Refugiados en Alemania: Lama se siente más alemana que siria
31 de agosto de 2020"Noooo", grita Joud, mientras su hermana le salpica los pies con agua fría en el baño. "A Joud no le gusta el agua fría, ni siquiera en verano", explica Lama y abre un poco más el grifo para poder lavar la arena entre los dedos de Joud. Ambos se ríen y Joud salta rápidamente fuera de la tina.
Lama, que tiene casi nueve años y Joud, que tiene casi siete, acaban de regresar del parque de juegos. A Lama le encanta trepar en los juegos infantiles, y también en los marcos de las puertas o los armarios de casa.
"Aquí, en el armario debajo del techo es el mejor lugar para jugar al escondite", me dice Lama. "Nadie puede encontrarme allí. Pero no se lo digas a mamá", agrega, y confiesa que su madre considera que el sitio es demasiado alto y peligroso.
El alemán de Lama es mejor que su árabe
Lama habla alemán conmigo y con sus hermanos; canta canciones infantiles alemanas y mira la televisión alemana. Habla árabe con sus padres, intercalado con palabras alemanas. Cuando sus padres intentan hablar alemán, es Lama quien corrige su gramática y les ayuda a encontrar las palabras adecuadas. Ella es la portavoz de la familia. "Soy alemana", dice. "Bueno, y un poco siria".
Cuando su familia huyó de Siria en 2015, ella tenía cuatro años, Joud dos y Karam apenas diez meses. Sam, el niño más pequeño, aún no había nacido. Lama no recuerda el arduo viaje. Pero yo sí: como reportera de DW conocí y acompañé a la familia Suleiman en Turquía. En ese entonces, Lama solo hablaba árabe; era una niña siria.
Cuando la madre de Lama me habló la noche antes de embarcarse en el peligroso viaje a través del Mediterráneo en un bote, estalló en lágrimas: "Espero que todos lo logremos o que todos muramos", dijo entonces. Fue Lama quien en ese entonces abrazó a su madre, tratando de consolarla.
La familia llegó a Grecia y luego viajó a Macedonia, Serbia, Croacia y Hungría.
Siria: solo un lugar en una historia
Desde allí, tuvieron que caminar tres kilómetros hasta la frontera con Austria, con la madre y el padre cargando a sus hijos, pero Lama, siendo la mayor, tuvo que caminar. Pronto, los niños estaban agotados y llorando. A los padres les resultó difícil consolarlos, ya que también estaban agotados.
Para Lama, estas son ahora principalmente solo historias, pero sus padres todavía están conmovidos por la experiencia. Siria también es para Lama simplemente una parte de su historia. No puede recordar las bombas que destruyeron la casa de su familia y la lastimaron. Para ella, Siria es el país de sus padres, donde viven su tía y su tío y, hasta hace poco, sus abuelas.
La familia de Lama lleva cuatro años buscando apartamento en Berlín. Han vivido en varios distritos diferentes, pero Lama se quedó en el mismo jardín de infancia y ahora en la escuela, lo que significa que a veces le lleva más de una hora llegar allí.
Problemas en la escuela a raíz del coronavirus
La materia favorita de Lama son las matemáticas, pero también le gusta el arte. En su libreta de calificaciones dice que Lama es muy concienzuda, diligente e interesada. Siempre está dispuesta a ayudar a otros niños y se presiona a sí misma para seguir el ritmo de sus compañeros.
La educación en el hogar durante la pandemia ha sido difícil, ya que sus padres no pudieron brindarle la ayuda necesaria. Por lo tanto, su maestra recomendó que Lama repitiese el segundo año, lo que fue un shock para la niña. "Ella lloró durante días", me dice su padre, y agrega que eso también hizo que él y su esposa se sintieran mal. "Tratamos de hacer todo por nuestros hijos, y cuando eso no es suficiente, realmente duele".
Lama está ahora en el mismo año que su hermano menor, lo que no le agrada mucho. "Pero ya puedo escribir, así que será una sorpresa para todos en mi nueva clase".
Cuando Lama crezca, quiere ser dentista. "Preferiblemente, no ir muy lejos de aquí, donde están mi mamá y mi papá, y mis hermanos".
(few/er)