¿Propagan el antisemitismo los refugiados?
11 de marzo de 2016Primero fueron las imágenes por televisión de personas desesperadas encaramándose a diminutas embarcaciones y después emprendiendo a pie un largo camino por Europa a través de campos y autopistas. Después, la crisis de refugiados llegó a las puertas de la casa de Shaked Spier: instalaciones a rebosar, filas interminables de personas que querían registrarse, funcionarios sobrepasados por el trabajo… “Supe inmediatamente que debía contribuir de alguna manera para ayudar y proteger a los refugiados que llegaban al país del que mis abuelos se vieron obligados a huir”, dice.
Desde entonces, Spier presta su apoyo en un albergue de refugiados de Friedrichschain, un barrio berlinés lleno de bares y cafés. Su trabajo consiste en ayudar en el reparto de comidas, jugar con los niños y escuchar las traumáticas historias de huida de los padres. Spier tiene 30 años, trabaja en una empresa de IT, y es uno de los muchos judíos que donan ropa, acuden a los albergues e incluso acogen a los refugiados en su propia casa. ¿Experiencias negativas? "Ninguna", asegura. En sus encuentros con los refugiados jamás tuvo importancia su identidad, su origen ni su homosexualidad, de la que él habla abiertamente. Si alguien se percata de su acento o del tatuaje hebreo en el hombro, la reacción más normal es: “Ah, ¿eres de Israel? Genial, yo soy de Afganistán”.
No hay estudios científicos
A Spier le irrita que diversas voces adviertan de que los refugiados procedentes de países en los que el antisemitismo es razón de Estado traigan sus resentimientos a Alemania. Por ejemplo, Josef Schuster, presidente del Consejo Central Judío, que alerta del peligro de un antisemitismo importado. Hace poco, Schuster explicó en una entrevista que, “entre los refugiados, hay una proporción considerable de árabes que han crecido con los estereotipos de odio a los judíos y a Israel. Y de eso no es fácil desprenderse”, aseguró.
Dervis Hizarci es un profesor berlinés de Política e Historia que lidera el grupo Iniciativa contra el Antisemitismo, que actualmente lleva a cabo un proyecto de investigación sobre los refugiados. Hizarci considera problemáticas este tipo de declaraciones, puesto que no hay trabajos científicos sobre el tema que avalen que hasta qué punto los refugiados traen consigo el odio y el antisemitismo. A finales de este año verán la luz los resultados de su investigación. Hasta entonces, Hizarci cree que “no se debe generalizar sobre la cuestión del antisemitismo entre los refugiados, pues se corre el riesgo de atizar de esa forma el antiislamismo y la xenofobia”.
Una ardua labor
Sin embargo, Hizarci no niega que existen sentimientos antisemitas entre jóvenes alemanes musulmanes, alimentados por la crudeza de las imágenes del conflicto en Cercano Oriente que llegan a través de la televisión y de sus celulares. Por eso, tanto él como sus colaboradores imparten talleres y organizan debates sobre antisemitismo y antiislamismo, aunque son conscientes de que hay determinadas actitudes que no se pueden eliminar de la noche a la mañana. Es una labor que requiere mucho tiempo y recursos.
Shaked Spier, por su parte, sabe que el antisemitismo es un problema. Por ejemplo, tiene unos amigos a los que los camareros se negaron a servir en una tienda de hamburguesas turcas en Berlín por ese motivo y sabe que, en ocasiones, se insulta y agrede a los judíos que llevan kipa. “Pero mis experiencias siempre fueron positivas”, recalca. Le preocupa mucho más el ideario de derechas en Alemania, los ataques a albergues de refugiados y el odio que atizan Pegida y partidos como el NPD (el ultraderechista Partido Nacionaldemócrata) y la NSU (la antigua organización terrorista Clandestinidad Nacionalsocialista). “Eso me preocupa mucho más que las actitudes de la gente que viene a Alemania porque necesita protección”, concluye.