La adicción plástica de Alemania
30 de enero de 2018Plátanos, lonchas de queso, pastillas de detergente de lavavajillas y muchos otros productos son a menudo empaquetados en envases de plástico innecesarios. Eso hace que sea casi imposible visitar un supermercado alemán y salir de la tienda sin plástico.
El país tiene una imagen muy verde, que se debilita teniendo en cuenta su relación con los embalajes a base de combustibles fósiles.
Alemania es el mayor consumidor de plástico de Europa, según datos de la oficina de estadísticas de la UE (Eurostat), y esa tendencia está aumentando debido a los cambios en el estilo de vida, como las compras por Internet, el consumo de alimentos "para llevar”, y el aumento de personas que viven en hogares individuales.
La confianza en este material resistente y flexible tiene una doble cara. El plástico se ha introducido en el agua del grifo a través de los textiles sintéticos y en nuestra cadena alimentaria a través del pescado y del marisco. Ocho millones de toneladas de plástico van a parar a los océanos del mundo cada año, según la Fundación Ellen MacArthur, lo que representa un peligro para la vida marina y la salud humana.
Dado que el plástico tarda cientos de años en degradarse, nuestro legado de chanclas rotas, botellas de plástico y micropartículas plásticas, perdurará por generaciones, según los científicos.
Lea también:
Las fibras de plástico invaden el agua potable
Aun así, en Alemania, algunos están empezando a darse cuenta del impacto que tiene el consumo de plástico en el medio ambiente. Tom Ohlendorf, director de proyectos de embalaje de WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), destaca un cambio de mentalidad en algunos consumidores y comerciantes a favor de las opciones sin plástico. "La conciencia de los minoristas y de los consumidores ha aumentado”, dice.
"Basta con mirar las iniciativas libres de envases de varios supermercados, que han surgido en varias ciudades alemanas”, cuenta Ohlendorf.
Fuera plástico
Una pequeña tienda en el barrio berlinés de Kreuzberg es una de las empresas pioneras en la venta de productos sin plástico.
"Original Unverpackt”, que abrió sus puertas hace tres años, es una tienda minimalista con paredes de baldosas blancas, estantes de madera y filas de dispensadores donde los compradores pueden llenar sus recipientes con cereales, legumbres e incluso champú. Además de productos frescos, la tienda también vende cepillos de dientes de bambú, preservativos producidos de forma sostenible y bolsas de tela con el lema de la tienda: "No hay planeta B”.
Este tipo de comercios siguen siendo un mercado de nicho. Sus precios, más altos que la media, no se ajustan con la reputación de los consumidores alemanes para la caza de gangas. Pero el cambio también está emergiendo en la corriente dominante. Así, los gigantes de los supermercados también tratan de reducir su huella plástica.
Edeka, por ejemplo, o los supermercados orgánicos de Denn´s ofrecen a sus clientes la posibilidad de llevar sus propios recipientes para comprar queso o carne. Al hacerlo, siguen el ejemplo de varias cafeterías de Berlín, que cada vez utilizan más tazas de café reutilizables.
Rewe, la segunda cadena de supermercados más grande de Alemania, ha introducido nuevos envases de pasto seco y madera para envasar manzanas orgánicas. La cadena está evaluando si el ensayo ha llevado a los clientes de las tiendas a no dejar las bolsas de plástico tiradas por ahí. Todavía no está claro cuándo habrá un resultado disponible, según señaló Rewe a DW. Tampoco es posible decir si la prueba podría extenderse a otros mercados.
Se necesitan objetivos más ambiciosos
Tobias Quast, experto en desperdicios y recursos de Friends of the Earth en Berlín, da la bienvenida a estos movimientos, cree que son un paso positivo, pero no un punto de inflexión para los consumidores.
"Estos proyectos piloto demuestran que es absolutamente posible extender la idea ecológica de usar recipientes reutilizables”, dice a DW. "Pero los planes en curso de la política alemana y el comercio minorista no son lo suficientemente ambiciosos”, critica.
A pesar de unos hábitos de compra más ecológicos y unas políticas más dirigidas, como un impuesto a las empresas que producen residuos plásticos, y un gravamen sobre las bolsas de plástico en las tiendas, la cantidad de residuos plásticos aumenta.
Según los datos más recientes de Eurostat, la cantidad de residuos de embalaje, especialmente de plástico, ha aumentado en Alemania en los últimos años. Los residuos totales de envases se situaron en 18,1 millones de toneladas en 2015, tras haber aumentado alrededor de media tonelada durante tres años consecutivos.
Los grupos ecologistas también critican los nuevos reglamentos sobre embalaje, que entrarán en vigor en enero de 2019, por no ir lo suficientemente lejos. La ley tiene como objetivo promover el reciclaje y reducir el uso de botellas y envases desechables en general.
Europa endurece las normas
Asimismo, es posible que Alemania reciba pronto nuevas presiones de la UE para reducir su consumo plástico.
Como consecuencia de la cantidad de plástico que llega a nuestros peces y nuestros océanos, Bruselas planea hacer reciclables todos los envases de plástico de aquí a 2030. Los países europeos producen 25 millones de toneladas de residuos plásticos al año. Sólo se recicla menos de un tercio de este material.
Según los observadores, el nuevo enfoque europeo sigue la prohibición de China de no permitir más la entrada de residuos plásticos procedentes de Europa en el país. Por lo tanto, la UE se vería obligada a ocuparse de su propia basura, incinerándola o deshaciéndose de ella.
Las empresas de nueva creación en Europa también están experimentando con diferentes enfoques para envolver los productos. Miwa, por ejemplo, una empresa con sede en Praga, ha diseñado contenedores reutilizables, equipados con tecnología inteligente, para trasladar productos alimentarios de los productores a los consumidores con la menor cantidad posible de residuos. La compañía ha probado el proceso con una red de proveedores y puntos de venta y Miwa planea abrir sus primeras tiendas en otoño de 2018.
La empresa, recientemente galardonada con un premio a la innovación, fue fundada por Petr Baca, que ha trabajado durante mucho tiempo en el diseño de embalajes y es muy consciente del problema de los residuos de montaje.
"Tenemos que ser conscientes de los efectos negativos del envase desechable”, dice. Baca cree que la tecnología es parte de la solución para "ayudar a la gente a superar la mentalidad sobre el envase desechable, que es en gran medida responsable del problema mundial de los residuos”, concluye.
Autor: Jess Smee