Prostitución infantil: dos millones de víctimas
21 de marzo de 2006
Más de dos millones de niños en todo el mundo son obligados a ejercer la prostitución. UNICEF, organización de las Naciones Unidas de ayuda a la infancia, divulgó estas cifras en Berlín aprovechando la presentación del libro de Somaly Mam, "El silencio de la inocencia", en el que relata su experiencia como víctima. La autora, originaria de Camboya, pretende así hacer una llamada a gobiernos y la opinión pública para combatir la explotación infantil.
Esclavitud lucrativa
"La prostitución infantil es una forma de esclavitud especialmente grave", declaró Heide Simonis, presidenta de UNICEF en Alemania. "La explotación de niños es junto a las drogas y al tráfico de armas, uno de los negocios ilegales más lucrativos del mundo", añadió Simonis.
En cálculos globales, se considera que la prostitución de menores unida a la pornografía generan unos dividendos de cerca de 6.000 millones de euros anuales. Según UNICEF, casi la mitad de las víctimas proceden de países del sureste de Asía como Camboya, Laos o Vietnam.
Los menores explotados proceden generalmente del medio rural o de los arrabales de las grandes ciudades. Muchas veces, los padres creen en las promesas de un conocido o un intermediario profesional que ofrece un empleo para el niño en un restaurante. A partir de ahí, los menores están sin protección y son tratados como esclavos, incluso a veces exportados a Tailandia, Malasia o Hongkong.
Pese al aumento de las medidas legales para luchar contra este tipo de prácticas tanto en Alemania como en países destino del turismo sexual, perseguir estos casos no es tarea fácil, sobre todo debido a la dificultad de presentar pruebas y la poca colaboración entre las autoridades de los países en cuestión. Como solución, UNICEF propone sobre todo la lucha contra la corrupción así como campañas informativas dirigidas a los padres.
"El silencio de la inocencia"
Con su experiencia como víctima, Somaly está plenamente embarcada en la lucha contra la explotación de menores. Cuando contaba con 14 años, fue vendida a un burdel en la capital de Camboya, Phonom Penhm, donde fue víctima de violencia y abusos durante años. Con 20 años, consiguió escapar con la ayuda de un europeo.
Tras su huída, Somaly fundó una organización de ayuda para las víctimas de la prostitución, AFESIP. Además de rescatar a niños y jóvenes de los burdeles, la organización ofrece ayuda para la rehabilitación de los afectados además de apoyo legal para denunciar a los captores, tan sólo un grano de arena para atajar estas prácticas, que destrozan la vida de las víctimas desde la infancia.