Primera Guerra Mundial: sitios conmemorativos
Los tambores de guerra retumbaron durante cuatro años en Flandes. Ninguno de los ejércitos en conflicto pudo avanzar más que un par de kilómetros allende las líneas enemigas. En varios sitios se recuerda a los muertos.
La letra como ornamento
En 1928, el autor alemán Stefan Zweig visitó Ypern. En la puerta Menen, de reciente inauguración por aquellos días, anotó que la letra era tan sólo un ornamento ante la abrumadora presencia de 55.000 nombres de soldados de Reino Unido caídos o perdidos en acción durante el conflicto, y que no pudieron ser enterrados.
Dolor grabado en piedra
Käthe Kollwotz tardó 18 años en tener listas las esculturas tituladas “Padres en duelo”. Su hijo Peter se fue al frente de batalla en octubre de 1914. Una semana más tarde había muerto. Apenas tenía 18 años. Su sepulcro se encuentra justo al pie de la escultura de su padre, en el cementerio de guerra Vladslo. Ahí están enterrados 25.644 soldados.
Langermarck: abuso de los nazis
En 1914, altos mandos del ejército propagaron por el mundo una mentira: supuestamente, miles de estudiantes habían marchado hacia el frente de batalla entonando la “Canción alemana”. Años más tarde, la propaganda nazi repitió el mito una y otra vez. En realidad, los jóvenes fueron carne de cañón. Langemarck es un cementerio para soldados voluntarios que, por la leyenda, está cubierto de tristeza.
La “Colina 60”, punto neurálgico
En Ypern, Bélgica, por doquier hay restos de viejos búnkeres. Este es muy especial. La llamada “Colina 60” sobresale un par de metros de la superficie, por lo demás plana. Se usaba para controlar el panorama desde las alturas, y en caso necesario, para disparar al enemigo. Por ello fe un punto fuertemente disputado.
El mayor monumento británico en el continente
En Tyne Coyt fueron enterrados 11.956 soldados, entre ellos cuatro alemanes. En el muro interior están inscritos los nombres de 34.957 soldados cuyos restos nunca fueron encontrados. La artillería y el fuego constante hicieron imposible recuperar todos los cadáveres. Cuando los campesinos encuentran algunos huesos, se llama a especialistas que se encargan de desenterrarlos.
En la trinchera
Passchendaele es un sitio que ya no existe. En 1917, combatieron ahí tropas británicas y alemanas, y se utilizaron cuatro millones de granadas. Esa batalla, una de las más sangrientas de la conflagración, es recordada en el Memorial Museo Passchendaele 1917.
Gases como arma
En las inmediaciones de Ypern fue utilizado por primera vez el gas como arma de guerra. Emisiones de cloro causaban ahogamientos al enemigo. En julio de 1917, tropas alemanas usaron un nuevo arma llamado “Ypérite”. Fue el antecedente del “gas mostaza”; causaba quemaduras extensas y escoriaciones en la piel.
Lo que queda de Passchendaele
Para ir a Passchendaele hay que pasar por Zonnebeke. Tras cien días de cruenta batalla entre julio y noviembre de 1917, no quedó nada del pueblo. Unos cuantos restos dan apenas una vaga idea de lo que alguna vez ahí transcurrió.
Turismo de guerra
Ypern recibe sobre todo a visitantes británicos. Un hotel de la ciudad ofrece una experiencia especial: pernoctar en una habitación de paredes cubiertas de pintura como si fuese camuflaje, y botes de combustible a manera de mesillas. Otros recuerdos evocan los días aciagos de la Primera Guerra Mundial.
De todo Reino Unido
Los nombres en las paredes de la puerta Menen están ordenados según el regimiento al que los soldados pertenecían. Se trata de listas muy largas, con nombres de soldados que también provenían de África, India, Paquistán, Nueva Zelanda, Australia o Canadá. ¿Acaso todos tendrían una idea de por qué causa luchaban en las lejanas tierras europeas?
Solo queda el recuerdo
Desde que fue inaugurada la puerta Menen, en 1928, cada día a las 20 horas se celebra una ceremonia conmemorativa. Bomberos de Ypern desfilan en honor de las víctimas. En principio se recordaba solo a los soldados británicos fallecidos. Con el tiempo, también a los caidos de lasotras nacionalidades contendientes. De este modo, la puerta Menen se ha convertido en un sitio de conmemoración conjunta.