¿Provocará Trump el exilio mexicano?
6 de enero de 2017Fue un jarro de agua fría para el Gobierno mexicano y un anticipo de lo que podría ser un año extremadamente difícil para México. Incluso antes de su entrada oficial al cargo el próximo 20 de enero, las amenazas del recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya parecen surtir efecto. El fabricante de automóviles estadounidense Ford anunció esta semana que se abstendrá de las inversiones de 1.600 millones de dólares previstas en México. A cambio destinará 700 millones de dólares a la producción de coches eléctricos en Flat Rock, Michigan.
¿Adelanto de confianza?
Ford había anunciado la inversión en plena campaña electoral. Entonces pareció un desafío frente a las medidas proteccionistas de Trump, que durante la campaña atacó fuertemente al consorcio calificando como una "vergüenza" que trasladase la producción y el empleo al extranjero. Ford tenía planeado construir una planta de 1.600 millones de dólares en San Luis Potosí (norte de México), que generaría 2.800 nuevos puestos de trabajo y fabricaría los modelos Fiesta, C-Max y Focus. En total, Ford opera en México dos plantas de fabricación y una planta de motores.
El director de Ford, Mark Fields, explicó en rueda de prensa extraordinaria que la retirada de San Luis Potosí se debía principalmente a la "dramática disminución de la demanda de coches pequeños en América del Norte". No hubo ningún trato con el recién elegido presidente. Sin embargo, Fields se mostró confiado en que Trump ofrecerá condiciones más favorables en Estados Unidos y argumentó la decisión como un "adelanto de confianza" en el nuevo presidente ante la cadena de televisión CNN.
Un sector clave para la economía
Por otra parte, el Gobierno de Peña Nieto lamentó en México la retirada de Ford. Según un comunicado del Ministerio de Economía, el consorcio tendrá que devolver los incentivos recibidos: "Los puestos de trabajo creados en México ayudaron a mantener a los empleados en EE.UU., que de otro modo habrían desaparecido por la competencia de Asia". Además, también es un duro golpe para un sector estratégico de la economía mexicana, en la que la automoción ocupa a 900.000 empleados directos y representa el 3,1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Una gran parte de la producción automotriz de Estados Unidos se subcontrata en México, y un tercio de las importaciones de automóviles de Estados Unidos vienen del país latinoamericano. Para fabricantes alemanes como Volkswagen , BMW, Audi y Daimler, el país se ha convertido en una importante base de producción y, según la consultora Roland Berger, los consorcios internacionales podrían invertir alrededor de 17 millones de dólares hasta 2020.
En parte, esta condición se debe al Tratado de Libre Comercio de América del norte (TLCAN ) de 1994, según el cual muchas compañías de automóviles y otros fabricantes se asentaron al sur del Río Bravo para producir con vistas en el mercado estadounidense. Las economías de ambos países están estrechamente entrelazadas y EE.UU. es el principal socio comercial de México, país en el que las tres cuartas partes de la producción están destinadas a su socio del Norte. Ahora, con sus amenazas de imponer aranceles a la importación, Trump atacaría de raíz al tratado de libre comercio.
Fuga de capitales y migración
La retirada de Ford podría ser también el preludio de una retirada masiva de capital extranjero, que sometería a mucha presión a la convaleciente economía mexicana. "El peligro es que otras empresas hagan lo mismo", explicó Gabriela Siller, experta financiera de Banco BASE, al diario El País: "No creemos que se limite a un solo caso".
De hecho, el fabricante de aire acondicionado Carrier renunció a reubicar parte de la producción de Indiana a México antes que Ford. Y el fin o modificación del TLCAN podría afectar también a marcas internacionales de automóviles, ya que están interesadas en México de cara al mercado estadounidense. El país cuenta con mano de obra barata y cualificada, además de una gran experiencia como proveedor. Pero si Trump cumple sus amenazas, muchos mexicanos podrían perder su puesto de trabajo. Y una crisis económica de estas características podría convertirse en crisis migratoria y volverse en contra del propio Trump.