¿Quién se atreve a liderar el SPD?
25 de junio de 2019"La presidencia del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) es, junto al papado, el cargo más hermoso”, dijo alguna vez Franz Müntefering, a quien se le permitió ocupar ese puesto dos veces en su vida. Sí: se le permitió. Hubo una época en la que la jefatura de esa formación era una meta codiciada. Eso ha dejado de ser así. Tras la dimisión de Andrea Nahles, nadie se afana en ser su sucesor.
Ahora el SPD busca a dos miembros del partido que compartan el liderazgo: a un hombre y a una mujer que se esfuercen juntos en llegar a la cima y luego trabajen como equipo. ¡Buena idea! Con esa estrategia, el SPD procura evitar que su presidencia quede en manos de una dupla cuyos integrantes no se soportan, no se entienden o compiten entre ellos. Eso ha pasado con Los Verdes y La Izquierda.
¿Quién se atreve?
Las reglas del juego para optar por la jefatura del partido no son férreas: quien quiera nominarse sin un compañero o una compañera de fórmula puede hacerlo tranquilamente. Eso indica que el SPD no está para nada seguro de poder conseguir a un equipo que lo lidere cabalmente. Eso no le extraña a nadie. ¿Quién se atreve y quién puede realmente sacar a esta formación del valle de lágrimas donde se encuentra? Muchos han encarnado esa esperanza en los últimos años. El SPD ha tenido diez presidentes desde 1991 y eso sin contar a los presidentes comisarios.
El cargo que alguna vez fue tan honroso como el del Papa se ha convertido en un asiento eyectable. Eso se debe, por un lado, a que los socialdemócratas rara vez aprecian a sus presidentes y más bien se quejan de ellos hasta hacerles la vida imposible, y, por otra parte, a que el SPD ha tenido más fracasos electorales que triunfos en los últimos quince años. Un presidente sin récord de victorias pierde rápidamente su razón de ser.
Cuesta arriba
Frente a una situación tan desastrosa como la del SPD, es poco probable que algo cambie a corto plazo. En otoño tendrán lugar elecciones regionales en tres Estados federados del este de Alemania. Es difícil creer que los socialdemócratas puedan obtener buenos resultados allí. Es posible que el SPD estrene a sus nuevos presidentes en diciembre, después de los comicios.
Pero incluso la decisión de esperar para nombrar a sus jefes no sería automáticamente una garantía de que las cosas mejorarían. El nuevo liderazgo tendría que ser capaz de hacer milagros. El SPD está buscando a unos superhéroes para que lo representen, figuras de cómic que aparezcan cada vez que una crisis luzca irresoluble o que el mundo necesite ser rescatado.
Las nuevas caras no bastan
Pero el SPD necesita algo más que nuevo personal. El partido necesita, ante todo, un nuevo paradigma político. Necesita también reflexionar y decidir a qué sector de la sociedad quiere como electores. Eso está faltando ahora. Durante décadas, el SPD fue el partido de los trabajadores, el que defendía la justicia social, el que luchaba por mejores condiciones laborales, por salarios más altos y horarios de trabajo menos explotadores. Y a los hijos de los trabajadores les prometía una buena formación académica que propiciara su movilidad social, independientemente de lo pobre que fueran sus padres.
Pero el SPD ha terminado por quedarle pequeño a ese sector de la sociedad. Hoy, los trabajadores especializados ganan buen dinero, pertenecen a la clase media y votan más bien por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) o Los Verdes. El SPD perdió la oportunidad de buscarse electores en otros sectores. Y los hay. Alemania es el país donde el desarrollo académico y profesional de las personas depende más de la formación y el tamaño del bolsillo de las familias. Quien nace en un contexto de precariedad suele estar condenado a quedarse en él. Pero quienes corren esa suerte no piensan en votar por el SPD, sino por La Izquierda o por Alternativa para Alemania (AfD), entre otras razones, porque los populistas de derecha les hacen creer que compiten por las prestaciones sociales con los refugiados y los migrantes.
El ejemplo del norte
Los socialdemócratas ganaron puntos en Dinamarca prometiendo una política de asilo más restrictiva. Ellos tienen éxito porque escuchan a sus electores, porque están cerca de los ciudadanos. Eso ya no lo hace el SPD. El SPD está demasiado ocupado consigo mismo. Los miembros del SPD deberían seguir el ejemplo de los daneses y volver a ocuparse de los ciudadanos. Oírlos y entender las cosas a las que le dan importancia. Un tema, el de la justicia social, ha sido redescubierta por el SPD recientemente. Faltan otros tópicos; entre ellos, el de la necesidad que tiene la gente de seguridad, de orientación, de certeza, de derecho y de orden.
¿Logrará el SPD comenzar a remar de nuevo bajo una nueva presidencia? ¿O seguirá hundiéndose el partido en su actual irrelevancia? El SPD sólo tiene una oportunidad si se reinventa por completo. Con nuevas caras, con un nuevo programa y con nuevas metas. Eso no lo va a lograr en una coalición de Gobierno con partidos conservadores, pero el SPD se aferra a ella porque, de cara a elecciones adelantadas, tendría muchos puestos y mandatos que perder. No hay mucha esperanza para el SPD.
( erc/cp )
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