objetivos del Kremlin
La Repubblica, de Roma, comenta: "Ahora que Moscú suspendió el suministro de gas natural a Ucrania (lo cual podría tener repercusiones para toda Europa), se perfila una clara imagen del grupo que gobierna en el Kremlin: son gente muy astuta, cuyo objetivo, en esta fase, consiste en restablecer rápidamente un equilibrio geopolítico: quieren que Rusia vuelva a tener un papel de gran potencia (...) tras 14 años en que el país ha desempeñado un papel de segunda o tercera categoría en el escenario mundial."
Necesidad de alternativas
El Basler Zeitung, de Basilea, coincide y apunta: "En el plano internacional, Moscú perdió su status de superpotencia. Pero ahora Rusia utiliza su riqueza energética para lograr objetivos geopolíticos. Ya sea que el Kremlin haya humillado a su vecino con el objeto de castigarlo por la revolución naranja o que haya perseguido el control de los gasoductos de tránsito o el incremento de sus ingresos, lo cierto es que el dictado de precios ruso era difícilmente aceptable para Ucrania. Aun cuando la aspiración rusa de diversificar el tránsito de gas -que hasta ahora discurre principalmente por Ucrania- sea legítima, la pugna con Kiev debería servir de advertencia para la Unión Europea. En lugar de aumentar la dependencia de Rusia, se deberían buscar alternativas energéticas".
Boomerang político
El periódico económico Handelsblatt, de Düsseldorf, opina: "Para la UE, la consecuencia que se impone es que los países que dependen del gas ruso, como los estados bálticos en un 100% o Polonia y la República Checa, en un 80%, deben diversificar finalmente sus fuentes de abastecimiento. Ni el ex canciller Gerhard Schröder, como jefe del consejo de supervisión, ni BASF, ni EON pueden pretender que el gasoducto del Báltico que construyen con Gazprom sea únicamente un aporte a la seguridad del abastecimiento europeo. Es parte de los planes imperialistas de Putin. Porque una ramificación subterránea hacia Kaliningrado permitirá que en el futuro se pueda cortar simplemente el gas a Ucrania y Bielorrusia, si no se conforman con el papel de países satélite. Eso es simplemente una política de chantaje y podría volverse finalmente contra aquellos que ayudan a Rusia a construir el gasoducto.