Promesas rotas
29 de agosto de 2007El traslado hacia Europa de menores de edad provenientes de países considerados “baratos” dentro del mercado futbolístico internacional no es un fenómeno nuevo. La apuesta es clara: con una módica inversión, se puede lograr una lealtad incondicional hacia tal o cual promotor. Si las cosas funcionan bien, tanto éste como los clubes ganarán millones por concepto de transferencias.
Es cuento largo
El Parlamento Europeo, en su documento Independent European Sport Review, dice al respecto: “El problema del ‘comercio’ con jugadores jóvenes se hizo evidente en muchas naciones europeas desde principios de los años noventa. Parece ser que una serie de redes internacionales coordinadas por agentes que trabajan en Europa fue la que comenzó a explotar este ‘negocio’, especialmente con jugadores que provienen de África y América Latina."
No sólo se trata de una opinión. Prosigue el informe: “El fenómeno ha sido documentado en reportes relacionados con Bélgica, Francia, Suiza, Italia, Brasil y varias naciones africanas.”
Promesas y decepciones
¿Qué hay de malo, dirían algunos, en ofrecer a los jóvenes oportunidades que serían imposibles de lograr en países de África o América Latina? ¿Por qué entorpecer el desarrollo de quienes podrían ser futuras estrellas del fútbol internacional?
Las dudas en principio parecen razonables, y más aún cuando en muchos casos se cuenta con la entusiasta participación de los padres de los menores. Pero en el fondo, tales consideraciones se refieren solamente a ocasiones en las que se logra el éxito para el jugador. A las excepciones, y no a la norma.
¿Qué pasa cuando, como en la mayoría de los casos, no se concreta la promesa de una brillante carrera futbolística? Los eurodiputados reflexionan al respecto: los jóvenes, dicen, "acaban siendo abandonados en países lejanos, tanto por clubes como por agentes o representantes.”
Además, “existe el riesgo de incurrir en prácticas ilegales cuando el jugador no cuenta con documentos que acrediten su situación laboral (hecho que suele ocurrir), y cuando se le explota en condiciones injustas de trabajo al igual que en otras industrias ‘subterráneas’.”
"Me arruinaron la vida"
Eso, por no mencionar el drama individual que un fracaso de esta índole conlleva. El periódico especializado Kicker, editado en Alemania, da cuenta de varios casos, entre ellos el del argentino Luis Rodríguez. Luego de transitar fallidamente por varios clubes europeos, éste ahora considera que sus antiguos promotores "me arruinaron la vida".
Por desgracia, el marco legal europeo no está suficientemente adecuado para hacer frente a este tipo de actividades, difíciles de detectar, evidenciar y tipificar.
"Práctica inaceptable"
Las mismas instituciones europeas, en su Libro Blanco sobre el Deporte en Europa, aseveran que desde el punto de vista jurídico en muchos casos este fenómeno no es equiparable al tráfico de personas.
Sin embargo, esto no significa que deba ser visto como algo normal, o deseable. De hecho, La Comisión Europea sentencia que la práctica de "importar" a niños futbolistas de África o América Latina "es inaceptable dados los valores fundamentales reconocidos por la Unión Europea y sus miembros. También es totalmente contraria a los valores del deporte."