¿Qué piensa la gente de Jerusalén?
6 de diciembre de 2017Donald Trump ha vuelto a cumplir una de sus promesas electorales: la reubicación de la Embajada de Estados Unidos en Jerusalén, reconociendo dicha ciudad como capital israelí. Con este paso, Estados Unidos se aísla internacionalmente. La comunidad internacional prefiere decidir sobre el estatus de Jerusalén cuando haya negociaciones de paz.
"Estoy muy contenta, me hace feliz que un político relevante de este mundo lo lleve a cabo”, dice Tzana Riznik en la parte oeste de Jerusalén. Estados Unidos cumple así el sueño anhelado de Israel, el mejor aliado de Israel.
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La "eterna, indivisible" ciudad de Jerusalén
La parte oficial israelí habla de la ciudad “eterna, invisible”. Israel reclama todo el territorio de Jerusalén, también la parte árabe de Jerusalén Este, que las tropas israelíes ocuparon, anexionaron y proclamaron capital israelí en 1967 durante la Guerra de los Seis Días. Dicho estatus nunca ha sido reconocido por la comunidad internacional y, por eso, las embajadas se hallan en Tel Aviv. Los palestinos, por su parte, reclaman Jerusalén Este como capital de su futuro Estado independiente.
"Es la decisión correcta. Vivo desde hace 45 años aquí, desde que nací y ya ha llegado la hora en la que el mundo reconozca Jerusalén como nuestra capital”, dice Sarah Partouche. Otros son escépticos cuando piensan en las consecuencias que puede acarrear una decisión de ese calibre. “No, para convivencia no es viable, todo será más complicado”, dice una transeúnte. Otros se preguntan qué puede originar la reubicación de la embajada estadounidense: “Para mí, Jerusalén es nuestra capital, independientemente de lo que digan”, dice Ravit BenNaim.
Consternación en Jerusalén Este
Sin embargo, en Jerusalén Este este nuevo paso de Estados Unidos se aprecia como una decepción. “No cambiará nada, de hecho, el mundo ha reconocido Jerusalén como capital israelí desde hace mucho tiempo”, dice Abu Mohammed, quien lee un periódico en un café. “Estamos ocupados desde 1967 y no cambiará nada si la Embajada de Estados Unidos se traslada o no”.
Otros opinan que es incomprensible que Estados Unidos quiera, con este paso, reconocer “las realidades existentes”, como se pudo escuchar en los círculos cercanos a la Casa Blanca. “El señor Trump no tiene ni idea de cómo vive la gente aquí”, dice Shihnaz Salem, una palestina-estadounidense, que está de visita en Jerusalén Este. Otros son más claros, como Hanan Abu Geith, una joven palestina: “No, Jerusalén no puede ser la capital de Israel. Jerusalén es la capital de Palestina. Nos pertence.”
Todavía los detalles sobre la declaración de Trump no han visto la luz, pero muchos temen que se vuelvan a repetir los capítulos de violencia. Los partidos palestinos han convocado tres días de protestas en Jerusalén, en los territorios palestinos y también en las embajadas de Estados Unidos en el extranjero.
Acto simbólico con graves consecuencias
Las críticas no se han hecho esperar. Muchos países, también los aliados, han mostrado su descontento con la decisión de Trump. Tras haber telefoneado con el presidente de Estados Unidos, el presidente palestino, Mahmud Abbas, dijo el pasado martes que no va a ceder en su derecho a proclamar Jerusalén Este como capital palestina. El rey Abdalá II de Jordania, por su parte, advirtió del efecto desestabilizador en todo el Oriente Próximo. El rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz, dijo que los musulmanes de todo el mundo verían la decisión como una provocación. La UE también se ha opuesto ha dicho paso.
Prácticamente no cambiará mucho, porque el traslado a Jerusalén tardará varios años en llevarse a cabo. El anuncio es solo el comienzo de un largo proceso, se escucha en la Casa Blanca. Pero es el simbolismo lo que cuenta y este tiene mucho peso en un lugar como Jerusalén. “Los unos reciben su capital”, resume una palestina. “¿Y nosotros? Ni idea. Es totalmente incierto lo que va a pasar“, añade.
Tania Kraemer (RMR/ELM)