Prueba de fuego para la zona euro
25 de marzo de 2010La moneda de la Unión Europa se enfrenta a su más seria prueba de resistencia debido al endeudamiento de Grecia. La nueva deuda pública griega llega a más del 12,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y el déficit fiscal de Grecia ascenderá al 120 por ciento del PIB en el transcurso de 2010. Ambos valores superan ampliamente los límites previstos por el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea, en un 3 y un 60 por ciento respectivamente. Pero Grecia no es el único país deficitario de la eurozona.
Grecia: ¿Sólo la punta del iceberg?
En los mercados financieros ya se especula con la suspensión de pago de Grecia. Los Gobiernos de la Unión Europea discuten sobre la manera más apropiada de ayudar al país heleno. Este jueves, 25 de marzo, los jefes de Estado y de Gobierno europeos se reúnen en Bruselas para debatir, y la posición de la canciller alemana, Angela Merkel, sigue siendo contraria a brindar ayuda financiera a Grecia.
“Grecia no está en incapacidad de pago. Por eso, no es la cuestión de la ayuda financiera la que debemos discutir ahora. Me parece importante no hacer ilusionar a los mercados. La ayuda económica no está a la orden del día en la reunión del Consejo Europeo de este jueves, ya que Grecia misma dice no necesita ayuda por el momento”, dijo la canciller alemana.
Pase lo que pase en la reunión de Bruselas, es seguro que los problemas de Grecia también ocupan a los otros miembros de la Unión Europea. Según Joachim Starbatty, profesor emérito de Economía en la Universidad de Tübingen, al sur de Alemania, la situación es la prueba de que los países de la eurozona son demasiado diferentes como para poseer una moneda única. Junto con otros tres profesores, Starbatty había presentado, sin éxito, una demanda contra el Tratado de Amsterdam de instauración del euro ante el Tribunal Constitucional Federal Alemán en 1997.
Hoy ve confirmados sus argumentos de entonces: “Cuando se introdujo el euro, se sumaron a él países con características económicas muy diversas. Entre ellos, había algunos países que se orientaban hacia la estabilidad y ya habían producido réditos, mientras había otros de los que se dudaba de que pudieran lograrlo. Para ello se crearon criterios de ingreso en la Unión Monetaria Europea que fueron interpretados de forma laxa y negligente. En parte, ni siquiera se comprobó el cumplimiento de dichos criterios. Y así se unieron en la eurozona países cuyo concepto socioeconómico y sociopolítico no armonizaban”, explica el profesor Starbatty.
Devaluación y cambio de curso
La Unión Monetaria Europea excluye por definición cambios en el curso del euro y traslada el problema de la adaptación de la economía a las economías individuales, opina Helmut Schlesinger, ex presidente del Deutsche Bank: “Las economías nacionales deben esforzarse por igualar el ritmo de los otros países socios en lo que respecta a la inflación, aumentos salariales y solidez financiera.”
Grecia, Italia, España y Portugal se han beneficiado durante años de la Unión Monetaria y experimentaron gracias al euro un repunte importante, que ha mermado un poco, pero no así sus efectos secundarios: los sueldos siguieron subiendo en gran medida mientras la productividad no mejoró demasiado. Los costos del salario aumentaron mucho más que en el resto de la eurozona o, dicho de otro modo, la competitividad de esos países ha decrecido enormemente. Las exportaciones disminuyeron y aumentaron las importaciones. Grecia tuvo en 2007 un déficit en el balance de pagos de más del 14 por ciento de su rendimiento económico; en España y Portugal hay brechas de cerca del 10 por ciento. En realidad, estos países deberían devaluar su moneda, lo que abarataría las exportaciones en el mercado mundial y atraería inversiones directas extranjeras. Pero eso no es posible, ya que esos países no tienen moneda propia, sino al euro.
“Si se contempla el desarrollo de los últimos años, los índices de devaluación son altos. Parto de que Italia debería devaluar en un 40 por ciento, España en un 30 por ciento, y Grecia en un 35 por ciento, así como Portugal”, apunta Joachim Starbatty.
Pero el ventil del tipo de cambio está bloqueado. “La cuestión ahora pasa por dilucidar si sería sensato imponer una devaluación en esta situación, salir de la eurozona y lograr que la economía vuelva a reponerse a través de una política económica nacional expansiva”, plantea Jürgen Matthes, del Instituto Alemán de Economía, y se responde: “Eso no es realista. Hay que partir tácticamente de que la Unión Monetaria y el ingreso de un país a ésta son irreversibles. Porque justamente en la situación actual, en la que los mercados financieros se han vuelto cada vez más inseguros, el egreso de un país de la Unión Monetaria Europea significaría para él tener que enfrentar una crisis financiera mucho más grave, ya que, si ese país abandonara la eurozona, seguramente devaluaría su moneda. Y ese es un callejón sin salida”, afirma Jürgen Matthes.
El euro sigue estable
Pero atención: la crisis financiera que ha contagiado a todo el mundo no es el único disparador de estos desequilibrios en la Unión Europea. Los errores se cometieron mucho antes. Y la crisis actual dificulta terriblemente hacer lo que sería necesario: ahorrar con mano de hierro y orientar los salarios a la productividad real. En un tiempo en el que casi todos los gobiernos han aplicado gigantescos paquetes de rescate, los países del sur europeo tendrían que haber hecho justamente lo contrario, con lo que, a su vez, habrían caído en una recesión aún mayor. Un círculo vicioso.
Sin embargo, hay que señalar que, a pesar de todos los desequilibrios y tensiones, el euro sigue siendo una moneda estable y atractiva. El debate sobre un posible retiro de Grecia de la eurozona con el trasfondo de la crisis es altamente improbable. Tal medida sería técnicamente posible, admitió el asesor legal del Banco Central Europeo, Phoebus Athanassiou, en un informe. Pero la probabilidad de que se concrete sería nula debido a consideraciones jurídicas y prácticas.
Claro está que los problemas económicos de los países del sur de Europa, ante todo Grecia, tendrán consecuencias para la moneda comunitaria. A causa de la debilidad sostenida del dólar, el euro se valuó hace cinco meses a alrededor de 1,50 dólares. Ahora oscila entre 1,35 y 1,37. La moneda de la Unión Europea se ha debilitado un poco frente al dólar, pero esto se puede expresar también así: el dólar se mantiene débil, porque los inversores internacionales ven que los EE.UU. viven hace años por sobre sus posibilidades. Los severos problemas financieros de Grecia llevaron a que se haya podido enmascarar en parte la debilidad del dólar. Sólo queda esperar quién será el primero en dominar su desequilibrio económico, si los países del sur de Europa o los EE.UU.
Autor: Rolf Wenkel/ Cristina Papaleo
Editor: José Ospina-Valencia