¿Resurge el movimiento antinuclear en Alemania?
8 de noviembre de 2010Según cifras oficiales, un grupo de hasta 1.500 activistas antinucleares bloquearon hoy lunes (8.11.2010) la calle de acceso hacia el depósito intermedio, en la ciudad de Gorleben. Un vocero de la iniciativa antinuclear “X-tausendmalquer” dijo: “nos preparamos para pasar aquí la noche”. Algunos de los manifestantes, envueltos en frazadas y sentados sobre jergones de paja, se encuentran ya desde el domingo al mediodía ocupando la ruta del transporte radiactivo.
Del tren al camión
En la estación de embarque de Dannenberg deben ser trasladados los contenedores del tren hacia varios camiones. Se estima que el procedimiento dure unas 15 horas. Una vez concluido el mismo, los residuos nucleares deberán recorrer aún 20 kilómetros hasta llegar a su destino, en el depósito intermedio de Gorleben. Sin embargo, esto sucederá solamente cuando la vía esté completamente despejada, aseguró un vocero policial. El transporte Castor ("cask for storage and transport of radioactive material" - contenedor para almacenamiento y transporte de material radiactivo) habrá necesitado entonces un total de 68 horas para llegar desde Francia hasta Gorleben, es decir, unas 24 horas más de lo planeado.
Jochen Stay, de la asociación antiatómica “ausgestrahlt” describió las protestas como “momento estelar” de la resistencia pacífica y dijo que “este bloqueo, el más grande contra un transporte Castor, demuestra cuánto se alejó el Gobierno federal de la población en materia de política nuclear”.
Crecen las protestas
Mientras que la policía habla de “personas extremadamente agresivas”, iniciativas ciudadanas, como “Castor Schottern”, reprochan a los efectivos actuar de modo brutal. Sindicatos de la policía critican a su vez que desde hace años son los policías quienes tienen que pagar las consecuencias de errores cometidos a nivel político.
Según la ONG BUND/Amigos de la Tierra, Alemania, el grado de protestas contra el actual transporte Castor deja en evidencia que la población está cada vez más disgustada por la prórroga para el funcionamiento de reactores nucleares, resuelta por el Gobierno alemán. Hubert Weiger, jefe de BUND, habló de un “grave error político” y se mostró impresionado ante las “protestas serias y persistentes, que provienen de todas las capas sociales”.
Aumenta la presión
El Ministro alemán del Medioambiente, Norbert Röttgen, anunció este lunes (8.11.2010) que visitaría Gorleben antes de que termine el año. Pero no sólo la montaña de basura atómica crece, sino también la presión sobre los gobernantes. Jochen Stay, de la iniciativa ciudadana “ausgestrahlt”, lo expresó del modo siguiente: “Röttgen aún no lo ha comprendido: el Gobierno federal no puede seguir dejando este conflicto a cargo de la policía. Esta situación ya no se puede solucionar con medios policíacos”.
“El Gobierno federal tiene que tomar en serio las protestas y revisar su curso a favor de la energía atómica”, exigió también Weiger, de la BUND.
Volker Beck, del partido ecologista alemán Los Verdes, declaró que “la prórroga para el funcionamiento de las centrales nucleares destruyó el consenso en la política atómica” y demandó que se trate el tema durante la semana presente en el Parlamento alemán.
Protesta antinuclear 30 años después
En los años sesenta y setenta las acciones de protesta en Alemania eran sobre todo cosa de los críticos empedernidos del sistema y no del ciudadano común. Fue justamente con las manifestaciones en contra de la energía atómica que la calle pasó a ser el espacio legítimo donde practicar la democracia. A diferencia de lo que ocurría en la mayoría de las manifestaciones por causas políticas, aquí los manifestantes se expresaban de modo pacífico. La meta común, de un mundo más verde y saludable, unía así a seguidores de partidos políticos diametralmente opuestos. A las protestas se sumaban incluso aquellos ciudadanos que no solían participar de ningún tipo de manifestación pública.
El movimiento antinuclear fue el movimiento civil más fuerte en Alemania desde los años setenta hasta mediados de los ochenta. Muchos de sus seguidores contribuyeron a fundar y más adelante a votar al partido ecologista Los Verdes. No sólo las ideas de los militantes antiatómicos impregnaron la política alemana, sino que muchos de los símbolos característicos del movimiento conquistaron el mundo entero. Por ejemplo, el sonriente sol rojo sobre fondo amarillo.
No obstante el apoyo en la población, llevar a cabo las exigencias de aquel entonces, de desconectar completa e inmediatamente los reactores nucleares, resulta cada vez más difícil. La gran cantidad de electricidad atómica empleada en la vida diaria hace imposible una desconexión súbita, por lo cual se habla de un abandono sucesivo de la energía nuclear.
Energía atómica – un callejón sin salida
La población alemana está habituada a un gran nivel de confort, del cual ni siquiera es consciente muchas veces. Para poder mantener este nivel es necesario un alto consumo de energía, actualmente la cuarta parte de ésta es generada por reactores nucleares. El hecho de que muchos ciudadanos ya no quieran renunciar al confort adquirido ha sido sólo una de las razones por las cuales el movimiento antinuclear se vio debilitado en las últimas décadas.
A ésta se suman, obviamente, razones de interés político, pero también nuevos conocimientos científicos. Es así que hoy, incluso antiguos activistas antinucleares, optan por la energía atómica por sus supuestas virtudes ecológicas, ya que produce electricidad sin alterar el medioambiente. Desde que se sabe que los gases de efecto invernadero provocan el calentamiento del planeta tierra, hay quienes opinan que la energía nuclear en realidad es la menos dañina para nuestro ecosistema.
Quienes apoyan esta teoría opinan que el cambio climático tiene consecuencias globales y las catástrofes que provoca, desde inundaciones hasta sequías extremas, las sufren sobre todo las regiones más pobres del planeta. Mientras que la energía nuclear no implica riesgos para toda la población mundial, sino en primera línea para quienes vivan en la cercanía de un reactor o de un depósito de residuos atómicos. Pero éste justamente es el punto débil de esta teoría, porque hasta ahora no se ha encontrado en ninguna parte del mundo una solución satisfactoria a la problemática de qué hacer con los residuos radiactivos. En este sentido la energía atómica sigue siendo un callejón sin salida.
Autora: Valeria Risi
Editor: Pablo Kummetz