Recuperando las dinámicas dunas holandesas
24 de septiembre de 2019Los Países Bajos son famosos por sus canales, tulipanes y pintorescas ciudades de casas con tejados con gablete. Menos icónicas son las impresionantes dunas que constituyen las dos terceras partes de la costa holandesa.
Las suaves colinas junto al mar son, sin embargo, la principal característica de la belleza natural del país. Ofrecen protección a las personas de las fuerzas de la naturaleza y preservan uno de los hábitats más ricos en especies.
Centenas de las especies de plantas naturales de los Países Bajos se encuentran en sus dunas costeras, cuenta a DW Bert van der Valk, del Centro Holandés de Investigación Costera. No solo son importantes áreas de conservación, sino también "un recurso natural para el desarrollo de la naturaleza, la recreación y, en algunos casos, el almacenamiento de agua potable”, añade.
Las dunas son un atractivo para excursionistas y ciclistas, así como bañistas que pasean por estos parajes salvajes antes de sumergirse en el mar del Norte.
Durante todo el año, ofrecen un paisaje diverso: flores brillantes en primavera y verano, tonos marrones y amarillos en otoño y un verde y marrón oscuro en invierno. Una mirada más atenta revela líquenes coloridos y tesoros raros como la orquídea Liparis loeselii.
Lo que quizá queda fuera del alcance de la vista, es que este paisaje no solo cambia estacionalmente, sino que también lo hace por otras influencias cíclicas. Sin protección, este ecosistema podría deteriorarse para siempre.
Un paisaje vivo
Las dunas son sistemas dinámicos, que se ven influidos por los elementos y los ciclos de vida de los organismos que albergan.
Se forman por la acumulación de arena depositada por el viento. Las primeras plantas pequeñas y resistentes echan raíces, atrapan más arena y se pudren enriqueciendo la duna con nutrientes que permiten la colonización de otras plantas. Gradualmente, sus raíces también se unen a la arena creando estructuras cada vez más sólidas, que hacen posible una mayor biodiversidad.
Las dunas más jóvenes y móviles, o "embriones”, son las más cercanas al mar. Con las olas se pueden desarrollar dunas blancas, o secundarias, más grandes. La arena suelta es colonizada por plantas robustas como la Ammophila o la roqueta de mar (Cakile maritima). Las dunas estáticas y grises del interior se llaman así por los colores de los líquenes y musgos que crecen entre las plantas más grandes que las anclan en el lugar.
Los Países Bajos albergan alrededor del 17 por ciento de las dunas grises protegidas por la Red Natura 2000 de áreas protegidas de la Unión Europea. La carlina de monte (Carlina vulgaris) y el pensamiento salvaje (Viola tricolor) crecen entre la arena y las dunas grises. Las mariposas y los saltamontes revolotean entre las flores, y aves como el chorlito grande (Charadrius hiaticula) vienen a reproducirse.
Cuando las dunas colapsan, suele formarse una pequeña depresión bajo el nivel del mar. Esta da lugar a un nuevo hábitat para plantas y animales de pantano, como salamandras, sapos y libélulas, que necesitan humedad para vivir.
Las dunas también son importantes para el ser humano. Filtran las impurezas del agua potable que consumen casi cuatro millones de personas en los Países Bajos.
Enredado en la maleza
Pero estos ecosistemas son frágiles y han perdido parte de su dinamismo.
"La situación ha cambiado drásticamente en los últimos siglos”, dice a DW Ted Sluijter, guardabosques de la Sociedad Holandesa para la Conservación de la Naturaleza (natuurmonumenten). "Hay un mayor crecimiento vegetal debido a la intervención humana”, señala.
La contaminación atmosférica por nitrógeno procedente de la agricultura intensiva, el tráfico y la industria del gas han favorecido el desarrollo de plantas no deseadas. Entre ellas se encuentran especies exóticas como el cerezo negro americano, que crece de forma incontrolable. El aumento de la temperatura, cada vez más evidente en los Países Bajos, ha fomentado el crecimiento.
Estas malezas desplazan la diversidad natural de las dunas, arrastrándolas a una etapa final no deseada de su desarrollo.
En el pasado, los conejos perforaban las dunas grises con sus madrigueras laberínticas y mordisqueaban las plantas, lo que mantenía en equilibrio el crecimiento de las dunas. Pero el número de ejemplares ha ido disminuyendo desde mediados del siglo XX, principalmente debido a enfermedades infecciosas como la mixomatosis, que al igual que las especies invasoras, ha sido introducida por la actividad humana.
De nuevo en movimiento
Las compañías de agua y los grupos conservacionistas están haciendo un esfuerzo común para revivir la costa holandesa. Una colaboración entre la Sociedad Holandesa para la Conservación de la Naturaleza (natuurmonumenten), la empresa de suministro de agua PWN y la Autoridad del Agua de Rijnland, por ejemplo, ha transformado las dunas de Voornes y Goeree en el sur de Holanda.
El primer paso fue arrancar los árboles no deseados de las dunas y podar los arbustos demasiado grandes, pero con cuidado de preservar ciertas plantas y hormigueros. En algunas zonas, se removió la arena para que las dunas blancas pudieran volver a moverse y crear nuevas depresiones.
Sluijter recuerda que al principio la escena se veía desolada, pero las plantas y los animales aprovecharon las nuevas condiciones para repoblar la arena. Las dunas de Voorne y Goeree se transformaron en hábitats mixtos con praderas, hoyos pantanosos y bosques mixtos, donde ahora se reproducen especies en peligro de extinción como la tórtola europea (Streptopelia turtur) y el lagarto ágil (Lacerta agilis).
En otras zonas de la costa holandesa, la administración forestal y los servicios de suministro de agua están compensando la pérdida de liebres con ovejas, cabras, ganado de las tierras altas e incluso bisontes europeos y caballos konik.
Paisaje cambiante en un clima cambiante
Al otro lado del ecosistema de dunas, la autoridad reguladora de la protección contra las inundaciones supervisa otra medida, por la cual se extrae arena del mar y se deposita en la playa para contrarrestar la erosión del mar del Norte.
Históricamente, los ríos Rin y Mosa transportaban arena del interior hacia la costa. Pero a lo largo de los siglos, estas vías fluviales se han empleado intensamente para satisfacer las necesidades humanas. Según van der Valk, sin una intervención, la costa retrocedería una media de un metro al año.
"Las dunas son fronteras naturales entre la tierra y el mar”, explica van der Valk, razón por la cual la gente ha vivido en ellas durante siglos, buscando refugio de las tormentas que se desatan en el mar.
Hoy en día, las dunas son la única defensa a lo largo de unos 200 kilómetros de costa holandesa, que no están protegidas por diques. Y esa función es cada vez más importante, a medida que la crisis climática provoca que el mar sea cada vez más impredecible.
"Tenemos que estar atentos al aumento del nivel del mar y a los efectos de las tormentas, que pueden ser aún más importantes para los Países Bajos”, explica van der Valk. "Lo monitorizamos constantemente”, añade.
Los Países Bajos, cuyas tierras están situadas a nivel del mar o por debajo de este, son más vulnerables al aumento del nivel de los océanos que la mayoría de los países. Tan solo una cuidadosa interacción de procesos naturales y humanos puede preservar esta costa única y sus áreas protegidas.
(ar/ers)
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