Ronda de Doha: ¿Misión imposible?
2 de diciembre de 2013El diplomático brasileño, Roberto Azevêdo está acostumbrado a los trabajos difíciles. Durante cinco años representó a Brasil en la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Ginebra y, entre otras cosas, consiguió que la Unión Europea redujese sus subvenciones a la producción de azúcar. Ahora, desde septiembre, es él quien dirige la OMC. Y otra vez vuelve a enfrentarse a tareas complicadas. Quiere conseguir lo que no pudo hacer su predecesor, Pascal Lamy: resucitar la Ronda de Doha, para liberalizar el comercio mundial.
Hace más de 12 años, los representantes de 159 estados asistentes a Doha, capital de Qatar, se propusieron alcanzar un acuerdo a través del cual se posibilitaría una mejor integración en el mercado mundial a países en vías de desarrollo. Sin embargo, desde hace casi una década, dicha iniciativa está estancada: “Estados Unidos exige a los países emergentes, en especial a China, India y Brasil, que faciliten el acceso a sus mercados y reduzcan los aranceles para los productos industriales. Los países en desarrollo por su parte, exigen la eliminación de las subvenciones agrarias y a la exportación”, explica Clara Brandi, experta en política comercial del Instituto Alemán de Políticas de Desarrollo.
¿Nueva era?
Las posiciones están realmente tan asentadas, que la mayoría de los observadores de la Ronda de Doha la consideran como clínicamente muerta. Pero Roberto Azevêdo no se rinde. Por lo menos, ha conseguido que se realice una nueva reunión de los ministros del 3 al 6 de diciembre en la isla de Bali: "La esperanza es que se anuncie una nueva era para las negociaciones multilaterales”, dice Clara Brandi: “Así la OMC ganará un poquito de credibilidad”.
Un acuerdo multilateral sólo traería ventajas, dicen los expertos. “La eliminación de las barreras comerciales estimularía el comercio mundial y daría un nuevo impulso al crecimiento”, cree Jürgen Matthes, del Instituto de la Economía Alemana en Colonia. Con una mera reducción de un 1% en aranceles, los ingresos amentarían en cerca de 40.000 millones de dólares, beneficiando también a países en vías de desarrollo.
Muchos pequeños o uno grande
Debido a esto, muchos países ya no esperan al acuerdo de Doha, sino que van con su propia agenda creando acuerdos bilaterales o regionales. Con una gran desventaja, cree Matthes: “Si la UE cierra un acuerdo comercial con EE.UU. o Japón, estos actores se otorgan recíprocamente ventajas que no dan a los que no son parte del trato; y eso supone discriminar a los que quedan fuera”.
También Clara Brandi está convencida: “Muchos acuerdos pequeños, bilaterales y regionales, no sustituyen a un gran acuerdo multilateral de la OMC. No cumplirían con el principio de no discriminación de la organización”. Además, tales acuerdos no siempre son justos, precisa Jürgen Matthes. Grandes actores como la UE, Estados Unidos o Japón pueden usar su poder para presionar a los más pequeños. “Hay un gran mercado que ofrecer y si se sientan a negociar, por ejemplo con Vietnam, está claro quién va a poner las reglas”, precisa el experto.
Perder la paciencia
Pero… ¿para qué sirven estos acuerdos si no se avanza en la Ronda de Doha? En el banco de datos de la OMC y el Banco Mundial existen entretanto más de 350 acuerdos comerciales bilaterales. Y por lo menos otros 35 están siendo negociados en este momento. Como ejemplo cabe mencionar las intenciones de la UE y Estados Unidos de organizar una zona de libre comercio, algo que según los expertos supondría el final de la Ronda de Doha.
También hay políticos y expertos que creen que esa negociación trasatlántica daría un nuevo impulso a Doha”, opina Carla Brandi: “Pero yo no lo creo”. Para Jürgen Mattes, el acuerdo transatlántico podría ser un instrumento para volver a llevar a la mesa de negociaciones a los países en desarrollo: “Sería un poco maquiavélico. Pero quizás los países en desarrollo se empecinarían aún más en su postura”.
Muchos bombones sin efecto locomotora
El plan era confeccionar en Bali un paquete para que lo firmen los ministros de los países miembros. Pero nada de eso se logrará, a pesar de muchas ofertas de los representantes de EE.UU., Japón, Canadá y la UE, según las cuales el paquete debería ofrecer ventajas para países en desarrollo: simplificación de aduanas, reducción de las trabas en política agraria o aumento de la ayuda para los menos desarrollados. Los países más pobres podrían incluso comprar alimentos en base a precios fijados por el Estado, para acumular reservas, una medida que molesta a los defensores e la libre economía de mercado.
Pese a todo ello, las negociaciones previas a Bali fracasaron el martes pasado en Ginebra, según informó el Wall Street Journal. Al parecer, un pequeño grupo dirigido por India se impuso en el último minuto, evitando avanzar en la simplificación de aduanas. Un mal presagio para Bali.