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¿Qué ha traído Obama a Cuba?

Rosa Muñoz Lima (chp)22 de marzo de 2016

La visita es sobre todo un gesto. Precedido de otros muchos gestos, además de medidas diplomáticas y comerciales concretas. ¿Qué temas siguen pendientes, para quién y para cuándo? DW pregunta a los cubanos.

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Barack Obama USA in Kuba Havana
Imagen: Reuters/I. Alvarado

Barack Obama "ya ha robado el corazón de los cubanos", escribe la periodista disidente Miriam Celaya, que ha seguido la visita en vivo en La Habana, en el diario digital 14ymedio. "La entrada de Obama en Cuba ha sido, sencillamente, espectacular", coincide en su blog, desde las antípodas ideológicas y geográficas, Lilibeth Alfonso, periodista del diario oficialista local de la provincia de Guantánamo.

Se sabe que no sucederá de inmediato, pero "hay un clima de cierto entusiasmo, esperanzas de que se levante el bloqueo y se devuelva la base naval de Guantánamo”" comenta Alfonso a DW. Y nota, con suspicacia, "un discurso más bien apegado al pueblo", que marca distancias con el Gobierno "con el que se han restablecido relaciones". "Va a haber un antes y un después de Obama –un poderoso presidente negro, con su familia negra− en La Habana”, asegura Rafel Campoamor, parte de Afro Cuban Forum (ACF), desde el Suroeste de Estados Unidos.

A la conquista del pueblo cubano

Kuba Besuch von Barack Obama
Imagen: picture-alliance/dpa/CTK Photo

Hablan, todos, del presidente estadounidense que impulsa el deshielo de las relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países, del primero que pisa la isla en 88 años; del que –antes de llegar− se carteó con una cubana, respondió a la llamada de Pánfilo, el personaje humorístico más popular entre los cubanos de la isla y su diáspora; del que saludó en jerga cubana –desde el avión presidencial− a los isleños conectados a Internet, con un “Qué bolá Cuba”.

Hablan del siempre sonriente presidente estadounidense que se paseó el domingo por la Habana Vieja, con toda su familia, resistiendo estoicamente la lluvia, con paraguas y sin corbata, esquivando los charcos y atento a los detalles de la historia de la ciudad contados por su guía; del que se dice que aparecerá este lunes (21.03.2016) en el programa humorístico de mayor audiencia de la televisión nacional.

Comunicación dispareja

Como hablarán otros muchos ahora, además, del presidente estadounidense que acaba de criticar con dureza al Gobierno de la isla, en conferencia de prensa conjunta con su homólogo cubano, por no respetar derechos políticos como las libertades de prensa, expresión y asociación, al tiempo que agradeció a Cuba las críticas a la desigualdad y las conflictivas relaciones raciales en Estados Unidos, en las que –a diferencia de su contraparte− reconoció que su país tiene que trabajar.

Pero más allá de la impoluta estrategia comunicativa de Obama y la lamentable actuación de Raúl Castro en esa conferencia de prensa, para los partidarios del sistema político cubano, "es un gran paso que Raúl Castro reciba a Obama, pues eso facilita, a posibles sucesores, avanzar en relaciones racionales con Estados Unidos", opina Bert Hoffman, experto cubanólogo del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo. De Raúl, no dirán sus partidarios "que ha traicionado el legado de la Revolución".

Múltiples temas pendientes

Como temas irresueltos en las relaciones bilaterales queda el evidente desacuerdo en torno a prácticas democráticas y de derechos humanos, extremadamente visible en la dispareja conferencia de prensa conjunta de este lunes. El trato represivo a los disidentes por estos días es coherente con la política habitual del Gobierno cubano, que trata de mostrar "que no se les han ido de las manos porque Obama venga", opina Hoffmann. No obstante, prevé que, en un futuro, es posible que el pueblo cubano deje de aceptar que la confrontación con Estados Unidos –ahora disminuida− explique la falta de pluralidad en la política doméstica.

"Va y las leyes en Cuba tienen que cambiar", supone Alfonso, que –"como ciudadana común", y no como vocera del medio estatal que la emplea− sospecha que la mayoría de los cubanos no se identifica con la oposición visible porque "es pagada", pero podría ser más saludable permitirles manifestarse. Como sea, la esperanza de posibles reformas políticas se sitúa en 2018, cuando Raúl Castro ha anunciado que dejará el poder, recuerda Hoffmann. "Pero nadie sabe siquiera en qué condiciones, si se irá completamente o se quedará al frente del partido", acota Campoamor.

Además, aún queda intacto el núcleo del embargo económico a la isla, una ley que solo puede levantar el Congreso, que seguirá bloqueando cualquier iniciativa de Obama para suprimirlo; y quedan por definir las próximas elecciones estadounidenses, con candidatos republicanos que abogan por revertir el actual proceso de acercamiento, advierte Hoffman, mientras Obama insiste –en un esforzado español− en aprovechar los nueve meses que le quedan para "echar para delante".

Desde la perspectiva cubana, queda pendiente, además, en las relaciones bilaterales, "la devolución de los 117,6 kilómetros cuadrados de la base naval –en la entrada de la bahía de Guantánamo–, la revisión de leyes que abren la puerta a la emigración ilegal y el financiamiento a la subversión para el cambio del sistema político cubano"; medidas "unilaterales" del Gobierno estadounidense por las que el cubano no tendría que dar nada a cambio, insiste, desde Guantánamo, la periodista Lilibeth Alfonso. Aunque, "a lo interno, la lista es mayor", reconoce e incluye en su crítica a la prensa estatal de la que forma parte. "Para lograr que el socialismo sea igualdad en la riqueza y no en la pobreza, tenemos muchas cosas que arreglar que no dependen del bloqueo", sueña.

¿Qué cambios, conducidos por quiénes y en cuánto tiempo?

Mientras, con la etiqueta #WhatAmericaIwant, la corresponsal de DW en la Habana, voltea la pregunta para saber ¿qué Estados Unidos –además de qué Cuba− desean los cubanos? Uno, "que respete a los cubanos y nos deje decidir nuestro futuro", pide Elaine Díaz, editora jefa de Periodismo de Barrio. En tanto, el medio independiente que dirige Díaz recuerda que "el 23 de marzo Cuba seguirá siendo Cuba y la fastidiosa cotidianidad obligará a quienes permanecen embelesados por su condición de testigos de 'un momento histórico' a volver a fijar la vista en la realidad".

Como Díaz, el escritor Arturo Arango recuerda en la revista OnCuba que, el 25 de marzo, cuando haya pasado también el concierto de los Rolling Stone, "estarán los mismos precios en los mercados, casi los mismos baches en las calles, los mismos autos antediluvianos contaminando el aire, las mismas noticias en la prensa. Luego, mejor que sentarnos otra vez a esperar lo que venga, será ponernos de acuerdo y seguir trabajando en lo nuestro, que no es poco".

Para cubanos de la isla y emigrados; para defensores del socialismo, del libre mercado o de una tercera vía; para las mayorías y las minorías de todas las generaciones, de cualquier origen étnico o filiación ideológica, más y menos emocionados con lo que la visita de Obama pueda aportar o no a la generación de cambios que todos reconocen necesarios, vale, como sea, la diferencia entre los tiempos históricos y el tiempo de sus vidas: "hay cosas que van a tomar su tiempo", advierte Rafel Campoamor. Y agrega: "desgraciadamente, esa es la gran incógnita: ¿cuánto tiempo?".