¿Por qué los crimeos luchan en el Ejército de Ucrania?
14 de marzo de 2024Hace diez años, la Federación Rusa anexionó la península de Crimea, -república autónoma desde la era postsoviética, ahora territorio disputado entre Ucrania y Rusia-, y obligó a miles de sus habitantes a abandonar su hogar y a sus familiares. Algunos de ellos se unieron a las Fuerzas Armadas de Ucraniay luchan desde 2014 contra la invasión rusa. Isa Akayev e Irina Holosna son dos de ellos.
Regreso al hogar después de 40 años
Isa Akayev tiene 58 años. Su verdadero nombre es Nariman Biljalov, pero en Ucrania se hizo conocido bajo ese pseudónimo. Este hombre, de origen tártaro de Crimea, dirige el batallón de voluntarios "Crimea”, de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que fundó junto con otros habitantes de la península. Hoy es una unidad especial dentro de la inteligencia militar ucraniana. Akayev establece paralelismos entre la actual ocupación rusa de Crimea y la época en que las autoridades soviéticas deportaron en masa a los tártaros de Crimea a Asia Central al final de la Segunda Guerra Mundial.
En 1944, sus abuelos y sus padres, que entonces todavía eran niños, fueron enviados al exilio desde Crimea a Uzbekistán, dentro de la Unión Soviética. Desde entonces, la familia vivió en el extranjero, pero los padres siempre les decían a Isa Akayev y su hermana, que nacieron en Uzbekistán, que Crimea era su patria, y que alguna vez volverían allí. Eso no fue posible sino hasta 1990, cuando el régimen soviético se acercaba a su fin. Un momento histórico para Akayev, según dijo a DW. Allí le quedó claro que Crimea debía asegurarse el apoyo de una Ucrania independiente y construir un futuro con ella. "No podemos estar del lado de Rusia. Los rusos nos quitaron todo”, subraya, y añade que estos incluso destruyeron los cementerios y las mezquitas de los tártaros de Crimea.
Un nuevo exilio
Cuando, en el invierno boreal de 2014, comenzaron a marchar los primeros soldados rusos, sin emblemas nacionales, en Crimea, y a tomar edificios administrativos e instalaciones militares, la gente no tenía idea de que eso conduciría a la ocupación de la península, relata Akayev.
Luego del triunfo del movimiento de protesta contra el gobierno prorruso de entonces en Kiev, en Crimea se partía de que la resistencia en la península no permitiría que se impusieran las fuerzas prorrusas. Sin embargo, luego de enfrentamientos entre los Mejlis, el cuerpo ejecutivo del Congreso de Pueblo Tártaro de Crimea, al que pertenecía Akayev, y el movimiento prorruso, donde murieron dos personas, Akayev viajó a Kiev para obtener apoyo. Pero más tarde se dio cuenta de que para él ya no había vuelta atrás. Su esposa lo llamó y le pidió no regresar, ya que unos desconocidos lo esperaban en la puerta de su casa. Unos días más tarde, también su esposa y sus hijos tuvieron que abandonar la península.
La anexión de Crimea fue preparada durante mucho tiempo
Irina Holosna es una de las habitantes proucranianas de Crimea, que en 2014 permaneció en la península y opuso resistencia contra los ocupantes. Dice que ya en los años 90, antes de la anexión, se propagaba la narrativa rusa del pasado histórico de Crimea. Durante el mandato del presidente prorruso Viktor Yanukovich (2010-2014) también se ofrecían pasaportes rusos a los residentes de Crimea, y, sobre todo, trabajos, explica Holosna.
Pero los crimeos y las crimeas no interpretaron aquello como una amenaza, dice. Empero, cuando aparecieron los soldados rusos, en 2014, Irina Holosna se dirigió junto con las esposas de soldados ucranianos hacia los cuarteles para mantener vigilancia, a fin de que los rusos no tomaran el control de los establecimientos del Ejército de Ucrania ni de los depósitos de armamento.
Deseo de liberación y de regreso al hogar
A pesar de la resistencia proucraniana, las tropas rusas lograron, ya en marzo de 2014, tomar el control de Crimea. Holosna siguió apoyando abiertamente a Ucrania también luego del referéndum ilegal sobre la anexión de la península de Crimea a la Federación Rusa. Ni ella ni sus familiares, amigos y conocidos creyeron en el supuesto resultado del plebiscito, afirma. "No lo aceptamos, y cantábamos el himno de Ucrania en voz alta en el trolebús, en el viaje a casa. Pensábamos que todo eso iba a terminar pronto”, recuerda con tristeza.
Pero en los meses siguientes, la situación empeoró aún más. Algunos maestros empezaron a acosar a sus alumnos en la escuela, y a ella la amenazaron varias veces en su lugar de trabajo porque llevaba símbolos ucranianos en su vestimenta.
En septiembre de 2014, Irina Holosna abandonó Crimea junto con su hijo y su hija. Se mudaron a Leópolis (Lviv), en el oeste de Ucrania, donde Irina se unió al Ejército ucraniano, que ya luchaba en el este del país contra los separatistas respaldados por Rusia. Desde entonces, Holosna sirvió al Ejército de Ucrania en varios focos álgidos en el frente, en la región de Donetsk, también luego de la extensa invasión rusa de 2022. Ahora se prepara para una misión en el sur del país como miembro de la unidad de reconocimiento aéreo.
Tanto Isa Akayev como Irina Holosna llevan diez años luchando en el Ejército ucraniano contra la agresión rusa. Quieren contribuir a la liberación de la península de Crimea y luego regresar allí. Sus familiares aún los esperan hoy en Crimea. Akayev tiene allí prácticamente a toda su familia. En el caso de Holosna, está la familia de su hermano y una abuela. La mujer está convencida de que la península sólo puede ser liberada por medios militares. Sin embargo, está segura de que esto no ocurrirá pronto.
(cp/gg)