Presidencia española de la UE: "sin pena ni gloria"
31 de marzo de 2010La presidencia española de la Unión Europea (UE) arrancó con mal pie. A los pocos días de comenzar, el pasado 1º de enero un pirata informático logró colar al personaje cómico "Mr. Bean" en la página oficial de ésta en Internet (www.eu2010.es), una broma que algunos medios dentro y fuera del país utilizaron como un símil de lo que podría ser el semestre de España al frente de los 27 países del bloque comunitario.
Puede que aquello no haya sido más que una anécdota, pero, ahora que la presidencia española de la UE llega a su ecuador, el balance de los primeros tres meses es más bien discreto.
España y las medidas correctivas
En parte, no podía ser de otra forma: el nuevo modelo institucional que la Europa de los Veintisiete inauguró este año obliga a España a tener un perfil bajo y al jefe de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a ceder al nuevo presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, el protagonismo que antes le hubiera correspondido a él.
Además, debido al retraso en el nombramiento de la nueva Comisión Europea, España tuvo que trabajar dos meses sin poder contar con un Ejecutivo comunitario a pleno rendimiento. Al margen de esto, sin embargo, España, apenas comenzada su presidencia semestral, lanzó algunas propuestas que pusieron en guardia a otros países comunitarios, obligando finalmente a Madrid a rectificar o "precisar" su posición.
Así, por ejemplo, Rodríguez Zapatero propuso sanciones ("medidas correctivas"), para aquellos países que no trabajen lo suficiente en favor del crecimiento económico y la competitividad. La protesta de Alemania, uno de los socios más poderosos de la UE, fue casi inmediata. Desde Berlín recordaron además que España, con su profunda recesión y uno de los niveles de desempleo más altos del bloque (casi el 20 por ciento), no era precisamente el país más adecuado para plantear tal cosa.
Madrid se apresuró entonces a retirar la idea, que se quedó en la propuesta de "estimular" o incentivar a los países de la UE para que cumplan los objetivos económicos marcados por el bloque, según lo formuló el secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, quien más adelante afirmó que España "ha demostrado mucho dinamismo y capacidad de llevar la iniciativa" en su presidencia europea.
Aspectos positivos
En esa línea, López Garrido hizo esta semana un balance muy positivo del semestre español al frente de los Veintisiete. En sus palabras, ha sido una presidencia "de los ciudadanos", "incansable en la lucha contra la crisis", eficaz en el desarrollo del nuevo modelo institucional, "comprometida" con la igualdad, solidaria y "líder" en la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, en el debate sobre los polémicos escáneres corporales, esos aparatos que "desnudan" a los pasajeros en los aeropuertos, la presidencia española se mostró, más bien, vacilante. Inicialmente, se manifestó muy reacia a su implantación en Europa. Pero cuando países como el Reino Unido u Holanda anunciaron que los utilizarían, el ministro español de Fomento, José Blanco, abogó también por su introducción. En una cumbre informal con sus homólogos europeos presidida por él, incluso se mostró "francamente optimista" de poder llegar a un acuerdo para ello durante la presidencia española.
Relaciones con Cuba y EE.UU.
Si lograr un consenso en ese asunto es factible, todo lo contrario sucede con otro de los grandes objetivos de España para su semestre al frente de la UE: flexibilizar las relaciones del bloque con Cuba, para que éstas no sigan dependiendo de los avances en materia de libertades y derechos humanos en la isla.
Otros países europeos, entre ellos también Alemania, se oponen rotundamente a cualquier cambio de esa llamada posición común, cuya necesidad ven justificada más que nunca después de la muerte por huelga de hambre del disidente Orlando Zapata en febrero pasado. Y, aunque el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, mantenga públicamente el objetivo de profundizar el diálogo con La Habana, fuentes del gobierno afirmaron que Madrid tiene ya asumido que no logrará modificar esa posición común.
Pero el golpe más duro en estos primeros tres meses fue la cancelación de la participación de Barack Obama en la cumbre UE-Estados Unidos, la cita estrella del semestre español. La foto con el mandatario más admirado del mundo prometía ser para Zapatero una oportunidad de oro para impulsar una popularidad en declive por la crisis económica y sus consecuencias.
Para rematar la decepción por el plante en Madrid, la Casa Blanca dijo que ese viaje "nunca estuvo en la agenda" de Obama. Reveses como éste han llevado al opositor Partido Popular (PP), que prometió lealtad al gobierno de cara a la presidencia europea, a manifestar que ésta está siendo "un auténtico desastre".
Pero las críticas vienen incluso de sectores ideológicamente más cercanos al Ejecutivo: según el secretario general del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), Ignacio Fernández Toxo, la presidencia española de la UE está transcurriendo "sin demasiada pena ni gloria".
DPA
Editora: Cristina Papaleo