Jochen Rindt era un personaje carismático y la primera gran estrella del automovilismo de competición. Es el único piloto de F1 coronado campeón mundial de forma póstuma. Criado por sus abuelos en Austria, Rindt tenía sólo una cosa en mente: convertirse en el mejor piloto del mundo. Un anhelo que le costaría la vida.
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En 1970, en plena temporada, sufrió un accidente mortal en el circuito italiano de Monza.