¿Qué hacer con la basura atómica?
5 de octubre de 2010En Normandía, a orillas del Canal de la Mancha, se encuentra la planta de reprocesamiento de La Hague. Allí los ingenieros de Areva, el consorcio atómico más grande del mundo, descomponen las varillas combustibles gastadas de uranio y plutonio, separando los elementos reciclables de lo que es basura nuclear. Estos deshechos son almacenados de forma adecuada, asegura Jacques-Emmanuel Saulnier, vocero de la empresa: “seguimos criterios muy estrictos y lo hacemos con mucha atención, de modo que el riesgo restante sea mínimo”.
Greenpeace alerta
Sin embargo, Yannick Rousselet, encargado de asuntos nucleares de Greenpeace Francia, desconfía de Areva. En un documental televisivo reciente, Rousselet dejó en evidencia que el consorcio arroja todos los años 33 millones de barriles - de cien litros cada uno - de agua radiactiva al mar. Areva alega que se trata únicamente de 1,5 millones de barriles. Pero también esta cantidad alcanza para que Cobalto-60 y Cesio-137 sean absorbidos por cangrejos y algas e ingresen así a la cadena alimenticia.
Aunque cada país debe hacerse cargo de depositar su basura atómica en su propio territorio, Francia transporta anualmente más de cien toneladas de uranio "gastado" a Siberia. Esto es posible solamente porque Areva se vale de un resquicio jurídico y declara los desechos como “material reciclable”. Pero Yannick Rousselet duda que la carga radiactiva sea realmente reutilizable. De hecho, los expertos rusos pueden rescatar sólo el diez por ciento del uranio francés. La gran mayoría se queda en Siberia y es almacenada de manera totalmente inadecuada en un estacionamiento cercano a viviendas, como informan políticos de la oposición.
Francia busca un depósito para su basura nuclear
En el pueblo lorenés de Bure, en el nordeste francés, se están realizando desde hace once años excavaciones de prueba. A apenas 500 metros de profundidad se pretende almacenar basura atómica con un potencial radiactivo de 200.000 años. Es decir, que el material seguirá irradiando mucho después que los contenedores de acero o de cemento se hayan descompuesto. Incluso el ingeniero que dirige el proyecto se muestra escéptico: “si se realiza aquí dentro de 15 o 20 años un depósito final, puede ser que se vigile la instalación durante unos 200 años más. Pero después es muy posible que todo caiga en el olvido”.
Un olvido tal también tendría serias consecuencias para Alemania, ya que el depósito se construiría muy cerca de la frontera alemana. De Bure a la ciudad alemana de Saarbrücken hay nada más que 150 kilómetros de distancia.
Alemania en aprietos similares
También Alemania lidia con su basura atómica. Mientras que la canciller Angela Merkel decide prolongar el período de actividad de las plantas nucleares, quedan por responder dos preguntas centrales: ¿dónde almacenar los desechos y cómo desmantelar las instalaciones caducas? El desmantelamiento de una planta es un proceso costoso y laborioso. Pieza a pieza se va desarmando la central y limpiando cada componente. Pero incluso una vez paralizado un reactor, el desmantelamiento del mismo produce una gran cantidad de residuos nucleares altamente contaminados.
Tal es el caso del reactor Mülheim-Kärlich, desconectado de la red desde hace más de 20 años a causa de una licencia de construcción incorrecta. Del desmantelamiento de esta central nuclear resultarán 3.000 toneladas de residuos. Los mismos tendrán un grado tal de contaminación que deberían ser almacenados en una especie de cementerio nuclear subterráneo, que no existe aún. El pozo previsto para ello no entrará en funcionamiento antes del 2014. Hasta ese momento los residuos son almacenados provisoriamente en otros depósitos. Los riesgos implícitos en los procesos de desmantelamiento y almacenamiento seguirán siendo tema de discusión entre los gestores de plantas nucleares y los ecologistas.
Autor: Christoph Wöß / Valeria Risi
Editora: Emilia Rojas