¿Quién cuidará a los ancianos alemanes?
30 de junio de 2013
Las organizaciones que más puestos de trabajo crean en Alemania no son Siemens, Bayer, Deutsche Bank, Volkswagen ni BMW. Después del Estado, los empleadores más importantes son Caritas, afiliado a la Iglesia católica, y Diakonie, cercano a la Iglesia evangélica, seguidos por la Cruz Roja Alemana, la Asociación de Caridad de los Trabajadores (AWO) y la Paritätische, un conglomerado de movimientos sociales. Sin estas instituciones caritativas, lo más probable es que el Estado del bienestar social no hubiera sido sostenible en tierras germanas.
Estas entidades operan hospitales, centros de cuidado diario, módulos de ayuda para personas que viven o corren el riesgo de vivir en la indigencia, asilos y servicios de asistencia a domicilio para el cuidado de personas mayores. Sus prestaciones son financiadas predominantemente por el sistema de seguridad social y por el Estado mismo; pero con frecuencia, cuando de la atención a los ancianos se trata, los beneficiarios deben cubrir por sí mismos una parte de los costos. Esa perspectiva preocupa a muchos en Alemania.
Futuro preocupante
Se teme que el reducido número de nacimientos en este país se traduzca, a futuro, en una cantidad cada vez menor de jóvenes con capacidad para financiar –con su trabajo y sus impuestos– las rentas de los jubilados. Y la sospecha de que esas rentas no alcanzarán para disfrutar de una buena calidad de vida, por encima del límite oficial de la pobreza, inquieta a millones. Por otra parte, si las familias son cada vez menos y más pequeñas, ¿no es de prever que abundarán los clanes con serias limitaciones para hacerse cargo de sus ancianos?
Ese ya es un problema en la actualidad. Sin embargo, es precisamente este fenómeno demográfico y económico el que le está dando impulso al mercado de servicios asistenciales para la población de la tercera edad. Los proveedores privados se han multiplicado notoriamente en los últimos años y comenzado a hacerles competencia a las organizaciones caritativas. En 1999, la oferta privada de ese tipo de servicios constituía el 51 por ciento del mercado. Una década más tarde, representaba el 62 por ciento, según la Oficina Federal de Estadísticas.
Escasean los profesionales
“Por fortuna, no hace falta que nos peleemos por los clientes. Pero sí existe un forcejeo más intenso por los especialistas”, comenta al respecto Brigitte Döcker, ejecutiva del grupo caritativo AWO. La Asociación Federal de Proveedores Privados de Servicios Sociales estima que hay alrededor de 500.000 puestos de trabajo vacantes en esta área por la falta de profesionales calificados. De ahí que el Gobierno alemán esté haciendo esfuerzos concertados para atraer a trabajadores de la salud extranjeros a Alemania.
En este sentido, la administración de la canciller alemana, Angela Merkel, firmó un acuerdo con el Estado filipino. Un tercer grupo de proveedores de servicios para los ancianos ha emergido debido al alto costo de los mismos en Alemania: los cuidadores o enfermeros no alemanes, provenientes de Europa Oriental, predominantemente, y reclutados mensualmente por agencias de colocación. Oficialmente, estos siguen estando empleados en sus países de origen; los servicios prestados en Alemania son sólo “misiones especiales”.
Estos trabajadores reciben más dinero del que ganarían en sus países de origen, pero mucho menos del que devengaría un trabajador radicado en Alemania. “Todo apunta a que la demanda existe, y esta demanda está siendo satisfecha”, sostiene Döcker, de AWO. Se calcula que hay 2,5 millones de ancianos en Alemania necesitando asistencia diaria. Los pronósticos sugieren que, para 2030, esa cifra puede llegar a los 3,5 millones. El desafío es evidente. Si ese escenario se consuma, los contribuyentes alemanes tendrán que pagar mucho más para apuntalar el sistema sanitario.
Autores: Marcus Lütticke / Evan Romero-Castillo
Editor: Diego Zúñiga