Rafael Correa: de cal y de arena
15 de junio de 2015Rafael Correa admitió que la situación en su país por las continuas protestas es "grave", pero afirmó que se trata de “grupos que solo quieren desestabilizar su Administración”. El mandatario ecuatoriano participó en la cumbre eurolatinoamericana en Bruselas y en la feria Expo Milán 2015, mientras en Ecuador se desarrollaban movilizaciones diarias de la oposición y el oficialismo.
“Las protestas no tienen un liderazgo de la oposición y la gente está en las calles de todo el país, incluso en Galápagos, por los repetidos abusos contra los derechos fundamentales de los ciudadanos”, replica César Ricaurte, director de Fundamedios, una ONG que vigila la libertad de prensa y registra su violación en Ecuador. La situación es más compleja que las protestas contra la propuesta reforma a la herencia y a la plusvalía impulsadas por Correa, que es considerada por críticos como una “ley confiscatoria”, toda vez que “la economía ecuatoriana está sostenida, en gran parte, por pequeñas y medianas empresas familiares que ahora ven amenazado su patrimonio”, agrega el veterano periodista Ricaurte.
Ecuador y Venezuela
Correa mismo comparó los hechos en Ecuador con las violentas confrontaciones callejeras en Venezuela, asumiendo un discurso similar al de Chávez y Maduro de que “hay poderosos en el continente que buscan un ‘golpe blando' empezando por ‘calentar las calles'”.
Si bien la percepción de Correa sobre las presuntas amenazas contra su Gobierno es que las protestas son impulsadas desde afuera, como insiste Maduro, en la práctica “Quito y Caracas han desarrollado dos modelos de administración totalmente diferentes”, considera el politólogo Jonas Wolff, del Instituto de Investigación de Paz y Conflictos de Fráncfort del Meno (HSFK). “Mientras en Venezuela las instituciones democráticas han sido debilitadas sistemáticamente, en detrimento del Estado y la nación, en Ecuador las instituciones estatales han sido fortalecidas en favor de un Estado gerente que es capaz de llevar a cabo las obras que la infraestructura del país necesita”, destaca Wolff, recordando la larga historia de fracasos políticos y administrativos en Ecuador antes de 2007, año en que subió Correa al poder.
Es más, agrega el politólogo Wolff, “mientras en Venezuela los proyectos sociales del Gobierno son llevados por organizaciones paralelas y no por el Estado mismo, en Quito la política social es un plan legitimado por el Estado”. Así, “Rafael Correa ha desarrollado un clásico proyecto de modernización, con elementos redistributivos y legitimado por elecciones”, concluye Jonas Wolff. “Otra cosa es que su ejecución haya sido marcada por el estilo autoritario del presidente, que asume que él sabe qué es lo bueno para Ecuador”, agrega.
La prensa y Correa
Un estilo también calificado por otros analistas como “autocrático” que los críticos y la prensa, en especial, han sufrido. Si en la ejecución de proyectos de infraestructura el Gobierno de Rafael Correa se luce, el manejo de la prensa ha sido “contradictorio”, reconoce Wolff, para quien “mientras los medios privados han sido debilitados, los estatales se han fortalecido”.
César Ricaurte, por su parte, critica que la paulatina pérdida de la libertad de prensa tiene que ver con que el Ejecutivo de Correa “controla la Justicia, y no hay juez que tutele los derechos de la población”. A Ricaurte le preocupa sobremanera “la estigmatización de la prensa hasta el extremo de la exhibición pública de fotografías de periodistas críticos para exponerlos al escarnio público y presentarlos como traidores de la revolución”.
Rafael Correa parece no buscar el diálogo: a su llegada a Ecuador acusó a la prensa de ser “cómplice de los grupos de la oposición que, con la ayuda de asesores extranjeros, quieren tumbarlo” y retó a la oposición a pedir la revocatoria de su mandato.