¿Quién lleva el volante?
7 de febrero de 2007En principio, el comisario Stavros Dimas había acusado "mano dura" al demandar que para el año 2012 dichas emisiones se ubicaran en 120 gramos por kilómetro. A ello, la industria automotriz alemana reaccionó unificada, con una carta en la que los presidentes de las cinco empresas más importantes del sector advertían que dicha medida se traduciría en la pérdida de miles de empleos.
El debate se intensificó, y el comisario Dimas no endulzó su tono. Todo lo contrario. En el periódico más leído de Alemania, acusó al gobierno federal de no hacer todo lo que está en sus manos para reducir las emisiones contaminantes. "Alemania debe transformar sus bellos discursos en acciones", dijo el funcionario europeo.
Curva pronunciada
Este miércoles, todo cambió. El informe estableció que para el año 2012, las emisiones deben bajar hasta 130 gramos por kilómetro en promedio. El gobierno federal alemán recibió con beneplácito la medida, y el comisario europeo en materia de Industria, el también alemán Günter Verheugen, dijo que de este modo "se armoniza el cuidado al medio ambiente con la conservación de puestos de trabajo en uno de nuestros sectores más importantes".
El ministro alemán del Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, quien había pujado por una meta de 120 gramos por kilómetro, dijo ahora que la propuesta constituye "una meta ambiciosa, con la cual Europa podrá seguir a la vanguardia mundial en el cuidado del medio ambiente y del clima". Exactamente las mismas palabras utilizó el vocero gubernamental Ulrich Wilhelm al calificar la propuesta de Dimas.
Escepticismo de la industria
Pese a estas declaraciones, el sesgo europeo fue irremediablemente interpretado como un triunfo de la industria automotriz sobre los discursos ambientalistas de las autoridades alemanas. La Asociación Alemana para el Medio Ambiente y el Cuidado de la Naturaleza (BUND), criticó la propuesta de Dimas. "Con este adelgazado compromiso, está claro que la meta de 120 gramos por kilómetro para el año 2012 se quedará en el papel", dijo la dirigente de esa organización, Angelika Zahrnt.
Paradójicamente, la industria automotriz alemana tampoco se manifestó satisfecha con el documento dado a conocer en Bruselas. "Estos planes no constituyen sino apenas el drenaje de una nueva arquitectura para reducir el dióxido de carbono. Será hasta los próximos meses cuando se verá en detalle cómo quedará el edificio completo", dijo Bernd Gottschalk, presidente de la Asociación Alemana de la Industria Automotriz. "Nos enfrentaremos en esa etapa a retos enormes y extremadamente difíciles". Y es que, en efecto, todo indica que el tira y afloja no terminará ahí.