Manglares devastados
2 de junio de 2015Roy Lewis es un investigador de Florida que trabaja en el estudio de humedales. Durante décadas, el científico ha intentado recuperar los manglares destruidos. A principios de los años 90, la situación era tan mala que la recuperación de las costas, que habían sido devastadas por la acuicultura de gambas, parecía casi imposible. En los años siguientes, los esfuerzos por recuperar los manglares fueron mayores. A menudo, financiados por la propia industria de la gamba. No obstante, muchos proyectos prometen más de lo que cumplen.
"He hecho los mismos experimentos, que muchas otras personas", cuenta Lewis, quien desarrolló el método Ecológico para la Restauración de los Manglares (del inglés, Ecological Mangrove Restoration (EMR)), que ahora se está aplicando en el sudeste asiático. "Empecé hace más de 40 años, plantando semillas de árbol de mangle en el suelo y observando cómo morían. Era obvio que tenía que haber un enfoque mejor".
La palabra manglar es un término genérico, que se emplea para denominar a los árboles y arbustos, provenientes de quince familias diferentes de plantas, nativas de regiones tropicales de todo el mundo. Todas ellas tienen en común que se han adaptado a la vida marina. De este modo, crecen en zonas intermareales cercanas a las desembocaduras de cursos de agua dulce. Se destacan por sus raíces en agua salada, que ofrecen un vivero único para muchas especies de peces e invertebrados marinos, como crustáceos y moluscos, así como un refugio para muchas aves.
En los últimos años, se ha incrementado drásticamente la conciencia sobre la relevante función que desempeñan los manglares, no sólo en términos de protección de la costa, sino también como almacenamiento de carbono.
“Saquea y sigue adelante”
Sin embargo, la conciencia no presupone necesariamente una voluntad de actuar. Alfredo Quarto, del "Proyecto para la Restauración de los Manglares", estima que ya se han destruido aproximadamente la mitad de los manglares de todo el mundo y cerca de 150.000 hectáreas desaparecen cada año.
El mayor culpable es el cultivo de gambas. Impulsado por la fuerte demanda, principalmente de Europa, EE.UU. y Japón, la industria ha devastado innumerables ecosistemas a lo largo de las costas del sur y sudeste de Asia y de América Central. "Las granjas de gambas a menudo sólo se mantienen dos años en funcionamiento, antes de cerrar debido a problemas por enfermedades y contaminación", cuenta Quarto a Global Ideas. Éste es el modelo de negocio que él define como "saquea y sigue adelante". "O van a la quiebra o tienen dinero suficiente para seguir adelante en un lugar nuevo – y por el camino no dejan más que devastación". Lewis estima que alrededor de medio millón de hectáreas, que en su día fueron utilizadas para la acuicultura de la gamba, ya no se usan hoy en día.
Restaurando la hidrología natural
Asimismo, a pesar de un mejor control, desde el punto de vista de la "Fundación para la Justicia Ambiental" (EJF, por sus siglas en inglés), el sector sirve, asimismo, de caldo de cultivo para la violación de los derechos humanos.
Los ecologistas se enfrentan por ello a varios desafíos. No obstante, Lewis, que también es miembro del consejo del "Proyecto para la Restauración de los Manglares", está convencido de que su método EMR puede contribuir a la recuperación de los mismos. Esto será posible, a medida que se creen las condiciones perfectas para el crecimiento de los manglares.
"Es importante observar con cuidado la topografía, la cantidad de agua que fluye y los cambios de las mareas", explica Lewis. "A menudo no es necesario plantar, ya que los manglares producen millones de brotes al año. Si se hace un buen trabajo, y se crean las condiciones adecuadas, las plantas se reproducirán solas".
Exportaciones de lujo a costa de la seguridad alimentaria
Teniendo en cuenta que los manglares cumplen una amplia gama de funciones ecológicas, de las cuales también se benefician las comunidades locales, la pérdida de estos ecosistemas tiene un efecto dominó. Una de las mayores amenazas es la pérdida de la seguridad alimentaria. Además de los efectos negativos sobre las poblaciones de peces, a través de la acuicultura se filtra agua salada en las aguas subterráneas. Esto provoca la pérdida de tierras de pastoreo para la población local, que ya no pueden alimentar a su ganado. Quarto añade que en algunos casos el agua dulce tiene que ser transportada por camiones.
“En EE.UU., Europa y Japón, tenemos una mayor seguridad alimentaria que en Tailandia, la India o Bangladesh. Sin embargo, el 95 por ciento de las gambas que se producen en estos países se exportan a los primeros", explica Quarto. "Las áreas con granjas de gambas provocan inseguridad alimentaria en los países, que no las consumen".
La destrucción de los manglares también tiene consecuencias sociales y culturales, ya que se pierde la pesca y la agricultura de tradición. Los ecologistas del “Proyecto Manglares en Acción" (MAP, por sus siglas en inglés) creen que para luchar por la conservación de los manglares es crucial trabajar con las personas, que dependen de los mismos.
Trabajando con la población local
Jim Enright, director de la oficina del MAP en Asia, cuenta que una de las razones por la cual han fallado tantos proyectos de reforestación de manglares, es el hecho de no haber involucrado a las comunidades afectadas en el proceso. "Cuando se ha incluido a la población local ha sido sólo para ayudar en la plantación pero no se ha contado con ellos en la planificación". En Tailandia, donde trabaja Enright, MAP está involucrado en varios proyectos de reforestación. En ellos, se educa a la población local en la metodología EMR y se les paga un salario mínimo por trabajar en la restauración hidrológica de una zona afectada determinada. Asimismo, los municipios también juegan un papel en la recogida de datos, así como en la supervisión, planificación y evaluación.
El siguiente paso es organizar excursiones para que los proyectos nuevos visiten aquellos sitios que estén más avanzados en su labor. "Cuando las diferentes comunidades locales hablan entre sí, el intercambio de información es más eficaz", afirma Enright.
Autor: Ruby Russell (AR/EL)