Remesas: Oxígeno para los pueblos turísticos
3 de septiembre de 2020Desde la reapertura económica, todos los días Rosa Flores abre su cortina y se sienta a esperar turistas, pero nadie llega. Incluso pasa toda la semana y no vende nada. "Algunos sábados me compran una o dos muñecas, pero nada más”, dice a DW Flores, propietaria de un quiosco callejero de artesanías otomíes, en el pueblo de Amealco, Querétaro. "Con lo que gano ahora no me alcanza para comprar comida para la familia”, agrega.
Pueblos como Amealco han perdido casi por completo sus ingresos, ya que su economía se basaba en el turismo que recientemente las autoridades promovieron para sacarlos de la pobreza. Desde el año 2018 a Amealco se le denominó "Pueblo Mágico” en el marco de un proyecto orientado a sacar de la marginación a la comunidad indígena otomí, que representa un tercio de su población.
La pandemia ha llevado a las personas, ya antes vulnerables, a una situación de pobreza extrema. Las más afectadas las comunidades indígenas. Para muchos, el dinero que reciben de sus familiares que han migrado a trabajar a Estados Unidos y Canadá es ahora el único ingreso.
Las remesas llegan a cifras récord
"Nos están salvando de la crisis”, afirmó Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, al hablar sobre los envíos de dinero por parte de los connacionales que trabajan en los países del norte. El mandatario incluso agradeció durante su Informe de Gobierno a los migrantes: "Ahora que más se les ha necesitado es cuando más han ayudado a sus familiares en México”. Sus declaraciones fueron severamente criticadas debido a la falta de ayuda gubernamental hacia las poblaciones más vulnerables.
A pesar del deterioro de la economía de Estados Unidos, los connacionales no han dejado de mandar dinero. De hecho, las remesas tienen cifras récord y muestran un crecimiento del 10.6% en comparación con el año anterior, según datos del Banco de México.
Para el final del año, se estima que los envíos llegarán a un máximo histórico de 40 mil millones de dólares, pero esta cantidad no es suficiente para evitar que las poblaciones marginadas lleguen a los niveles de pobreza extrema.
Sin visitantes no hay trabajo para la comunidad
Situado a 30 kilómetros de la carretera, el pueblo de Amealco recibe pocos turistas nuevos. Con el fin de mantener sus puertas abiertas, el hotel con más renombre de la zona hace grandes esfuerzos para dar confianza a la gente y promueve sus paseos al aire libre como un gran atractivo turístico durante la pandemia. "Sabemos que, si todos nos cuidamos y usamos cubrebocas, la gente tendrá confianza y la economía se recuperará”, dice a DW María Elena Pérez, gerente general del Hotel Misión La Muralla. A pesar de tener permitido una ocupación del 50%, las cifras de visitantes están muy por debajo. "Tuvimos que cerrar casi por tres meses. Antes de la pandemia, recibíamos grupos para convenciones de trabajo, este año tenemos reservada una hasta el mes de octubre”, comenta Pérez, gerente del hotel. "Aquí todos nos cuidamos para no enfermarnos y poder recibir a los visitantes”, agrega.
No hay esperanzas en tiempos del Coronavirus
Poca información se tiene respecto a la propagación del virus en las zonas más marginadas del país, lo que ha generado en los habitantes de Amealco una gran incertidumbre y mayor crisis económica. Parte de su población otomí ha migrado a las ciudades para vender sus artesanías, hacer trueque o pedir limosna.
Los que permanecen en el pueblo se enfrentan al creciente rezago social, la falta de servicios de salud y de medios para acceder al sistema escolar. Si antes las remesas servían para el pago de deudas y gastos para la educación, ahora se destinan para la sobrevivencia más básica de las familias mexicanas.