Rescate de migrantes: ¡La UE debe ayudar, no estorbar!
4 de octubre de 2018El Aquarius echó anclas en el puerto francés de Marsella y allí se quedará por un tiempo. De los barcos pertenecientes a organizaciones no gubernamentales (ONG) dedicadas expresamente a rescatar a migrantes del mar Mediterráneo para impedir que mueran ahogados, el Aquarius es el último en quedar fuera de circulación; frente a las costas de Libia solo hay dos pequeñas "barcazas de observación”. Al parecer ningún país europeo quiere poner su bandera a la orden del Aquarius con miras a que continúe cumpliendo su misión. El lema prevalente es: si la UE no puede hacer nada razonable, que los socorristas privados tampoco puedan.
Todos aquellos interesados en saber cuántos migrantes toman rumbo hacia la UE desde Libia y cuántos de ellos mueren ahogados han perdido de vista al Aquarius. Algunos sostienen que los barcos privados son los únicos que arrojan un destello de luz en la oscuridad de la situación que se registra en el Mediterráneo. Claro, ahora se le puede echar la culpa a Matteo Salvini. Después de todo, fue el ministro italiano del Interior quien les prohibió a las naves de las ONG atracar en los puertos de su país. Eso es cierto. No obstante, la causa de esta catástrofe continúa siendo la incapacidad de todos los miembros de la UE para llegar a un compromiso humano y funcional que sirva de base para una política de migración abarcadora.
Una política migratoria coja
A estas alturas, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE concentran casi toda su atención en la protección de las fronteras. Mientras tanto, el canciller austríaco, Sebastian Kurz, sigue ufanándose de estar dispuesto a negociar con Egipto la construcción de "plataformas de desembarque”, es decir, campamentos para migrantes que hayan sido rescatados de las aguas del Mediterráneo. Obviando por un momento que lo más probable es que esa iniciativa no se concrete, cabe destacar que Kurz solo alude a un aspecto de la cuestión migratoria: las tácticas para ahuyentar a los migrantes, para proteger las fronteras y para repatriar a aquellos cuyas solicitudes de asilo hayan sido rechazadas.
¿Qué hay de los otros aspectos de ese asunto? ¿Qué hay de la acogida, la repartición y la integración de quienes realmente necesitan protección? ¿Qué hay de las víctimas de guerras, torturas y persecución política? ¿Qué hay de los caminos legales para la migración que harían innecesarios las travesías mortales? La UE cojea de una pata con su política migratoria y eso tiene un costo cada vez más elevado: la sangre de los migrantes. Apelando a datos estadísticos proveídos por las Naciones Unidas, el centro de investigaciones italiano ISPI hizo recientemente a un cálculo espeluznante: en septiembre de 2018, el índice de mortalidad entre los migrantes que intentan cruzar el Mediterráneo con destino a Europa subió al 19 por ciento. En otras palabras: uno de cada cinco perece en el camino. Esa es la cifra más alta medida hasta ahora.
Caos en el Mediterráneo
¡Esa es una señal de la pobreza de la UE! Si el bloque comunitario no está en capacidad de apuntalar una política migratoria abarcadora con una segunda columna, entonces debería, al menos, dejar de obstaculizar la labor de rescate de las NGO. Entiéndase bien: lo que está en juego es el todo. No eran completamente falsas las acusaciones que se hicieron en el pasado, según las cuales las ONG estaban recogiendo a migrantes directamente en la costa libia, transportándolos a Europa y apoyando de esa manera el modelo de negocios de los traficantes de personas. Pero en un mundo mejor, la guardia costera libia, la agencia para la gestión de las fronteras comunitarias exteriores (FRONTEX) y las ONG en cuestión coordinarían mejor sus labores y los límites de sus misiones.
Lo cierto es que, en este instante, estamos más alejados que nunca de un escenario ideal como ese. Los tripulantes del Aquarius han descrito situaciones caóticas en el Mediterráneo y una deficiente coordinación. Todos los planes que prometen campamentos humanitarios en el norte de África, caminos legales para la migración y el fomento del desarrollo económico en los países de origen de los migrantes suenan muy bien. El problema es que nada de eso existe en este momento. Y mientras esas promesas no se cumplan, los Estados miembros de la UE deberían apoyar las actividades de barcos como el Aquarius, con miras a salvar vidas en el Mediterráneo, en lugar de entorpecerlas. Si no lo hace, la UE corre el riesgo de terminar en una bancarrota moral.
Autor: Max Hofmann (ERC/CP)
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